Imagen tomada de La brújula verde. |
Este manuscrito de Franz Xaver von Schönwerth se titula "Märlein", que se traduce como cuento de hadas. Imagen tomada de la BBC. |
Erika Eichenseer. Fotografía de Scríobhaí. Imagen tomada de Wikipedia. |
Eichenseer vio en este quehacer del escarabajo un simbolismo para los cuentos de hadas, que ella ve como los tesoros más valorables de la humanidad. El conocimiento antiguo y la sabiduría que se esconden en estas historias, junto con experiencias sobre cómo probar nuestros límites, le dan un valor importante para la cultura humana, ya no de una nación en particular.
Von Schönwerth pasó décadas recopilando historias, tradiciones y costumbres de la gente, relatos que sólo habían ido pasando de generación en generación de forma oral. El mismo , uno de los hermanos, dijo de él en 1858 que “en ninguna parte de toda Alemania hay alguien recopilando con tanta precisión, minuciosidad y con un oído tan sensible”.
Von Schönwerth compiló las historias que recopiló en un libro llamado Aus der Oberpfalz – Sitten und Sagen, que salió publicado en tres volúmenes en 1857, 1858 y 1859. Pero no fue tan exitoso como el de los hermanos Grimm, y no se volvió popular, más bien pasó a la oscuridad total. Mientras Erika Eichenseer estudiaba el trabajo de Von Schönwerth, descubrió 500 cuentos de hadas, muchos de los cuales no aparecen en ninguna colección de cuentos de hadas europea.
Por ejemplo, está la historia de una doncella que se escapa de una bruja transformándose en un estanque. La bruja entonces se para a descansar en el estanque, y tenía tanta sed, que se bebe toda el agua. La doncella logra salir abriendo un gran tajo en la panza de la bruja. La colección también incluye versiones diferentes de cuentos más conocidos como el de Cenicienta o el de Rumpelstiltskin.
El problema con el pobre Von Schönwerth, es que era un historiador, y no hizo mucho intento de meterle atractivo literario a su recopilación, algo en lo que los hermanos Grimm lo aventajaron mucho. Pero para los historiadores de las tradiciones, resultan mucho más interesantes, ya que son más auténticas. Si bien, no debemos pensar en los relatos que conocemos nosotros en la actualidad, ya que han pasado siglos de cambios y censuras, eran mucho más violentos los originales de los hermanos Grimm.
Casi todas las historias que son catalogadas como cuentos de hadas, son relatos que no apuntaban a los niños en su origen, sino a los jóvenes, a quienes intentaban ayudar en su paso a la adultez. Mostrándoles los peligros y los desafíos que podían ser superados con virtud, prudencia y coraje.
Fuente:
Tomado de Tendenzias.
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"La Princesa Nabo"
El joven príncipe se perdió en el bosque y llegó a una cueva. Pasó allí la noche, y cuando despertó, estaba junto a él una anciana con un oso y un perro. La vieja bruja parecía muy hermosa y deseaba que el príncipe se quedara con ella y se casara con ella. No podía soportarla, pero no podía dejar ese lugar.
Un día, el oso estaba solo con él y le dijo al príncipe: "Arranca el clavo oxidado de la pared, para que me libren, y colócalo debajo de un nabo en el campo, y de esta manera tendrás un hermoso esposa." El príncipe agarró el clavo con tanta fuerza que la cueva tembló y el clavo se partió con fuerza como un trueno. Detrás de él, un oso se levantó del suelo como un hombre, barbudo y con una corona en la cabeza.
"Ahora encontraré una hermosa doncella", gritó el príncipe y salió ágilmente. Llegó a un campo de nabos y estaba a punto de colocar el clavo debajo de uno de ellos cuando apareció sobre él un monstruo, de modo que dejó caer el clavo, se pinchó el dedo en un seto y sangró hasta que cayó sin sentido. Cuando despertó, vio que estaba en otra parte y que había dormido mucho tiempo, porque su barbilla suave ahora estaba rizada por una barba rubia.
Se levantó y atravesó el campo y el bosque y buscó en todos los campos de nabos, pero en ninguna parte encontró lo que buscaba. Pasó el día y también la noche, y una tarde se sentó en un risco debajo de un arbusto, un endrino en flor con capullos rojos en una rama. Cortó la rama, y como había delante de él, entre otras cosas en el suelo, un gran nabo blanco, clavó la rama de endrino en el nabo y se durmió.
Cuando se despertó a la mañana siguiente, el nabo que tenía a su lado parecía una gran cáscara abierta en la que estaba el clavo, y la pared del nabo parecía una cáscara de nuez, cuyo núcleo parecía dar forma a su imagen. Vio allí el piececito, la mano delgada, todo el cuerpo, hasta el cabello fino tan delicadamente estampado, tal como lo tendría la muchacha más hermosa.
El príncipe se puso de pie y comenzó su búsqueda, y llegó por fin a la vieja cueva en el bosque, pero no había nadie allí. Sacó el clavo y lo clavó en la pared de la cueva, y al instante también estaban allí la anciana y el oso. "Dime, porque lo sabes con certeza", gruñó el príncipe con fiereza a la anciana, "¿dónde has puesto a la hermosa muchacha del salón?" La anciana se rió al escuchar esto: "Me tienes, entonces, ¿por qué me desprecias?"
El oso también asintió y buscó el clavo en la pared. "Eres honesto, sin duda", dijo el príncipe, "pero no volveré a ser el tonto de la anciana". "Solo saca el clavo", gruñó el oso. El príncipe lo tomó y lo sacó por la mitad, miró a su alrededor y vio al oso ya medio hombre, ya la odiosa anciana casi como una hermosa y amable niña. Acto seguido, sacó el clavo por completo y voló a sus brazos porque ella había sido liberada del hechizo que se le había impuesto y el clavo se quemó como el fuego, y la joven pareja nupcial viajó con su padre, el rey, a su reino.
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Fuente: The Guardian.
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