23 marzo 2012
FRANKFURTER RUNDSCHA
Facilidad en el despido, reducción de salarios, retraso de la edad de jubilación: presionados por la crisis, los Gobiernos europeos modifican el derecho del trabajo, para satisfacción de los empresarios.
Vlahovic
Stephan Kaufmann
La crisis causa estragos en Grecia, España, Italia y Portugal. Todo el Sur de Europa se ha doblegado. ¿Todo el Sur de Europa? No. En estos países se están haciendo realidad las reivindicaciones de algunos. Las de Juan Rosell, por ejemplo, presidente de la organización patronal española, CEOE. Durante años ha reclamado más flexibilidad en la protección contra el despido. Hoy el Gobierno le ha concedido este deseo. "No será la última reforma del mercado laboral", profetiza Juan Rosell, seguro de su éxito. La crisis es su oportunidad.
Las empresas europeas están remontando. Presionados por la recesión y las deudas públicas, los Gobiernos recortan los derechos de los trabajadores y reducen los costes salariales. El objetivo es convertirse en países más asequibles y por lo tanto más atractivos para los inversores. "Europa va camino de convertirse en un paraíso para los empresarios. A costa de los trabajadores", lamenta Apostolos Kapsalis, del Instituto de Investigación de la Confederación Sindical Griega, GSEE.
Sindicatos a la defensiva
Ante la explosión del paro y las consignas de rigor de la UE, los sindicatos están a la defensiva. Sobre todo en Grecia, donde el Gobierno ha dado un sablazo a los salarios mínimos y los subsidios de desempleo. "Se esperan reducciones salariales masivas", previene Michala Marcussen, del banco Société Générale. La edad de jubilación se ha retrasado, lo que no sólo evita al Estado tener que pagar pensiones, sino que también aumenta el número de candidatos en el mercado laboral e incrementa la competencia por el empleo. "Grecia es la cobaya del laboratorio de reformas europeas", afirma Apostolos Kapsalis. "Aquí se prueban las medidas de austeridad que se pueden aplicar". En otros países ya se han puesto en marcha programas similares, advierte el sindicalista.
En España, por ejemplo, donde el Gobierno ha reformado el mercado laboral en febrero sin negociaciones previas con los sindicatos, "de manera muy agresiva", como reconoció el propio ministro de Economía Luis de Guindos. Las primeras beneficiarias de estas reformas son las empresas: "Se trata ni más ni menos que de reforzar sus márgenes de beneficios y, a corto plazo, esto pasa necesariamente por la reducción de los costes salariales", observa Patrick Artus, economista del banco francés Natixis.
La oleada de reformas no sólo afecta a los países pequeños. También en Italia, el presidente del Consejo Mario Monti contempla un amplio recorte de los derechos de los trabajadores. De este modo, la protección contra el despido y sus reglas estrictas están abocadas a la desaparición. Ya se produjo un primer intento en 2002, pero fracasó ante las protestas de la población. Ahora se presenta una nueva oportunidad y el presidente del Consejo no está dispuesto a dejarla pasar. "En cuestiones de política económica, Mario Monti se encuentra exactamente en la misma línea que nosotros", se felicita Emma Marcegaglia, presidenta de la confederación industrial Confindustria.
El modelo es Alemania
Los dirigentes políticos europeos han tomado como modelo a Alemania, donde la Agenda 2010 y la moderación salarial han fomentado la rentabilidad de las empresas y donde la crisis se ha superado desde hace tiempo. "En el ámbito de la competencia internacional, la única solución de la que dispone Europa para hacer frente a las potencias emergentes como China o Brasil es ser tan competitiva como Alemania", declaró la canciller Angela Merkel en enero.
De este modo, el nivel salarial de los alemanes y la productividad de este país se convierten en el criterio de la competencia europea, incluida Francia, que perdió partes de mercado internacional en beneficio de otros países, mientras que Alemania consolidaba su posición en el mercado. Según los cálculos de Commerzbank, la producción de automóviles francesa e italiana cayó en picado cerca de un 30% entre 2004 y 2011, mientras que durante el mismo periodo, los fabricantes alemanes vieron aumentar su producción un 22%.
Cabe señalar que las reformas del mercado laboral no son medidas para acabar con la crisis a corto plazo, sino que se inscriben en un periodo prolongado. Porque los Estados se presionan mutuamente con sus estrategias de reducción de costes. Incluso los países de sueldos bajos, como Croacia y República Checa, deben adoptar más flexibilidad en su mercado laboral y revisar a la baja sus costes salariales para impulsar la competitividad, advierte el FMI. Esta imitación entre Estados miembros también cuenta con el beneplácito de la UE, que quiere hacer de Europa la región más competitiva del mundo en 2020. "Tenemos la obligación de definir una estrategia de crecimiento", declaró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
Este impulso de la competitividad mediante la reducción de los costes salariales va en detrimento de los ingresos, y por lo tanto, del consumo de los hogares. "Las medidas harán que se desplome el crecimiento y el mercado laboral durante unos años", predice Patrick Artus. Queda por saber si los primeros interesados están a favor de ellas. Los sindicatos portugueses acaban de hacer un llamamiento a la huelga general y los españoles les siguen los pasos. Apostolos Kapsalis, el sindicalista griego, invita a los alemanes a que se muestren más solidarios: "Porque hoy los recortes se hacen en nuestro país, pero puede que mañana les llegue el turno a ellos".
ITALIA
El Gobierno del primer ministro Mario Monti cierra el 23 de marzo la reforma del Código de Trabajo, y en concreto la del artículo 18, que regula los despidos improcedentes. Una reforma invocada desde hace años por la patronal italiana, que atribuye la escasa competencia de la industria italiana a las dificultades para despedir. Hasta el momento, ningún Gobierno había conseguido abordar de pleno este asunto por la encarnizada resistencia que oponían los sindicatos.
El núcleo duro de la reforma, explica La Repubblica, es la abolición de la obligación de reincorporar al empleado despedido por cuestiones económicas si el Tribunal de Trabajo las consideraba injustificadas. Una vez que se apruebe, el juez ya no podrá manifestarse sobre la validez de los motivos, sino únicamente obligar a la empresa a indemnizar al empleado despedido si dicho despido no es procedente. La reforma introduce además medidas que tienen como objetivo perpetuar el empleo de los trabajadores precarios y una nueva forma de indemnización del paro. Aunque la reforma todavía debe pasar por el Parlamento, la CGIL, el sindicato más importante del país, ya ha amenazado con convocar una huelga general.
“¿Está el Gobierno Monti cometiendo su primer gran error?”, se pregunta Gian Enrico Rusconi en La Stampa. El primer ministro ha declarado que quiere inspirarse en el modelo alemán, pasando totalmente por alto que ése mismo se asienta esencialmente en la concertación entre los agentes sociales, un aspecto que hasta se ha ignorado por completo al hacer referencia a la necesidad de que Italia se adapte al resto de países europeos, explica Rusconi:
Es hora de que Monti exponga mejor los argumentos sobre la dimensión europea de la acción de su Gobierno, sin hacer referencia únicamente al mercado, a las bolsas o a otros indicadores que sabe muy bien que sólo tienen un valor relativo. […] Me imagino que los “técnicos” saben que el consenso social representa un recurso extraordinario e irremplazable por su eficacia en el sistema de empleo.
Tomado de Presseurop
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