miércoles, 8 de agosto de 2012

Entre la razón y el infierno - Hiroshima,

por Albert Camus










Entre la razón y el infierno - Hiroshima, por Albert Camus




El 6 de agosto de 1945 bombarderos estadounidenses lanzaron sobre la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba atómica, causando la muerte de unas 140.000 personas. Dos días más tarde, Albert Camus publicó un artículo en Combat donde lamentaba profundamente que las conquistas científicas estuvieran al servicio “de la más formidable furia destructora de que el hombre haya dado pruebas desde siglos”. Lamentablemente, al día siguiente de aparecer esta publicación, la aviación norteamericana arrojó una segunda bomba sobre otra ciudad nipona, Nagasaki, que causó la muerte de unos 70.000 japoneses. Sus palabras aún hoy siguen vigentes.





Combat, 8 de agosto de 1945

Albert  Camus






El mundo es lo que es, es decir, poca cosa. Es lo que desde ayer todos sabemos gracias al formidable concierto que la radio, los diarios y las agencias noticiosas acaban de desencadenar con respecto a la bomba atómica. En efecto, nos enteramos, en medio de una multitud de comentarios entusiastas, que cualquier ciudad de mediana importancia puede ser totalmente arrasada por una bomba del tamaño de una pelota de fútbol. Los diarios norteamericanos, ingleses y franceses se extienden en elegantes disertaciones sobre el porvenir, el pasado, los inventores, el costo, la vocación pacífica y los efectos bélicos, las consecuencias políticas y aun la índole independiente de la bomba atómica. En resumen, la civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de salvajismo. Será preciso elegir en un futuro más o menos cercano entre el suicidio colectivo o la utilización inteligente de las conquistas científicas.

Albert Camus
 
Mientras tanto, es lícito pensar que hay cierta indecencia en celebrar así un descubrimiento que se pone, primeramente, al servicio de la más formidable furia destructora de que el hombre haya dado pruebas desde siglos. Nadie, sin duda, a menos que sea un idealista impenitente, se asombrará de que, en un mundo entregado a todos los desgarramientos de la violencia, incapaz de ningún control, indiferente a la justicia y a la sencilla felicidad de los hombres, la ciencia se consagre al crimen organizado.


Tripulación del Enola Gay. De izquierda a derecha: Mayor Ferebee, Capitán Van Kirk, Coronel Tibbets, Capitán Lewis, Sgt. Caron, Sgt. Stiborik, Sgt. Duzenbury, Soldado de  1ª clase Nelson y Sgt. Shumard

Estos descubrimientos deben ser registrados, comentados según lo que son, anunciados al mundo para que el hombre tenga una idea precisa de su destino. Pero rodear estas terribles revelaciones de una literatura pintoresca o humorística, no es soportable.

Enola Gay. B-29 portador de la bomba

Ya se respiraba con dificultad en un mundo torturado. Y he aquí que se nos ofrece una nueva angustia, que tiene todas las posibilidades de ser definitiva. Sin duda se le brinda al hombre su última posibilidad. La bomba atómica puede servir, en rigor, para una edición especial. Pero debiera ser, con toda seguridad, motivo de algunas reflexiones y de mucho silencio.

Hiroshima antes de la bomba

Además, hay otras razones para acoger con reserva la novela de ciencia ficción que los diarios nos ofrecen. Cuando se ve al redactor diplomático de la Agencia Reuter anunciar que esta invención vuelve caducos los tratados e incluso las decisiones de Postdam, señalar que es indiferente que los rusos estén en Koenigsberg o los turcos en los Dardanelos, no se puede evitar atribuirle a tal concierto intenciones bastante ajenas al desinterés científico.

Hiroshima después de la bomba

Entiéndase bien. Si los japoneses capitulan después de la destrucción de Hiroshima y por efectos de la intimación, nos alegramos. Pero nos rehusamos a sacar de tan grave noticia otra conclusión que no sea la decisión de abogar más enérgicamente aún en favor de una verdadera sociedad internacional, en la que las grandes potencias no tengan derechos superiores a los de las pequeñas y medianas naciones, en que la guerra, azote hecho definitivo por el solo efecto de la inteligencia humana, no dependa más de los apetitos o de las doctrinas de tal o cual estado.

El llanto de un niño ante la pérdida de todo

Imagen colorizada.



Ante las perspectivas aterradoras que se abren a la humanidad, percibimos aún mejor que la paz es la única lucha que vale la pena entablar. No es ya un ruego, sino una orden que debe subir de los pueblos hacia los gobiernos, la orden de elegir definitivamente entre el infierno y la razón.






Fuente
: Camus, Albert, Combat, 8 de agosto de 1945, en Moral y Política, Biblioteca clásica y contemporánea, Buenos Aires, Editorial Losada, 1978, págs. 57-59.




Un fragmento de la animación basada en la historieta Hadashi no gen de Kenji Nakazawa


Tomado de El Historiador


3 comentarios:

  1. Excelente el texto a Albert Camus, pero esto que sucedió en Hiroshima y Nagasaky fue realmente grotesto y lamentable............."NEVER AGAIN, NEVER"

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  2. Excelente el texto a Albert Camus, pero esto que sucedió en Hiroshima y Nagasaki fue realmente grotesco y lamentable............."NEVER AGAIN, NEVER"...PD, Este texto lo publiqué en en 2013, y lo publico de nuevo...NO SE PUEDE OLVIDAR ALTO TAL LAMENTABLE Y HORRIBLE.

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