En cuanto leí – de mi amigo Jesús David Buelvas – el poemario titulado Parábola del vacío (2019): vinieron a mi mente, en sucesión de imágenes, tres obras de la literatura universal que hacen alusión "a la caída del hombre".
Recordé la abulia del señor Meursault – personaje protagónico de la novela de Albert Camus que se titula El Extranjero (1942) –, pues representa a esa legión de seres que han perdido el criterio propio, la iniciativa y la capacidad de sentir verdadera alegría o verdadera tristeza.
También recordé – de Ernesto Sábato – el formidable ensayo que se titula Hombres y engranajes (1951), ya que advierte cuan bajo podemos caer cuando nos cosificamos y por último recordé el poemario del venezolano Juan Calzadilla que se titula Oh, smog (1978), pues es un canto a la ciudad, al desorden, a la polución.
La obra de Jesús David Buelvas, como dejo entrever, tiene estrecha relación con las antes mencionadas y comienza diciendo: "Esta tarde alguien se lanzará al vacío", es decir, metafórica y literalmente muestra el nihilismo de nuestra época. Si nada importa, si nada vale la pena, saltar de un noveno piso sólo alterará – un poco – la estadística.
Más adelante, en el poema número 20, hay un ardid altamente usado para sobrellevar la existencia y no es otro que el lugar común del alcoholismo y la drogadicción. Cuando el trabajo que realizas no te satisface, cuando no te llenan las relaciones con tus semejantes – a pesar de la hiperconectividad que nos proporcionan las redes sociales –, cuando sientes que estás encadenado: "evades la realidad para escurrirte entre las grietas".
Si nuestra herencia natural es la creación, cabe preguntarnos: ¿Pasar de creador a consumidor, en sí, no es una caída? ¿Acaso no caemos al vacío, en parábolas, cuando permitimos que se nos imponga tan triste destino?
Lo cierto es que Jesús David Buelvas señala que nuestros "ojos ávidos de vitrinas", es decir, de productos para el consumo: llámese series de Neflix, pornografía, entradas a conciertos o juegos de fútbol, y un largo etcétera de cosas que nos anestesian, que nos degradan, confirman lo antes expuesto.
Ahora bien, cuando la norma es que cierran las carreras humanísticas (las que nos elevan a nuestro estado primario), cuando la ética y estética han sido relegadas, cuando el pragmatismo se instauró como amo y señor de todo lo que existe, sólo queda "testificarse ante las exigencias de la nada" o dejarnos "caer en la próxima alcantarilla".
La caída, el lanzarse al vacío, es el leitmotiv de la obra de Buelvas. El poema titulado Antirutinaria lo confirma cuando dice:
Lanzarse de este quinto piso
sería una posibilidad diferente.
Un acto capaz de romper
esta rutina que se estira
sin garantías más allá del desgaste.
No obstante, la parábola del vacío no debe tomarse desde un punto de vista netamente pesimista, sino como una voz de alerta para que podamos romper las cadenas que nos impone el sistema.
Si bien no podemos cambiar el statu quo, podemos resistir los embates que buscan degradarnos – al menos desde el yo –: ampliando nuestro pensamiento crítico, enriqueciendo nuestro vocabulario (no debemos olvidar que cuando mancillamos este valioso vínculo se degrada todo cuanto nos constituye), respetando la madre tierra, apagando el celular cada día – al menos por dos horas – y huyendo, en lo posible, de las campañas de marketing, de los lobbies políticos, de las sectas, en fin, de todo lo que atente contra nuestra individualidad.
Francisco Aguiar
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Escritor, docente y gestor cultural nacido en Ovejas, Sucre en 1973. Desde hace dos décadas vive en Cartagena de Indias, lugar donde ha participado y dirigido varios talleres literarios así como algunas actividades e iniciativas culturales. Ha publicado los poemarios Este o cualquier otro lunes y Recuento de cicatrices, el ensayo Entre el peligro y la salvación y la novela Los anuncios de cualquier soledad. Tiene inéditos varios trabajos entre los que se cuentan la colección de haiskus y tankas La voz sin eco y el libro de aforismos Manual del ególatra. Actualmente adelanta iniciativas parar empoderar su proyecto editorial Mendi-kante Ediciones.
Graduado en Español y Literatura en la Corporación Universitaria del Caribe, CECAR (1996)
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