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Adhely Rivero. Fotografía de Yuri Valecillo.Tomada del libro "Rostro y Poesía". 1996 |
LO QUE ACERCA A DIOS NO LO APARTES
POR ADHELY RIVERO
Dentro del
universo a cada ser le toca un espacio dispuesto por Dios para vivir. A mí me
pertenece la tierra baja, la parte más despoblada de mi país, donde el
horizonte se pierde en sí mismo, y el hombre está la mayor parte del tiempo
solo, muy solo. Esta noción del mundo, es el llano. Y es aquí, en el llano
donde tengo la primera noción de la poesía, antes de los doce años, cuando mi
padre me hacía recorrer largos trechos a caballo para parar un rebaño de ganado.
En esas marchas, percibí la copla sentida del vaquero, certeros contrapunteos,
donde la poesía se dibujaba en el viento. Era un lugar distinto a las nutridas
bibliotecas familiares, donde otros a mi edad, se encontraron con notables
poetas universales. Mi libro era la memoria, esa página en blanco donde la
oralidad imprimía las historias de un mundo cotidiano. Creo que todo esto, para
un muchacho que se formaba, entre pueblo y campo, de una manera natural, pudo
bajar la balanza, inclinando la vocación hacia la literatura, la poesía.
Obtuve la
sensación de lo poético en el lenguaje de mis padres; claro está,
inconscientemente, sabía de una relación extraña cuando mi padre hablaba de sus
animales, de sus tierras. Algo muy especial ocurría cuando nombraba los
árboles, esa madera es de corazón o, un palo de corazón resiste la candela.
Estas tierras son buenas, dan agua dulce, el río está manso este invierno.
Aprendí a
vivir ese lenguaje y comencé a leerlo en la escuela de una finca, dentro de la
misma relación vital, cotidiana y práctica con los seres humanos, los animales
y el paisaje. Nunca se maltrató nada ni a nadie con la palabra.
Hay otro lugar
para lo poético, el silencio. Estar callado ante el sol de los venados sobre el
lomo de un caballo o, bajo la garúa de un amanecer, me revelaba un sentimiento
y todo silencio terminaba dilatado por la pasión que sienten los llaneros por
silbar. Comencé silbando poemas que construía de memoria. Entre rezar y silbar,
prefería silbar contra el miedo.
Creo que fundé
mi mejor lenguaje en la infancia, no era una lengua estándar, era la lengua de
mis abuelos indios, negros y españoles, la mala herencia española, repetía
siempre mi padre, era su herencia.
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Liceo Pedro Gual en Valencia |
Más tarde en
la ciudad, en Valencia, estudiando en el Liceo Pedro Gual, empecé a leer.
Asistí a la primera biblioteca real. Encontré en un libro la gente que cantaba
en las sabanas de El Gadín y en las fiestas de Arismendi, todos personificados
en una novela de don Rómulo Gallegos, Cantaclaro. Entonces, tuve
conciencia de que todo aquello que había rozado mi espíritu tenía un valor
literario.
Luis Alberto Angulo |
Ese interés
por la lectura, acrecentaba la necesidad de encontrarme con los creadores que
habitaban la ciudad. Saliendo del bachillerato conocí al poeta Luis Alberto
Angulo y formamos un grupo denominado Talión. Asistí al Taller del poeta
Eugenio Montejo, más tarde me trasladaba a Caracas a participar en el CELARG en
un taller dirigido por el poeta Rafael Cadenas y luego participé en las
tertulias de trabajo en el Departamento de Literatura de la Dirección de
Cultura de la Universidad de Carabobo con el poeta Reynaldo Pérez Só, durante
quince años, por lo menos.
Creo que en mí
existen cuatro elementos primordiales para crear un poema: la soledad, el
desarraigo, las historias esenciales y la cultura.
Desde la
infancia aprendí del llano la soledad y el silencio. Ese mundo tan extenso me
permitió la soledad como algo vital, me gustaba estar en silencio para que todo
el llano se expresara, en su canto, en su viento.
Yo sentía que
esto me sensibilizaba. Hoy día cuando quiero escribir lo primero que me
propongo es sentirme solo en el mundo, por eso escribo apartado en la
biblioteca o muy tarde en la noche.
El desarraigo,
me ha creado la necesidad de asistir a un encuentro con un pueblo mítico,
pueblo del que soy un asiduo visitante en la memoria. Tengo que reconstruir su
entorno; el paisaje, el río, la sequía, la estación de lluvia, la gente y los
animales. Todo esto está fragmentado.
Las historias
esenciales, mi vida siempre ha estado rodeada de historias, cuentos, crónicas,
que perteneciendo a la tradición popular o a personas particulares son
abordadas por mí, extrayendo lo esencial del lenguaje y de la anécdota hasta
transformarlo en poesía. Es muy común oír entre las personas historias reales o
ficticias de acontecimientos que ocurrieron en el pasado y que el tiempo ha ido
depurando en perfecto relato.
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Eugenio Montejo. Fotografía de Héctor López Orihuela. Tomada del libro "Rostro y Poesía". 1996 |
La dificultad
principal que puede encontrar el creador para materializar su trabajo, está en
superar los espejismos de la emoción, lo sentimental y la mentira contenida en
la historia. Se es muy dado al engrandecimiento de lo acontecido por los
autores primarios, quienes se aferran en enaltecer actos sin raciocinio,
producto de una subjetividad pasmosa, que no permiten que el tiempo haga su
trabajo, la esencialización de los hechos y del lenguaje.
Al desarraigo
se le debe oponer la memoria para no estropear los orígenes, el hombre se
desorienta, se extravía y hasta se borra como un camino en invierno, como dice
el poema:
Ningún
camino es eterno /cada invierno borra la conquista / el atajo / la trocha de
llegar al mundo / sobre esta inmensidad de agua bajo el cielo / de referencia.
He asumido las
historias esenciales como parte de mi creación. Estoy atento al habla común. La
oralidad del hombre del llano que relata la faena. La oralidad de mi madre en
la cocina, contando, mientras en el corredor aledaño, desde una hamaca, voy
descifrando los versos que saltan de su conversa: Junto con los animales se
vive / se tasa el aire / y el atajo / La carne seca / no tiene olor de res. /
La vaca se levanta/ y vuelve a andar el alma / Lo que acerca a Dios no lo
apartes. / Cantaba mi madre.
La cultura es
un ingrediente fundamental para escribir o construir un poema. La lengua nos
define un ámbito cultural donde se alimenta el espíritu. Asumir de ese lenguaje
lo propio y que sea un punto de partida para mostrar lo que se vive, lo que uno
es.
La pretensión
universalizante de la lengua es una retórica que nos lleva a mostrar lo vano
que somos, puesto que la palabra sin vida es hueca. Casi podría decir que un
poema no se puede hacer. Y que sólo se escribe cuando él existe como esencia de
vida.
Adhely Rivero nació en Arismendi, estado Barinas, Venezuela en 1954. Está residenciado en Valencia desde 1970. Licenciado en Educación mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Fue Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde dirigió la Revista Poesía y coordinó el Encuentro Internacional Poesía de Universidad de Carabobo. Ha obtenido varios premios por su trabajo poético, entre ellos el Premio de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación (dos años consecutivos) U. C. Premio ‘Miguel José Sanz’ de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía Universidad ‘Rómulo Gallegos’. Premio de Poesía ‘Cecilio Chío Zubillaga’ de Carora. Premio Único de Poesía 40 Aniversarios de la Reapertura de la Universidad de Carabobo. Ha publicado los libros: 15 Poemas (1984); En sol de sed (1990); Los poemas de Arismendi (1996); Tierras de Gadín (1999); Los Poemas del Viejo (2002); Antología Poética (2003); Medio Siglo, La Vida Entera (2005); Half a Century, The Entire Life, (2009): versión al Inglés de Sam Hamill y Esteban Moore. Poemas (Antología editada en Costa Rica) (2009): Compañera (2012). Poesíe Caré, Poemas queridos (2016), Versión al italiano de Emilio Coco, publicado en Colombia. Está representado en varias antologías nacionales y en la antología italiana La Flor de la Poesía Latinoamericana de hoy, tomo I, II, editada en Italia, 2016. Ha participado en diversos e importantes Festivales de poesía a nivel nacional e internacional, entre ellos, el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2007 y 2016. Festival Internacional de Poesía Al-Mutanabi en Suiza. 2008. Festival Internacional de Poesía de Bogotá, Festival Internacional de Poesía del Mundo Latino, México. Festival Internacional de Poesía de los llanos Colombo-Venezolano en Yopal, Colombia. Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, Feria Internacional del Libro de Caracas, Venezuela. Festival Internacional de Poesía de Venezuela. Festival Internacional de poesía de los llanos colombo-venezolano en Arauca, Colombia. Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo, Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Bienal Internacional de Literatura “Mariano Picón Salas”, Mérida, Venezuela. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, alemán, francés y árabe. La revista POESIA le rindió homenaje en su número 156.
Revista Poesía Número 156 by Dimitri Lipo
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