Estimados Liponautas
Hoy compartimos esta vieja entrevista con el cineasta venezolano Julián Balam. Aquí podrán adentrarse en el proceso fílmico de la película "El infierno de Gaspar Mendoza".
Lo irónico de la entrevista reside en la siguiente afirmación: Nuestro cine no está reflejando de manera creíble lo que está pasando. Sí en el año 2015 nuestro cine no reflejaba nuestra realidad que podremos decir ahora en este 2022, donde la información sea del gobierno o de la oposición no reflejan estos duros momentos que padecemos. Otro buen punto a tocar es cómo una película ambientada en las postguerra federal refleja nuestra realidad. Quizá si reflejaba nuestra realidad, aunque de manera encubierta, ya que esta película es de terror y pudo haber sido solo una forma de alertarnos sobre los terribles momentos por venir a esta Tierra de gracia llamada Venezuela.
Disfruten de la entrada.
Atentamente
La Gerencia.
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ENTREVISTA A JULIÁN BALAM
Por Sergio
Marcano.
En un país que al menos hasta
el momento, nunca demostró un particular afecto por la realización de historias
enmarcadas en la mayoría de las vertientes de los géneros cinematográficos. Julián Balam, un novel cineasta, se atrevió a transitar la árida ruta de estas
narrativas con un proyecto que bebe a partes iguales del thriller psicológico y
de suspenso. Algo no distinto, de los muchos casos de cineastas guerrilla de
estas fronteras, no ser porque el proyecto provisionalmente titulado: “Gaspar Mendoza”, logro conquistar el financiamiento estatal de “La Villa
del Cine”, con la efectividad y solidez de su propuesta.
Un hecho notorio y sin duda
novedoso bajo este sol tropical, y que, siendo muy esperanzados y positivos,
incluso podría hacernos pensar que el cine venezolano esta enfrentando
verdaderos vientos de cambios, y hasta tal vez nuevas maneras de entenderse a
si mismo.
Un hecho que nos impulsa a
realizar esta entrevista para que todos los lectores interesados conozcan un
poco de este apetecible proyecto de factura nacional.
NOTA:
Todas las
fotografías son
cortesía
de Alexis Pérez Luna.
Gaspar Mendoza es un hombre que ha sepultado su pasado como soldado
durante la Guerra Federal; ha tratado de forjarse para sí y para su familia un
hogar respetable a pesar de lo difícil del contexto que les rodea, lleno de
viejas rencillas, alzamientos permanentes y limitaciones materiales extremas.
Su hija, María Eugenia,
comienza a tener terribles pesadillas relacionadas con la guerra y esto
mantiene en constante tensión a la familia, que no se explica el por qué de los
sueños. Atribuyendo las pesadillas a haberse distanciado de la iglesia y de
Dios, Mercedes, la madre de la muchacha, impone a Gaspar la necesidad de
bautizarla, algo que él ha evitado desde el nacimiento de la niña. Gaspar
termina por aceptar y el día del bautizo aparece un misterioso niño que
terminará de alterar la “normalidad” de esa casa.
Me gustaría agregar que es una historia clásica, la del hombre que trata de enterrar el pasado pero no lo logra, a pesar de todos sus esfuerzos por redimirse. Una cosa que me interesó desde el principio fue la posibilidad de contar esta historia en un contexto nuestro y además de época, que no es cualquiera sino aquella que correspondió a la última guerra que vivió nuestro país, la Guerra Federal, una verdadera catástrofe para una Venezuela rural, endeudada y empobrecida, que apenas comenzaba a recuperarse del otro gran seísmo de nuestro siglo XIX, la Guerra de Independencia. Para una historia de suspenso, un período de post-guerra es el escenario perfecto para abordar traumas colectivos e individuales de todo tipo, principalmente aquellos relacionados a la ética, a la vida y a la muerte y al valor que una sociedad determinada le da a estos conceptos. También toca lo ético en cuanto a lo que se hizo y a lo que se dejó de hacer durante la contienda y a las consecuencias de esos actos, que en el caso de esta película, corresponden al terreno de lo sobrenatural.
¿Cuáles serian los referentes
audiovisuales que te influencian narrativa y visualmente para hacer la
película?
Si mi respuesta fuese muy corta diría títulos; el Drácula, de Coppola,
es una de mis favoritas pero otras películas como Los Inocentes, de Jack
Clayton, o La Profecía, de Richard Donner, me han inspirado mucho. La cosa es
que a mí siempre me han gustado las películas de terror clásicas, como las de
la época de oro de la Universal, o las de la Hammer, aquella gran productora
inglesa que se dedicó a rehacer grandes obras como Drácula –con Christopher Lee
y Peter Cushing- o La maldición del Hombre Lobo –con Oliver Reed- además de
innumerables películas sobre todo de ambientación gótica, algunas con mejores
resultados que otras. También recuerdo aquella serie de películas basadas en
relatos de Edgar Allan Poe, La tumba de Ligeia, La caída de la Casa Usher,
producidas por Roger Corman y protagonizadas por Vincent Price, que tenían la
etiqueta del bajo presupuesto pegada en la frente pero eran a la vez eran muy
creativas a nivel técnico y estético. Recuerdo haberlas visto todas en el canal8, en los 80. Pienso que todas aquellas películas tenían una magia particular;
un uso ingenioso de los estudios, de la fotografía y la puesta en escena en
general, juntando todos los elementos para generar la atmósfera del terror.
En Gaspar Mendoza, la cosa va
por ahí, generar atmósferas de inquietud y perturbación, más que de shock ante
determinado efecto visual o sonoro. En cierto modo es la esencia del gótico y
el espíritu de esta película persigue acercarse a esta esencia, derivada de la
novela gótica con sus espacios característicos –viejos castillos, abadías y
cementerios- que logran introducirnos a un mundo de penumbras e incertidumbre.
No hay nada más perturbador que extraviar nuestra racionalidad dentro de otra
lógica, tratar de encontrarle sentido y de ajustarnos a un mundo desconocido,
sentirnos un poco como Jonathan Harker cuando llega al castillo del Conde
Drácula.
¿Qué nos puedes decir acerca
del presupuesto de la película?
El manejar un presupuesto bajo obliga a cada
departamento a dar lo mejor de sí en lapsos de tiempo a veces apretados y sin tenerlo
todo a la mano; sin embargo, y tratándose de una película de estas
características, creo que hemos ido corriendo a la velocidad exigida. Lo que
más nos ha retrasado ha sido el clima, pues resulta que ahora en Guarenas hace
frío como si fuera la Colonia Tovar, y la lluvia nos ha hecho perder un par de
semanas. En cuanto al personal técnico, todos han trabajado con entrega desde
el primer día y eso es algo que me llena de orgullo porque no solamente he
encontrado camaradería y mucho apoyo, sino que sé los sacrificios que a veces
tienen que hacer para darme una o dos horas para tal o cual toma, bajo
condiciones que a veces son muy difíciles.
¿Es posible adaptar los
conceptos del género a nuestro contexto cultural? Es decir, ¿Es posible hacer
suspenso, horror, terror, ciencia ficción, en Venezuela? ¿En Latinoamérica?
Por supuesto que sí. No me cabe
la menor duda. Es difícil imaginarse que todavía hoy algunos de nuestros
cineastas se resistan a hacer género –aunque afortunadamente esto está
cambiando- por considerar que eso va en detrimento de la libertad creativa. Me
atrevería a decirte que para hacer una película de cualquier género lo importante es la conceptualización de la película; si el concepto está
claro de entrada sabes lo que puedes y no puedes hacer, aún tratándose de una
película de género, terror, policial, de extraterrestres o lo que sea. En el
caso de Gaspar, se ha hablado de “película de bajo presupuesto” cuando en
realidad lo es parcialmente. Se trata de una película de suspenso, con elementos
de terror y que además es de época. Las implicaciones de esto son, a nivel
presupuestario, tremendas. La única forma de mantener una película de estas
características como de “bajo presupuesto” es teniendo a la mano una plataforma
como la de la Villa del Cine, u otra similar, de otro modo sería demasiado
costosa y nadie se tomaría el riesgo de hacerla… ah, y si a eso agregas que el
realizador es novel ni hablar. Gaspar es una película relativamente cara para
nuestro contexto, pero que se puede hacer con costos controlados porque existe
la Villa del Cine.
JULIÁN BALAM. Imagen tomada de Gran cine. |
Para ampliarte un poco mi respuesta sobre género, yo pienso que se
trata de una apuesta con grandes posibilidades; lo mismo que leer a un autor
que te gusta, o recurrir a un género musical ó literario determinado, cada uno
de nosotros responde a discursos diversos pero a la vez conocidos. El género
cinematográfico permite a cualquiera relacionarse de antemano con una película.
Es común escuchar en una taquilla de cine a la gente poniéndose de acuerdo sobre
qué van a ver ¿Será que vemos una romántica, o de miedo, o de policías… o una
venezolana? Es así como de manera cotidiana la gente se relaciona con el cine;
desde luego que en su peor lado, el cine de género maneja discursos
hipercodificados, que en la mayoría de los casos resultan planos, vacuos y
construidos a base de clichés pero estaríamos negando algo muy concreto –y
entrando en discusiones que responden más a un debate sobre la cultura- si no
entendiésemos que existen enormes posibilidades de acceso al público. Además,
esto no daría la espalda a un cine más personal e incluso experimental. Yo
pienso que para todo hay lugar, incluso dentro de algo tan cerrado como el
género.
¿Qué determina que el público
venezolano responda ante determinada propuesta?
Es difícil decirlo. No creo que exista una fórmula para llevar a la
gente a la sala y me atrevería a decir que nuestro público responde a elementos
muy dispares; los comentarios de otras personas, la temática de la película, la
promoción. A veces lamento que películas venezolanas buenas no tengan la
promoción debida y terminen con cuatro gatos yéndolas a ver o rodando por ahí
en DVD pirata. En todo caso, lo que creo es que habría que meterle caña a eso,
a la promoción, a “vender” la película para que al menos tenga una oportunidad
real y no dependa del factor boca a boca al que me refería con lo de los
comentarios de otras personas. Hace falta mejorar ese aspecto.
¿Por qué crees que no se había
hecho un largometraje de este género en el país hasta ahora?
Porque nuestro cine está consciente ó inconscientemente muy apegado a
lo político y social. Y aunque el cine político y social es necesario, algunas
personas piensan, por razones bastante equivocadas, que para hablar de un país
hay que hacer propaganda o proyecciones burdas de alguna parte de esa sociedad,
pretendiendo “reflejarla”, de manera, por lo general, bastante torcida. Desde
luego, esta es la fórmula perfecta para hacer malas películas, que no interesan
porque dan todo por sentado y no permiten al espectador reflexionar sobre sus
circunstancias y sobre la complejidad que le rodea. Creo que es una piedra con
la que tenemos tropezándonos varias décadas y que se ha agravado con el actual
enfrentamiento político. Otra cosa es el viejo concepto del “cine de autor”, un
concepto que no es malo por sí mismo pero que le ha hecho mucho daño a algunos
de nuestros cineastas y por ende a nuestro cine… de repente es como querer
tocar la guitarra como Jimi Hendrix pero sin saber afinarla.
El asunto es que mientras nosotros hemos pensado por años que el cine debe ser “social” para “mostrarnos”, el cine de género proyecta de manera mucho más sutil aspectos de lo que es una sociedad, sus carencias, pecados y paranoias; pensemos en el cine norteamericano de ciencia ficción de la década del 50, o el producido por los mismos EEUU durante los años 70 con aquella explosión de talentos jóvenes. En cualquiera de estos casos queda claro que el género fabula sobre elementos de la realidad y esta fabulación habla sobre los procesos y cómo esa sociedad los afronta.
¿Qué dirías que le hace falta
al cine venezolano contemporáneo?
Riesgo en las temáticas y más
opciones para ver.
Me parece que aunque ha habido algunos intentos de abordar otros temas, todavía falta tomar riesgos en cuanto a los temas que se tratan en las películas; creo que debe existir la posibilidad de ampliar la muestra, de conocernos más en nuestros propios gustos. Resulta que Venezuela es un país que está cambiando a un ritmo vertiginoso y esto nos asusta un poco… bueno, a mí a veces me asusta porque te vas dando cuenta de que aquello que dabas por sentado no es así, hay otra cosa, hay otras señales que te hablan de cambios profundos, que a veces no son palpables pero que vienen de forma subterránea y que a nosotros mismos, y ya digo como sociedad y como creadores, nos cuesta ver. Me parece que nuestro cine no está reflejando de manera creíble lo que está pasando, como sí sucedió en décadas pasadas. Sin embargo, creo que esto puede suceder si se abre el compás a nuevos realizadores, y te lo digo poniéndome yo mismo como ejemplo; en otros tiempos para mí habría sido imposible acceder al apoyo de un ente como la Villa del Cine para dirigir, y no es solo mi caso pues otros realizadores noveles están recibiendo el apoyo para llevar a término sus proyectos. Pero claro, esto debe crecer y dar cabida a todo aquel que tenga entre manos un proyecto bien armado, original y que haya dado muestras de capacidad en el área del audiovisual. Si esto se amplia, vamos a tener más propuestas y más cine joven hecho en el país.
Lo otro es la necesidad de que
existan opciones venezolanas en las salas todo el tiempo, que la presencia de
nuestras películas a la hora de pararse en la taquilla a escoger sea
permanente. Este factor es vital. Si no existe ni siquiera la posibilidad de
elegirlas, no hay caso.
¿A qué crees que se deba esta
falta de riesgo de la que hablas?
Creo que esto está relacionado
con la propia historia de nuestro cine, como te dije muy apegado a lo social y
a lo político, y no es que eso sea negativo pero sí considero necesario darle
un vuelco a la óptica que tenemos de esos mismos temas y a la propia visión que
tenemos sobre nosotros como pueblo y como país; ahí están los resultados en
taquilla para decirnos qué afecta al venezolano común que va a las salas y qué
no lo hace, y aunque esto no pone punto y final, sí es un indicador sobre los
intereses de nuestros espectadores. Me parece que al momento de dar el soporte
económico a los proyectos se sigue siendo demasiado conservador ¡Y eso que
estamos en revolución! hay como temor a dar la oportunidad a discursos diversos
y creo que eso tiene mucho que ver con el temor del que te hablé, el temor a
abrir el compás y darse cuenta que no todo es como se da por sentado.
¿Cómo sería un cine venezolano ideal?
Un cine que pudiese sostenerse
más allá del apoyo estatal. Ojo, que no se malinterprete, ese apoyo es vital
para nuestro cine y seguiremos dependiendo de él por muchos años, pero ese
ideal que me pides te dibuje, pasaría por tener una plataforma que se sostenga
por sí misma, lo que algunos llaman industria, aunque a mí tal vez me gustaría
llamarlo de otro modo, tal vez autogestionario, no lo sé. Lo otro sería un cine
de contrastes en lo temático, sería magnífico ver a todos los sectores de la
sociedad expresándose cinematográficamente.
¿Se podría hablar del
espectador interesado por lo criollo?
Lo primero sería definir a qué te refieres con
criollo. Si quieres decir lo hecho en Venezuela, creo que son pocos los
interesados en ver todo lo que se hace aquí, y no porque sean mala gente sino
por un asunto de preferencias e intereses. Cada película es distinta y
encuentra su público eventualmente; si no te gusta el terror no lo vas a ver ni
danés, ni venezolano, si no te gusta la comedia romántica ni que la haga Julia
Roberts. Simplemente no la ves. Lo que sí creo es que todo aquel venezolano que
decide pagar una entrada para ver una película hecha aquí, desea ver una buena
película… y ese es el asunto, debe haber cine venezolano de calidad SIEMPRE en
nuestras carteleras, y no hablo de una buena película por ahí dando la batalla,
no. Deben ser varias las opciones para ver y para elegir porque si no, al
llegar a las salas encontramos ese panorama tan desalentador y repetido de una
sola película venezolana en cartelera… o ninguna. Así las cosas, ¿Cuántas
opciones tienes si una sola es venezolana y las otras cinco son
norteamericanas? De ahí que insisto tanto en eso. Creo que el reciente éxito de
películas como La hora cero, Una mirada al mar, El rumor de las piedras,
demuestra, una vez más, que sí hay un espectador interesado por lo nacional…
aunque a veces salga defraudado de la sala, nada del otro mundo si tomamos en
cuenta que igual podrías salir defraudado de ver el último blockbuster
norteamericano.
¿Ya tienes un próximo proyecto?
Me gustaría escribir un
thriller psicológico ó un policial. Me parecen géneros interesantes, con mucho
potencial para decir cosas. Insisto en aquello de exponer sin evidenciar; no
creo en discursos servidos con cucharilla, ni en pastillas ideológicas, creo
mejor en la capacidad del espectador para darle forma al discurso.
Imagen tomada de VTV. |
¿Para cuándo se estima el
estreno de la película?
La Villa tiene una política
bastante estricta en torno a las películas por estrenar; a estas alturas están
en cola Bambi C-4, La Pura Mentira, Azú, Corpus Christi, Brecha de Silencio,
Ley de Fuga, además de las coproducciones, que también tienen su ticket. Me
gustaría pensar que será en el último trimestre de 2012, pero no tengo la seguridad.
Tomada de Cinescopio.
El Infierno de Gaspar Mendoza ★ Trailer Oficial
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