El físico Frank Wilczek en sus años de bachillerato. |
El trabajo de periodista es difícil, aunque a veces pueda parecer que todo está de cara para que salga bien. También pude ser que como estamos en agosto, hay pocos contenidos y se hacen refritos, cortas y pegas y otras tropelías para rellenar de contenidos las publicaciones periódicas. Estamos en uno de esos casos, se entrevista nada menos que a todo un premio Nobel de Física: Frank Wilczek por parte de un gran medio de comunicación como El País ¿Algo puede ir mal?
Pues sí, sí puede ir mal.
Pues sí, sí puede ir mal.
El concepto de intelectual nace en el siglo XIX con el affaire Dreyfus. El intelectual se caracteriza por ser una persona de amplio reconocimiento en su actividad, que toma posición en una cuestión alejada de su área de especialización. Opinión que es valorada, respetada y seguida por la opinión pública gracias a su prestigio. Desde el siglo XIX la figura del intelectual ha prosperado y se ha generalizado. Por desgracia el concepto también se ha pervertido y deteriorado hasta llegar a la figura del tertuliano: personaje habitual de tertulias televisivas y radiofónicas, caracterizado por ser expertos en Nada que adoctrina desde sus sillas-pulpitos sobre cualquier tema de actualidad.
El físico Frank Wilczek posa en un jardín de Valencia tras la entrevista. MÓNICA TORRES |
Obviamente FrankWilczek es un intelectual de los de verdad, que ha opinado en muchas ocasiones
de temas muy alejados de su campo de especialización: la Física. En este
contexto nos encontramos con esta entrevista, un conjunto de preguntas sin
ritmo y que, en mi opinión, lo hacen parecer un ingenuo.
Frank Wilczek
defiende que en la cuestión de la Gobernanza Mundial, nadie defiende los
intereses del Planeta, cada país defiende únicamente sus intereses nacionales y concluye:
“… Creo que el concepto de estados nación compitiendo
entre sí es cada vez más difícil de justificar y se está convirtiendo en algo
extremadamente peligroso. …”
Argumento de fácil
venta y con estribillo atractivo. Pero con letra curiosa, si sustituimos
estados nación por empresas y la gobernanza mundial por economía nacional y el problema de la sostenibilidad mundial
por el desempleo nacional: Como mínimo sorprende que lo que es bueno para lo
pequeño no sea bueno para lo grande. Evidentemente las reglas de lo grande
acaban afectando a lo pequeño. No digo yo que no, que al igual que el estado
regula la economía nacional, también se requiere una regulación de las
relaciones económicas entre naciones. Pero el concepto de Gobernanza Mundial es mucho más que eso. Igual de valido, e
incluso más fácil, sería modificar el capitalismo de cada estado y no tener que
“enmendar los fallos de mercado” por arriba con ese constructo que es la
Gobernanza Mundial. Pero a gustos colores.
La búsqueda del
titular acaba desdibujando las respuestas del premio Nobel en una boutade.
Hablo del país simbólico de millennials.
Aprovechando que Wilczek ganó su prestigio por una teoría que creo con 21 años
y con una lógica de tarugo, se confunde juventud con excelencia en el conocimiento.
Si algo tiene sentido sería un país
simbólico de expertos de reconocido prestigio en distintas áreas de
conocimiento. Ser joven no es una garantía de brillantez. La brillantez y
la estupidez se distribuyen como casi todo: como una función normal, como en
cualquier otro colectivo de cualquier edad.
Es encomiable la
preocupación por el futuro, por el largo plazo, por la sostenibilidad. Tiene
algo muy romántico preocuparse de eventos que sucederán cuando ya se esté
muerto. Sin duda es una preocupación burguesa, un proletario pobre fija su
horizonte temporal en un escenario más cercano; poder cubrir sus necesidades
día a día. Hay que tener las necesidades básicas cubiertas para tomar
conciencia del largo plazo. Sin duda lo sensato sería un equilibrio entre el
corto y el largo plazo. Pero la sensatez escasea, sobre todo en verano y aún
más en los periódicos.
Me despido, les
dejo con esta entrevista, lo hago versionando (y modificando ligeramente) a Keynes:
A largo plazo todos calvos.
By
PacoMan
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FRANK WILCZEK : “Un país simbólico de ‘millennials’ sería una fuente de inspiración”
El físico estadounidense, premio Nobel por un descubrimiento que hizo con 21 años, propone dar voz a los jóvenes en las cumbres políticas que toman decisiones sobre el futuro
MANUEL ANSEDE
Valencia 6 AGO 2018
Frank Wilczek iba para cura. Le fascinaba la idea de que había un gran plan divino detrás de la existencia. Sin embargo, de adolescente, cuando empezó a estudiar los textos sagrados de la religión católica, se desilusionó al comprobar que “muchas historias no eran creíbles”. La Biblia no le servía para explicar el mundo. “El universo es un lugar mucho más grande de lo que pensaban las personas que escribieron los evangelios. Francamente, no tenían ni idea”, bromea ahora. El joven Wilczek, nacido en Nueva York en 1951, decidió dedicarse a la ciencia para intentar descifrar por sí mismo el sentido de la vida. Y, con solo 21 años, hizo el descubrimiento de su carrera: la libertad asintótica, una fuerza de atracción que actúa en el mundo microscópico de los quarks —los ladrillos indivisibles de la materia— y es contraria al sentido común: crece con la distancia. La libertad asintótica es, por ejemplo, la culpable de que los cuatrillones de átomos de hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno que forman el cuerpo humano se mantengan juntos. En 2004, Wilczek ganó el premio Nobel de Física por este hallazgo. De paso por Valencia para participar como jurado en los Premios Rey Jaime I, el investigador estadounidense habla de su voracidad intelectual, que le hace meter la cuchara en campos muy alejados de la física teórica, como la inteligencia artificial y la gobernanza del planeta Tierra. Y, con una sonrisa, este profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts reconoce que, de momento, ha sido incapaz de descifrar el sentido de la vida.
Frank Wilczek |
Pregunta. Usted escribió en 2016 una carta abierta junto a otros premios Nobel, lamentando que nadie represente a la humanidad en general en nuestro sistema global de gobernanza, dominado por los estados nación. “El gobierno de cada país representa sus propios intereses nacionales”, criticaban.
Respuesta. Es un gran problema. El mundo está muy interconectado, de muchas formas: económicamente, a través de la información… Y unos países pueden hacer mucho daño a otros. Creo que el concepto de estados nación compitiendo entre sí es cada vez más difícil de justificar y se está convirtiendo en algo extremadamente peligroso.
P. Ustedes subrayaban que la mayoría de las personas que ahora están tomando las decisiones sobre nuestro futuro —como las políticas de reducción de emisiones de CO2— no estarán aquí dentro de 30 años.
"Que solo se eduquen bien las personas ricas, dejando una educación de segundo nivel para el resto del mundo, es un desperdicio"
R. Es un hecho.
P. Defiende que ha llegado el momento de crear un país simbólico de gente joven, de millennials, para participar, por ejemplo, en las cumbres internacionales sobre cambio climático.
R. Creo que podría ser buena idea. Es un poco idealista, no sé cómo funcionaría en la práctica, pero creo que merece la pena reflexionar sobre ello.
P. ¿Para qué serviría tener un país simbólico de millennials?
R. Podrían ser una fuente de inspiración. Mostrarían su opinión, tendrían discusiones y, con suerte, influirían en las personas que toman las decisiones. Aunque no tomen decisiones por sí mismos, el hecho de tener una especie de autoridad que pueda darles voz y pueda reflejar sus intereses a largo plazo puede ser una fuerza positiva. Inicialmente, se suponía que Naciones Unidas iba a ser una organización internacional que hablase en nombre del mundo. Supongo que lo es en cierto grado, pero por muchas razones nunca ha estado a la altura de su potencial.
P. A menudo se habla de los millennials como si fueran personas muy jóvenes que no tienen mucha idea de cómo funciona el mundo. Pero usted, por ejemplo, con 21 años hizo los descubrimientos por los que ganaría el premio Nobel.
R. Es un hecho fisiológico. El pico de capacidades de la gente, no solo físicas sino mentales en algunos aspectos, se alcanza al principio de la edad adulta. Estamos muy familiarizados con esta idea en el deporte. Es raro ver deportistas de más de 40 años en deportes olímpicos o jugando al fútbol o al rugby. Supongo que sí pueden jugar al golf [Risas].
P. Sus abuelos, procedentes de Polonia e Italia, emigraron a EE UU sin un dólar y sin saber inglés en tiempos de la Primera Guerra Mundial. ¿Qué piensa ahora cuando ve a personas en una barca intentando llegar a Europa desde África?
R. Siento que hay un potencial humano enorme ahí. Y lo que desde luego no siento es que sean algo diferente a lo que soy yo, otra especie. Podría ser yo. Espero que podamos ayudarles a ser felices.
P. Usted estudió en colegios públicos del distrito de Queens, en Nueva York. ¿Qué piensa de la educación privada?
R. Creo que la educación pública es por la que deberíamos apostar, porque es la que realmente sirve a todo el mundo. Que solo se eduquen bien las personas ricas, dejando una educación de segundo nivel para el resto del mundo, es un desperdicio, además de algo moralmente cuestionable. Desde luego, no es eficiente, porque no solo los ricos tienen hijos con talento. Y además no es justo.
P. El físico Stephen Hawking y usted alertaron en 2014 de que la creación de inteligencia artificial puede ser el mayor logro de la historia de la humanidad. Y el último.
R. Lo que a mí me preocupa es que una gran parte del trabajo actual en inteligencia artificial está dirigido a fabricar armas: drones autónomos, ejércitos de robots… La máquina del fin del mundo que aparece en la película ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú es inteligencia artificial. Siente cuándo pasa algo y actúa, sin que intervenga la inteligencia humana. Creo que hay posibilidades muy alarmantes de que una inteligencia artificial potente se utilice con fines militares o para terrorismo. Si un programa de inteligencia artificial está dedicado a fabricar soldados, entonces su objetivo será lograr que sean muy agresivos y desconfiados. No es necesariamente el tipo de seres que quieres que tengan un poder enorme. Esto es lo que más me preocupa, especialmente cuando se está investigando mucho en secreto y en países que compiten entre ellos.
P. Habla de los riesgos de la tecnología. Hoy en día vemos, en algunos sectores de la sociedad, un rechazo a la biotecnología. Usted fue uno de los firmantes del manifiesto de más de un centenar de premios Nobel contra las campañas antitransgénicos de Greenpeace. Hablaban de "crimen contra la humanidad". Son palabras muy duras. ¿Lo piensa?
R. Sí. Pensar que una tecnología solo es buena o solo es mala es una manera muy rudimentaria de analizar el tema. Creo que hay muchísimos matices que surgen en función de las diferentes tecnologías y de sus aplicaciones. Unas están llenas de peligro y dan miedo, pero otras no. Es muy importante distinguir. Y, en el caso de los organismos modificados genéticamente, gran parte de las campañas para sembrar miedo son estúpidas y destructivas. Todo lo que comemos está modificado genéticamente. Los animales domesticados son muy diferentes a cómo eran hace unos pocos miles de años. Han sido modificados genéticamente mediante cruzamientos para ser lo que son hoy, en beneficio de la humanidad. Por supuesto que hay que tener cuidado, porque hay riesgos, pero no creo que sea una tecnología especialmente peligrosa. Y, desde luego, tiene un enorme potencial para hacer el bien, para obtener más alimentos, más baratos y más nutritivos.
Tomado de El país
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by PacoMan
En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.
Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.
Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.
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