Herder Editorial publica la gran obra del pensamiento político renacentista
22/03/2012
«El Príncipe» de Maquiavelo tampoco escapa al trazo y al dibujo del manga.
Este peculiar género artístico y narrativo de la cultura popular de
nuestro tiempo es una eficaz esponja capaz de absorber cualquier bicho
viviente cultural, incluso aquellas obras de la llamada alta cultura.
Algo
tiene el manga cuando lo bendicen, y es esa naturalidad para convertir
en dibujo hasta los más sesudos estudios, los más poéticos libros, y
hasta los más enjundiosos tratados de filosofía. No se olvide que la
edición en versión manga de «El Capital» de Carlos Marx ya ha vendido más de ciento veinte mil ejemplares.
Nietzsche y Dante, sacados de la manga
Bien lo saben en Herder Editorial que hasta el momento, traducidos directamente del japonés, ya ha puesto en circulación «Así habló Zaratustra», de Nietzsche, y «La Divina Comedia», de Dante.
Ahora, en una jugada evidentemente maquiavélica, publican en manga «El
Príncipe», del propio Nicolás de Maquiavelo, uno de los tratados
políticos más importantes de todos los tiempos.
Funcionario, diplomático, probablemente intrigante habitual (profesional sería mucho decir) los Médicis le apartaron de los círculos del poder lo que sin embargo acabaría de lanzar su carrera como escritor.
Refugiado
en su casa natal, a apenas quince kilómetros de Florencia, Maquiavelo
se dedicó a vivir la vida rodeado de obreros y operarios que trabajaban
en su finca, pero se cuenta que al caer la noche se volvía a vestir sus
ropajes de antiguo funcionario y se dedicaba a escribir.
Vienen de Japón
De ahí surgió «El Príncipe», y aunque no está demostrado que alguna vez pronunciara la frase «el fin justifica los medios, en su libro, dedicado a Lorenzo de Médici, dibuja (aquí con el trazo japonés de la editorial japonesa East Press Co, y su grupo de ilustradores, bajo la dirección del editor Kosuke Maruo), principios que desde el Renacimiento han sido determinantes para comprender el poder y los gobiernos.
En
definitiva y resumiendo los ejes de «El Príncipe» son ¿cómo conseguir
el poder? Y lo que aún suele ser más difícil, ¿cómo conservarlo? Por
supuesto, valga otra vez la redundancia, en 1521, seis años antes de su
muerte, Maquiavelo se curaba maquiavélicamente en salud:
«Desde un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo
nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la
escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla«.
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