viernes, 19 de marzo de 2021

PASCUAL VENEGAS FILARDO: El momento más feliz fue el amanecer del 23 de enero de 1958






"Siempre he sido un periodista democrático"




  Pascual Venegas Filardo es padre de seis hijos, ha escrito más de una docena de libros, y ha sembrado varios árboles (…). Esto quiere decir que según un antiguo aforismo árabe, que Pascual Venegas Filardo ha cumplido varias veces con la vida. Si a todo esto –los libros, los hijos, los árboles– se agregan los 25 años que hoy está cumpliendo en el ejercicio de la profesión de periodista, es de justicia reconocer que hablamos de un hombre que ha sobrepasado con creces las exigencias que impone la sociedad para decir que alguien ha sido útil.

Son 25 años frente a una maquinilla de escribir, manipulando todas las teclas que existen en la profesión. Primero fue la crónica deportiva, apasionada y rutinaria. Seguidamente la noticia, el suceso, violento pasajero, intrascendente. Luego el trabajo anónimo en la redacción de provincia. Y más tarde la seriedad de los editoriales, donde el periodismo se hace exigente para enfocar la seriedad y responsabilidad de dolores y problemas de la realidad nacional.

—¿Cuál es su opinión sobre los editoriales dentro del periodismo moderno?

—Se toca la nariz y contesta: Considero el editorial como algo fundamental, no porque en él se exprese una línea ideológica del diario sino porque a través de lo que en él se expone se orienta al público sobre los aspectos más trascendentes de la vida de un país. Por eso un editorial tiene que estar recta y cuidadosamente concebido y por eso mismo en los grandes diarios de todos los países avanzados cultural y socialmente las editoriales están cargo no de una persona sino de un equipo donde incluso hay especialistas para determinadas materias (…).

Hay otra pregunta polémica. ¿Qué piensa sobre el periodismo? Y otra: ¿Debe hacerse el periodismo escueto, objetivo sin opinión dentro de la información? Una tercera: ¿No considera que esa frialdad del periodismo llamado objetivo no corresponde a la época?

Las tres preguntas tienen su respuesta:

—No lo creo así. Considero que dentro del periodismo informativo no se debe opinar sino expresar únicamente la noticia, con la condición sine qua non de que sea veraz. Si el periodista informativo quiere opinar, que lo haga con su firma a manera de crónica o de artículo para que se vea que esa opinión emana de una sola persona y no del diario en sí, ya que se supone que al opinar el diario a través de un editorial, de una nota breve, sin firma, o simplemente de una mancheta, se sabe que estar formas de expresión han sido filtradas por varios criterios.

23 de enero de 1958. Imagen tomada de Wikipedia.



— El momento más feliz, sin pensarlo, fue el amanecer del 23 de enero. Había estado escondido por la huelga comenzada el 21. Como medida de precaución pidió al automóvil que lo dejara en la esquina de El Conde. Un grupo de ciudadanos que pasaban en manifestación se le echaron encima. Lo subieron en hombros y lo llevaron a la redacción, gritando “viva a los periodistas democráticos”. Y eso me he considerado siempre, un periodista democrático.

—El momento más difícil. Fueron muchos, no sé, realmente, cuál citar

No sabía Pascual al mencionar en primer término el día que en que los miembros de la censura le llamaron para entregarle una lista de personajes, escritores los más, que no podrían ser mencionados; la lista la encabezaban Germán Arciniegas y Mario Briceño Iragorri. (…) O el día de una huelga frustrada –otro caso de recuerdo grato– cuando presentaron varios sujetos a la Seguridad Nacional, el jefe de la Imprenta Nacional y otros, cuyos nombres por nobleza calla, para obligar la circulación del periódico.

—Antes de recibirlos fui al taller y ordené que botaran todo lo que había y que pudiera ser usado. Cuando un periodista tiene que recurrir a estos medios, obligado por circunstancias infamantes, se puede decir que se ha cumplido con el deber.

Y Pascual Venegas Filardo, maestro, escritor, poeta, economista, estudioso de las ciencias, periodista a carta cabal se vanagloria de una sola condición en su vida: haber cumplido con el deber, siempre.





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