Vivian Maier |
LA VIDA ORDINARIA DE UNA FOTÓGRAFA EXTRAORDINARIA
(Victoria Pulido Simme)
Nos maravillamos cuando en la prensa o en la televisión se habla de que alguien encontró, en un olvidado rincón, un cuadro de Van Gogh o Botticelli. “!Qué fortuna!”, “!Qué casualidad!”, comentamos. Para el escritor estadounidense, Paul Auster, la casualidad, el azar es un personaje con vida propia, con una psicología juguetona, ocurrente, masoquista si se quiere. Ver cómo la vida de una persona cambia, da un vuelco, a causa de un hecho sencillo o de un accidente es uno de los elementos austerianos por excelencia. Él transfiere la casualidad del mundo real a la literatura. La ironía es que cuando vemos el azar en la vida de cada día, algunos pensamos, “parece un cuento de Auster”.
Pero es cierto, hay seres humanos que parecen sacados de un cuento austeriano. Así fue la vida de Vivian Maier, y así es la existencia actual de John Maloof, un agente de bienes raíces de Chicago; quien no sólo ha descubierto una obra: él ha descubierto a una artista. Todo comenzó hace casi tres años, en el 2007. Los negocios inmobiliarios se movían con lentitud debido a la crisis crediticia. Por esta razón, Maloof quería hacer un libro histórico de la zona en la que estaba su oficina. Había comprado un lote de negativos por unos cientos de dólares y esperaba encontrar una posible fuente que lo ayudara a crear el archivo gráfico para su proyecto.
John Maloof |
Maloof escaneó algunos de los negativos. Y le gustó lo que vio. A tal punto que decidió comprarse una cámara SLR para principiantes. Como el mismo Maloof lo explica en su blog, “Compré los negativos de Vivian en una subasta de antigüedades y muebles. Por lo que pude averiguar, la casa de subastas adquirió sus pertenencias porque no pudo seguir pagando el alquiler de su almacén. Cuando adquirí los negativos, yo no sabía qué era la fotografía de calle”.
Inspirado por el trabajo de Vivian, comenzó a tomar fotos. Mientras iba aprendiendo y ejercitándose, regresaba siempre a Vivian, revisaba sus fotografías, las estudiaba al detalle. A tal punto, que decidió comprarse el mismo modelo de cámara que ella usaba. “Compré la misma cámara y caminé por las mismas calles; y de pronto me di cuenta de lo difícil que era hacer imágenes como las que ella había hecho. Descubrí el ojo que tenía para la fotografía a través de mi propia práctica fotográfica (…) Ella me estaba enseñando fotografía. Compré libros de los grandes fotógrafos de la calle como Harry Callahan, Henri Cartier-Bresson, Lee Friedlander. Y pensé que ella era especial, ¿cómo es posible qué nadie lo sepa?”.
Harry Callahan |
Después de varias investigaciones, Maloof encontró muy poca información sobre Maier. Descubrió que iba a un negocio muy conocido en Chicago por los fotógrafos: Cámara Central (local con más de 110 años). Estudiando sus fotos se dio cuenta que aparecían muchos niños y a veces estaba cerca del mar. Llegó al punto de encontrar otra caja de negativos, que un entusiasta de fotografía había comprado en aquella misma subasta. En aquel momento, Maloof tenía en su poder unos 20 mil negativos y mil rollos de películas, con 12 o 14 imágenes en cada uno, sin revelar. “De los cerca de 100.000 negativos que tengo en la colección, unos 20 mil – 30 mil negativos se encontraban todavía en rollos, son los pertenecientes a las décadas de los 60’s hasta 1970. He tenido éxito al revelarlos. Me faltan todavía unos 600 rollos. Y debo decir que es muy emocionante para mí”, escribe John en el blog.
Vivian Maier circa 1953 |
Vivian Maier era una sombra, un reflejo en una vidriera, en un pequeño espejo y nada más. Pero Maloof no se dio por vencido. Llamó varias veces a la casa de subastas, hasta que le dijeron que ella estaba viva, pero que se encontraba muy enferma.
A inicios del 2009, Maloof crea el blog con las mejores fotos de Vivian. Es el blog de ella, pero al mismo tiempo es suyo, un espacio que actualiza constantemente. En mayo, intenta buscar de nuevo algún dato sobre esta misteriosa mujer. Reinicia la búsqueda en Internet y descubre que Maier había muerto pocos días atrás. Como en un cuento de Auster, Maloof siguió trabajando para esa fotógrafa desconocida, que con el pasar del tiempo se desvanecía.
Rolleiflex 2.8F TLR. |
Él continuaba investigando tratando de conocer a la mujer que estaba detrás de la cámara Rolleiflex. Un día descubrió una dirección entre los rollos, así como también los nombres de Matthew y de Lane. Después de varias llamadas telefónicas, Maloof conoció a esas dos personas, y un boceto se iba dibujando en la mente del agente de bienes raíces: “Vivian Maier fue una francesa católica, que llego a Nueva York en los años treinta. Aprendió a hablar el inglés yendo al teatro. Tiempo después, hizo de niñera de tres muchachos en Chicago. Tenía un carácter particular, era muy reservada, pero al mismo tiempo era una persona extrovertida, divertida. Los niños la adoraban. Ella no tenía familia, no conocía a nadie, nunca recibió una llamada personal en aquella casa en la que vivió por una década. Se definía feminista, vestía sombreros y abrigos grandes; y usaba zapatos de hombre.
Se consideraba a sí misma un crítico de cine. Cuando los niños crecieron, Maier se “mudó” a otra familia, a otros niños.
En la década de los noventa, no tenía un hogar, y aquellos primeros tres chicos que cuidó con su inglés apenas aprendido, le devolvieron el favor: le compraron un apartamento y pagaron sus cuentas hasta que ella murió a la edad de 83 años”.
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