jueves, 12 de junio de 2025

ADHELY RIVERO: LO QUE ACERCA A DIOS NO LO APARTES

 

Adhely Rivero. Fotografía de Yuri Valecillo.Tomada del libro "Rostro y Poesía". 1996


LO QUE ACERCA A DIOS NO LO APARTES

POR ADHELY RIVERO

 

Dentro del universo a cada ser le toca un espacio dispuesto por Dios para vivir. A mí me pertenece la tierra baja, la parte más despoblada de mi país, donde el horizonte se pierde en sí mismo, y el hombre está la mayor parte del tiempo solo, muy solo. Esta noción del mundo, es el llano. Y es aquí, en el llano donde tengo la primera noción de la poesía, antes de los doce años, cuando mi padre me hacía recorrer largos trechos a caballo para parar un rebaño de ganado. En esas marchas, percibí la copla sentida del vaquero, certeros contrapunteos, donde la poesía se dibujaba en el viento. Era un lugar distinto a las nutridas bibliotecas familiares, donde otros a mi edad, se encontraron con notables poetas universales. Mi libro era la memoria, esa página en blanco donde la oralidad imprimía las historias de un mundo cotidiano. Creo que todo esto, para un muchacho que se formaba, entre pueblo y campo, de una manera natural, pudo bajar la balanza, inclinando la vocación hacia la literatura, la poesía.

Obtuve la sensación de lo poético en el lenguaje de mis padres; claro está, inconscientemente, sabía de una relación extraña cuando mi padre hablaba de sus animales, de sus tierras. Algo muy especial ocurría cuando nombraba los árboles, esa madera es de corazón o, un palo de corazón resiste la candela. Estas tierras son buenas, dan agua dulce, el río está manso este invierno.

Aprendí a vivir ese lenguaje y comencé a leerlo en la escuela de una finca, dentro de la misma relación vital, cotidiana y práctica con los seres humanos, los animales y el paisaje. Nunca se maltrató nada ni a nadie con la palabra.

Hay otro lugar para lo poético, el silencio. Estar callado ante el sol de los venados sobre el lomo de un caballo o, bajo la garúa de un amanecer, me revelaba un sentimiento y todo silencio terminaba dilatado por la pasión que sienten los llaneros por silbar. Comencé silbando poemas que construía de memoria. Entre rezar y silbar, prefería silbar contra el miedo.

Creo que fundé mi mejor lenguaje en la infancia, no era una lengua estándar, era la lengua de mis abuelos indios, negros y españoles, la mala herencia española, repetía siempre mi padre, era su herencia.

Liceo Pedro Gual en Valencia

Más tarde en la ciudad, en Valencia, estudiando en el Liceo Pedro Gual, empecé a leer. Asistí a la primera biblioteca real. Encontré en un libro la gente que cantaba en las sabanas de El Gadín y en las fiestas de Arismendi, todos personificados en una novela de don Rómulo Gallegos, Cantaclaro. Entonces, tuve conciencia de que todo aquello que había rozado mi espíritu tenía un valor literario.

Luis Alberto Angulo

Ese interés por la lectura, acrecentaba la necesidad de encontrarme con los creadores que habitaban la ciudad. Saliendo del bachillerato conocí al poeta Luis Alberto Angulo y formamos un grupo denominado Talión. Asistí al Taller del poeta Eugenio Montejo, más tarde me trasladaba a Caracas a participar en el CELARG en un taller dirigido por el poeta Rafael Cadenas y luego participé en las tertulias de trabajo en el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo con el poeta Reynaldo Pérez Só, durante quince años, por lo menos.

Adhely Rivero, Carlos Osorio y Reynaldo Perez Só frente al departamento de Literatura, el "bunker". Fotografía de José Antonio Rosales(coloreada). 

Imagen tomada de la revista Laberinto de Papel

Creo que en mí existen cuatro elementos primordiales para crear un poema: la soledad, el desarraigo, las historias esenciales y la cultura.

Desde la infancia aprendí del llano la soledad y el silencio. Ese mundo tan extenso me permitió la soledad como algo vital, me gustaba estar en silencio para que todo el llano se expresara, en su canto, en su viento.

Yo sentía que esto me sensibilizaba. Hoy día cuando quiero escribir lo primero que me propongo es sentirme solo en el mundo, por eso escribo apartado en la biblioteca o muy tarde en la noche.

El desarraigo, me ha creado la necesidad de asistir a un encuentro con un pueblo mítico, pueblo del que soy un asiduo visitante en la memoria. Tengo que reconstruir su entorno; el paisaje, el río, la sequía, la estación de lluvia, la gente y los animales. Todo esto está fragmentado.

Las historias esenciales, mi vida siempre ha estado rodeada de historias, cuentos, crónicas, que perteneciendo a la tradición popular o a personas particulares son abordadas por mí, extrayendo lo esencial del lenguaje y de la anécdota hasta transformarlo en poesía. Es muy común oír entre las personas historias reales o ficticias de acontecimientos que ocurrieron en el pasado y que el tiempo ha ido depurando en perfecto relato.

Eugenio Montejo. Fotografía de Héctor López Orihuela. Tomada del libro "Rostro y Poesía". 1996

La dificultad principal que puede encontrar el creador para materializar su trabajo, está en superar los espejismos de la emoción, lo sentimental y la mentira contenida en la historia. Se es muy dado al engrandecimiento de lo acontecido por los autores primarios, quienes se aferran en enaltecer actos sin raciocinio, producto de una subjetividad pasmosa, que no permiten que el tiempo haga su trabajo, la esencialización de los hechos y del lenguaje.

Al desarraigo se le debe oponer la memoria para no estropear los orígenes, el hombre se desorienta, se extravía y hasta se borra como un camino en invierno, como dice el poema:

Ningún camino es eterno /cada invierno borra la conquista / el atajo / la trocha de llegar al mundo / sobre esta inmensidad de agua bajo el cielo / de referencia.

He asumido las historias esenciales como parte de mi creación. Estoy atento al habla común. La oralidad del hombre del llano que relata la faena. La oralidad de mi madre en la cocina, contando, mientras en el corredor aledaño, desde una hamaca, voy descifrando los versos que saltan de su conversa: Junto con los animales se vive / se tasa el aire / y el atajo / La carne seca / no tiene olor de res. / La vaca se levanta/ y vuelve a andar el alma / Lo que acerca a Dios no lo apartes. / Cantaba mi madre.

La cultura es un ingrediente fundamental para escribir o construir un poema. La lengua nos define un ámbito cultural donde se alimenta el espíritu. Asumir de ese lenguaje lo propio y que sea un punto de partida para mostrar lo que se vive, lo que uno es.

La pretensión universalizante de la lengua es una retórica que nos lleva a mostrar lo vano que somos, puesto que la palabra sin vida es hueca. Casi podría decir que un poema no se puede hacer. Y que sólo se escribe cuando él existe como esencia de vida.



Venezolanos en Bogotá. Adhely Rivero

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Adhely Rivero nació en Arismendiestado Barinas,  Venezuela en 1954. Está residenciado en Valencia desde 1970. Licenciado en Educación mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Fue Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde dirigió la Revista Poesía y coordinó el Encuentro Internacional Poesía de Universidad de Carabobo. Ha obtenido varios premios por su trabajo poético, entre ellos el Premio de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación (dos años consecutivos) U. C. Premio ‘Miguel José Sanz’ de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía Universidad ‘Rómulo Gallegos’. Premio de Poesía ‘Cecilio Chío Zubillaga’ de Carora. Premio Único de Poesía 40 Aniversarios de la Reapertura de la Universidad de Carabobo. Ha publicado los libros: 15 Poemas (1984); En sol de sed (1990); Los poemas de Arismendi (1996); Tierras de Gadín (1999); Los Poemas del Viejo (2002); Antología Poética (2003); Medio Siglo, La Vida Entera (2005); Half a Century, The Entire Life, (2009): versión al Inglés de Sam Hamill y Esteban Moore. Poemas (Antología editada en Costa Rica) (2009): Compañera (2012). Poesíe Caré, Poemas queridos (2016), Versión al italiano de Emilio Coco, publicado en Colombia. Está representado en varias antologías nacionales y en la antología italiana La Flor de la Poesía Latinoamericana de hoy, tomo I, II, editada en Italia, 2016. Ha participado en diversos e importantes Festivales de poesía a nivel nacional e internacional, entre ellos, el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2007 y 2016. Festival Internacional de Poesía Al-Mutanabi en Suiza. 2008. Festival Internacional de Poesía de Bogotá, Festival Internacional de Poesía del Mundo Latino, México. Festival Internacional de Poesía de los llanos Colombo-Venezolano en Yopal, Colombia. Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, Feria Internacional del Libro de Caracas, Venezuela. Festival Internacional de Poesía de Venezuela. Festival Internacional de poesía de los llanos colombo-venezolano en Arauca, Colombia. Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo, Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Bienal Internacional de Literatura “Mariano Picón Salas”, Mérida, Venezuela. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, alemán, francés y árabe. La revista POESIA le rindió homenaje en su número 156.

 


 

Revista Poesía Número 156 by Dimitri Lipo



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