lunes, 26 de noviembre de 2012

«El Príncipe» de Maquiavelo con los ojos de Tezuka




Herder Editorial publica la gran obra del pensamiento político renacentista

22/03/2012 



«El Príncipe» de Maquiavelo tampoco escapa al trazo y al dibujo del manga. Este peculiar género artístico y narrativo de la cultura popular de nuestro tiempo es una eficaz esponja capaz de absorber cualquier bicho viviente cultural, incluso aquellas obras de la llamada alta cultura.

Algo tiene el manga cuando lo bendicen, y es esa naturalidad para convertir en dibujo hasta los más sesudos estudios, los más poéticos libros, y hasta los más enjundiosos tratados de filosofía. No se olvide que la edición en versión manga de «El Capital» de Carlos Marx ya ha vendido más de ciento veinte mil ejemplares. 


Nietzsche y Dante, sacados de la manga

 

Bien lo saben en Herder Editorial que hasta el momento, traducidos directamente del japonés, ya ha puesto en circulación «Así habló Zaratustra», de Nietzsche, y «La Divina Comedia», de Dante. Ahora, en una jugada evidentemente maquiavélica, publican en manga «El Príncipe», del propio Nicolás de Maquiavelo, uno de los tratados políticos más importantes de todos los tiempos.

Funcionario, diplomático, probablemente intrigante habitual (profesional sería mucho decir) los Médicis le apartaron de los círculos del poder lo que sin embargo acabaría de lanzar su carrera como escritor. 


Refugiado en su casa natal, a apenas quince kilómetros de Florencia, Maquiavelo se dedicó a vivir la vida rodeado de obreros y operarios que trabajaban en su finca, pero se cuenta que al caer la noche se volvía a vestir sus ropajes de antiguo funcionario y se dedicaba a escribir. 

Vienen de Japón


De ahí surgió «El Príncipe», y aunque no está demostrado que alguna vez pronunciara la frase «el fin justifica los medios, en su libro, dedicado a Lorenzo de Médici, dibuja (aquí con el trazo japonés de la editorial japonesa East Press Co, y su grupo de ilustradores, bajo la dirección del editor Kosuke Maruo), principios que desde el Renacimiento han sido determinantes para comprender el poder y los gobiernos. 

En definitiva y resumiendo los ejes de «El Príncipe» son ¿cómo conseguir el poder? Y lo que aún suele ser más difícil, ¿cómo conservarlo? Por supuesto, valga otra vez la redundancia, en 1521, seis años antes de su muerte, Maquiavelo se curaba maquiavélicamente en salud: «Desde un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla«.



Un concurso maquiavélico: «¿Y tú, qué clase de gobernante eres?»

 

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