Michael Ende |
Estimados amigos
Este domingo próximo, 1 de Diciembre, a las 11 AM en la Casa de la Estrella (ubicada en el cruce la calle Colombia con la avenida Soublette en Valencia) tendremos una tertulia sobre la novela de Michael Ende "La Historia interminable" y tambien proyectaremos la pelicula "La Historia sin fin" del director alemán más estadounidense que existe Wolfgang Petersen. Este filme elaborado en 1984 es la adaptación de la novela de Michael Ende. Por esta razón compartimos con ustedes esta entrevista realizada el 22 de Abril de 1984 donde el autor habla sobre su libro y expresa su desagrado por el resultado fílmico.
Bastante agua a corrido debajo del puente desde que se realizó esta entrevista, vean que para ese año existía aún el Muro de Berlín, y como Michel Ende de manera profetica percibía la llegada de una crisis economica mundial, precisamente la que padecemos en la actualidad.
Deseamos disfruten la entrada (algo dudoso para aquellos fanáticos del filme ochentero) y esperamos contar con su compañia el domingo para compartir una deliciosa tertulia.
Richard Montenegro
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"El principio demoniaco de nuestra época reside en la dominación que ejerce la multitud sobre el individuo". Michael Ende, la realidad de la fantasía
'La historia interminable', de novela iniciática a superproducción cinematográfica
22 ABR 1984
Michael Ende, de 55 años, barba cana y ojos de niño, hijo del pintor
superrealista Edgar Ende, vive rodeado por los olivos de los montes
Albanos, en las cercanías de Roma, en una gran mansión (Casa Licorna)
llena de libros viejos, de objetos raros y de cuadros superrealistas. Su
novela La historia interminable, traducida a 27 idiomas hasta la fecha,
que ha sido considerada como uno de los libros iniciáticos de nuestra
época, ha sido llevada al cine como superproducción y estrenada ya en
Estados Unidos y en la República Federal de Alemania, lo que ha
provocado las protestas de Ende, que sigue en su camino de "encontrar la
realidad a través de la fantasía".
Nunca una novela hizo correr tantos ríos de tinta al otro lado del Rin desde El tambor de hojalata, de Günter Grass, en 1959. La historia interminable
es, ante todo, una especie de marea: más de un millón de ejemplares
vendidos en Alemania Occidental desde su aparición, en 1979, y_continúa
ocupando los primeros puestos en las listas de los más vendidos. Es un
fenómeno sociológico, y así, en las grandes Concentraciones del pasado
otoño había manifestantes que blandían la novela como si fuese su
programa. Constituye asimismo la prueba evidente de la capacidad que
tiene nuestro sistema para transformar en dinero lo que ha sido
concebido precisamente para criticarlo. A pesar de las protestas del
autor, que se considera traicionado y engañado, acaba de estrenarse en
Estados Unidos una película -con un presupuesto de 60 millones de marcos
(más de 3.000 millones de pesetas)- que, aunque inspirada en la novela
de Michael Ende, está concebida a lo ET, El Extraterrestre.
Con todo, La historia interminable es también un acontecimiento
literario. Nos encontramos, sin duda, ante una de las novelas más
sorprendentes aparecidas en Alemania Occidental -e incluso en Europa-
desde la segunda guerra mundial.
Pregunta. Estamos en 1984. El país fantástico que describe usted, ¿no está lejos de nuestra realidad?
Respuesta. Mis libros no son westerns. No
hay que matar a los malos al final para que todo vuelva a estar en
orden. No ataco a individuos, sino a un sistema (llámele, si quiere,
capitalista) que. está a punto (nos daremos cuenta dentro de 10 o 15
años) de hacernos caer en el abismo. Entre los' monstruos. a los que
debe enfrentarse el héroe de La historia interminable hay uno
al que toma por una araña gigante hasta que se da cuenta de que está
realmente compuesto de abejorros color azul metálico que zumban como un
enjambre encolerizado. Yo he llamado a esta criatura Ygramul. Sin embargo, podría haberle dado el nombre de Belcebú, el Señor de las Moscas o de la Multitud, pues con esa palabra se designa a ambas cosas en hebreo.
Soy consciente, en efecto, de que el principio demoniaco de nuestra
época reside en la dominación que ejerce la multitud sobre el individuo.
Todo comienza con la superpoblación, que hace que la persona se
encuentre devaluada frente a la masa, y llega hasta la multiplicación
infernal de todos los objetos, que caracteriza a nuestra sociedad
industrial. Como usted sabe, en la cábala, el número 1 es el más grande
de todos, porque designa la totalidad. Ahí está el origen del
monoteísmo. Nos hemos olvidado de eso... Dentro de un sistema como el
nuestro, que sólo valora lo que puede contarse, pesarse o medirse, no
puede hallarse más que un aburrimiento mortal. Es esa especie de
enfermedad de postración que abruma a los personajes de Momo.
Michael Ende junto a Jim Botón y el Maquinista. |
P. La imaginación, al poder.
R. Una buena fórmula, aunque debería haberse precisado cuál era ese
poder. Hay que conocer no sólo lo que se rechaza, sino aquello por lo
que se pretende sustituirlo. Y esta vez no es cuestión de sustituir una
ideología por otra. Mire: desde hace 2.000 años estamos haciendo eso y
sabemos adónde nos conduce. En mi opinión, no puede hacerse ninguna
crítica de la sociedad si no va acompañada de una representación utópica
del mundo.
Bastian leyendo La Historia sin Fin. Fotograma de la película |
No oculto que al escribir La historia interminable intenté
enlazar con ciertas ideas del romanticismo alemán. No fue por dar marcha
atrás, sino porque en dicho movimiento abortado hay semillas que
necesitan germinar. Desde Newton nos hallamos cruelmente divididos en
dos mundos: el de los objetos, llamado real, y el supuestamente ilusorio
del yo. Para no seguir siendo un extraño, el hombre debe aprender de
nuevo, como Goethe, a llamar de tú a la Luna.
Pintura de Edgar Ende |
Empezamos a darnos cuenta de que con la física, las ciencias
naturales, la tecnología o la sociología es imposible resolver los
problemas haciendo como si se desarrollasen independientemente de
nuestra conciencia. Nos inquietamos también por la destrucción de ese
mundo exterior que constituye nuestro marco vital. Sin embargo, hay otra
forma de destrucción de la que no se habla y que es igualmente trágica:
la de nuestro mundo interior. Cuando todo se subordina al beneficio, se
empieza por explotar a los obreros y después se ataca a las colonias,
al medio ambiente. Por último, le toca el turno a nuestro mundo
interior.
' Literatura extranjera'
P. ¿Qué vía propone usted para recuperar la armonía?
R. Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es
tomar siempre el camino opuesto. No soy yo quien ha inventado dicho
método. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia,
comienza pasando por el infierno. Para descubrir las Indias, Cristóbal Colón levó anclas en dirección a América. Para encontrar la realidad hay
que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico. Ése es
el recorrido que lleva a cabo el héroe de La historia interminable.
Para descubrirse, a sí mismo, Bastián debe primero abandonar el mundo
real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico,
en el que, por el contrario, todo está cargado de significado. Sin
embargo, hay siempre. un riesgo cuando se realiza tal periplo; entre la
realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no
debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su
contenido. Eso lo aprende Bastián a su paso por la ciudad de los
emperadores destronados. Al haber perdido hasta el recuerdo del mundo
real, los habitantes de dicha ciudad del absurdo se ven obligados a
desparramar al azar las letras del alfabeto durante todo el año,
esperando que, en el transcurso de la eternidad, acaben por aparecer
todos los libros del mundo, entre los que se encuentra, claro está, La historia interminable.
Atreyu y Falkor. En la película cambiaron el nombre del Dragón Fujur |
P. ¿No hay en eso una alusión a la Biblioteca de Babel, de Borges?
R. La historia interminable está repleta de alusiones
culturales. Y no por falta de imaginación, ya que lo he hecho
deliberadamente. En este sentido, el peligro reside no en el universo
mental de Bastián, sino en el patrimonio cultural de toda la humanidad.
Me he basado en la Odisea, en Rabelais, en Las mil y una noches,
en Lewis Carrol y también, aunque en menor medida, en Tolkien, con el
que me han comparado los críticos alemanes (ciertamente, los dos debemos
mucho a las leyendas célticas de la Tabla Redonda). Me he inspirado en
pintores (El Bosco, Goya, Dalí.), en el antroposofismo y en el budismo zen.
La cábala, que da un sentido metafísico a los diferentes sonidos, me
sirvió de guía a la hora de elegir los nombres de los personajes. Atreju
es Atreo, héroe de la mitología griega, cuyo nuevo nombre tiene una
sonoridad evocadora de las lenguas indias de América. Pjörnrachzarck, el
comedor de piedras, recuerda a Edda, ya que es un gnomo, y al
pronunciar su nombre puede oírse el ruido que hace al masticar las
piedras. Incluso Fuchur, el dragón de la fortuna, tiene un modelo: Fohi, el dragón de la mitología china.
P. Si he entendido bien, en La historia interminable nada es gratuito. ¿Cómo elaboró el plan del libro?
R. Eso es precisamente lo que intento evitar al precio que sea: hacer
un plan. Cuando escribo, pretendo descubrirme a mi mismo. Elaborar un
plan significaría introducir en el libro lo que ya sé. Mi método
consiste en dejarme guiar sólo por imágenes. Si no hago trampas, acabo
por darme cuenta de que cada historia tiene una lógica interior y que no
puede desarrollarse de otro modo. Es cierto que eso exige una gran
concentración que me conduce, a veces al borde de la locura. No supe
hasta el penúltimo capítulo de La historia interminable dónde
estaba la salida del país fantástico. Me telefoneaba mi editor: "¿Por
dónde vas? Hay que llevar el libro a composición". Yo sólo podía
responderle: "No sé cómo terminar la historia". Después de semanas y
semanas encontré de repente la solución: para salir del país fantástico
no había que ir hacia las fronteras, sino hacia el centro. Había que
tomar el camino del interior. Y, créame, sólo al final me acerqué a
Novalis.
Novalis |
P. La heroína de Momo es una niña. Bastián es un niño de 10 años. ¿Por qué esa predilección por los héroes infantiles?
R.. Hoy día todo el mundo encuentra normal que los escritores
penetren en el mundo de las cárceles, en los manicomios o en las minas
de carbón. ¿Acaso hay que considerar aparte a los que escriben para el
público infantil? Creo que los supuestos adultos no son tan maduros como
para percibir que un cuento para niños es también para ellos. Las
culturas nacionales han dejado de tener sentido. Hay que encontrar otros
vínculos que unan a los hombres, y el mundo de los niños constituye
precisamente una nueva comunidad. Si juntamos a tres niños (uno negro,
otro asiático y otro europeo), no tendrán ningún problema para
comprenderse. Lo mismo ocurre con los cuentos, ya sean africanos,
gitanos, rusos o chinos: todos ellos se parecen, y puede encontrarse,
con algunas variantes, el mismo cuento de Cenicienta en todos los rincones del mundo. Vea el mérito que tienen los escritores profundos.
P. ¿No es un poco paradójico que un escritor alemán como usted haya decidido exiliarse a Italia?
R. En la crisis de identidad que hoy atravesamos tranquiliza pensar
que tenemos a nuestras espaldas 2.000 años de cultura occidental. En
Italia se da una continuidad histórica, inconcebible para un alemán,
perceptible incluso en el ámbito del idioma: hasta un extranjero como
yo puede leer a Boccaccio en su lengua original. Intente usted hacer lo
mismo con un autor alemán del barroco y verá lo difícil que le resulta.
Al principio envidiaba a los italianos: su lengua me parecía como una al
fombra mágica que me transporta ba donde yo quería. Hoy he comprendido
que es una suerte que los escritores alemanes tengan que partir siempre
desde cero, recreando su propia lengua.
P. En alemán, su apellido significa fin; su libro es La historia interminable, o sea, la historia sin fin. ¿Es un juego de palabras?
R. Me di cuenta de ello después de escribir el libro.
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12/05/2024
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