martes, 29 de marzo de 2016

El ministerio de las mentiras del gobierno


Fotografía de Yuri Valecillo


Estimados Amigos

Hoy tenemos el gusto de compartir un nuevo texto de nuestro amigo Carlos Yusti. Un ocurrente texto que habla de la ventajas de oficializar el Ministerio de las mentiras en Venezuela.

Deseamos disfruten la entrada

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Carlos Yusti


En uno de los gobiernos de la cuarta república, de cuyos desaguisados no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo al que se le ocurrió la excelsa idea de crear El Ministerio de la Inteligencia, cuya función primordial era enseñar a la gente a utilizar el cerebro para cuestiones más trascendentales que pensar en las piernas de la secretaria o en lo perversa que es la villana en las telenovelas. Los opositores de siempre aseguraban que el ascensorista de semejante Ministerio sería Arturo Uslar Pietri, que el cargo de secretaría sería desempeñado por la antropóloga y etnolingüista franco-venezolana Marie-Claude Mattéi-Müller y el responsable de repartir el café sería Jacinto Convit. El propulsor de este ministerio fue el Dr. Luis Alberto Machado. De allí que la creación de un Ministerio de las mentiras del gobierno es más que viable.

Luis Alberto Machado


En el mundo actual en la que los “Reality Show” (o telerrealidad) contratan a actores y actrices de segunda para que escenifiquen vidas patéticas, en la que la publicidad no vende productos, sino felicidad y donde la verdad tiene tan mala prensa que es necesario otorgarle un sitial de importancia a la mentira. Sin la mentira toda esa fachada que construimos a diario para parecer decentes y buenas personas se caería a pedazos.



Oscar Wilde en un texto aclara que la mentira está en decadencia y en ocasiones ni ya los políticos de oficio quieren utilizarla y quizá por ello Wilde escribió: “Después de todo, ¿qué es una bella mentira? Pues, sencillamente, la que posee su evidencia en sí misma. Si un hombre es lo bastante pobre de imaginación para aportar pruebas en apoyo de una mentira, mejor hará en decir la verdad, sin ambages. No, los políticos no mienten”. Los políticos no mienten, pero no saben con seguridad que es la verdad. Ante esta prueba contundente urge la creación de un Ministerio de las mentiras. Este singular ministerio sería el encargado de administrar y difundir las mentiras del gobierno de turno. Es decir regularía de manera sistemática las mentiras y de esa manera el gobierno respectivo estaría en la facultad de sopesar su capacidad y eficiencia. Si durante una semana (o en un mes) las mentiras gubernamentales aumentan es un síntoma que algo anda mal en determinados ministerios y es menester resolverlos para optimizar así el rendimiento.



Otra función importante sería la administración de las mentiras. Así ningún funcionario puede andar por allí mintiéndole al pueblo, aprovechándose de su nobleza y buena fe. Funcionario que haga eso será sancionado y desde el ministerio se le levantará un expediente (por supuesto lleno de mentiras) que se remitirá al Ministerio de Justicia.

El ministerio de las mentiras podrá fijar cuotas para las mentiras de los entes privados que realicen contratos o negocios con el gobierno. También fijará una cuota de mentiras que el presidente en uso de sus atribuciones podrá utilizar, pero sin exagerarlas ni agregarles vuelos imaginativos ya que será sancionado. Por ejemplo con la Misión Vivienda. Podrá ofrecer un millón de casas para finalizar el año, pero no está permitido que diga que las casas tendrán piscina y estarán equipadas, ni muchos menos que se construirán con materiales de óptima calidad. A lo sumo podrá mostrar una maqueta fabricada con palillos de dientes y paletas de helados.


Los recursos del Ministerio de las mentiras se obtendrán a base de falsedades y estafas solapadas. Además deberá elaborar un manual de mentiras permitidas que todo funcionario deberá aprenderse al caletre. El lema del ministerio será “La verdad nos hará libre, pero la mentira es decir, ese relato de bellas cosas falsas, como decía Wilde, nos mantendrá en el gobierno”.

Además el ministerio de las mentiras podrá sancionar a todo aquel ciudadano que se dedique a contrarrestar las mentiras gubernamentales con más quimeras engañosas (o en su defecto con verdades verificables) sin tomar en cuenta que aquí los únicos revolucionario son los del gobierno y los demás son sólo lacayos del imperialismo.


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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.


Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal

 Tomado de Letralia

Entrada actualizada el 30 de julio de 2022


viernes, 25 de marzo de 2016

CRÓNICAS VALENCIANAS.... Remembranzas azules.







Estimados Amigos

Hoy  25 de marzo de 2016 cumple un año más nuestra Valencia, la de Venezuela y tenemos el gusto de compartir con ustedes este hermoso texto lleno de amor y nostalgia por nuestro burgo realizado por nuestro amigo Freddy Ordáz. Quizá para algunos de nuestros amigos el escrito sea muy local pero no podía ser de otra manera. Es una forma de compartir vivencias con las personas que hicieron vida por esa Valencia de antaño y de hacerlas más cercanas a las nuevas generaciones.



Deseamos disfruten de la entrada.


Richard Montenegro



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 Freddy Ordáz T.

Es propicia la ocasión para compartir unas pinceladas históricas con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de nuestra  querida y tan maltratada ciudad; “La novia del Sol”. 

Entonces los invito  a un recorrido para fijar una Valencia  del recuerdo. Una revisión a partir de las décadas  50-60, cuando  la urbe aun  no empezaban a caérseles los techos rojos de sus confortables casonas y su casco urbano conservaba su Palacio Municipal, su magia y su encanto, con sus retretas dominicales. 

Registro un recuerdo personal de ella conformado por las vivencias, personajes y sitios de diversión sana que ya desaparecieron  y siempre recordaremos, como una expresión viva y dinámica; sin olvidar los personajes populares irreverentes  de la razón. Como Lázaro, el Negro Antonio,  Aparicio “copei”. El Nazareno, La Gata etc; el lotero y exvendedor de torrejas Vicente Diaz “el espaturra'o” en las cercanías del Pasaje Centro, donde se pulían zapatos a 1,50 Bs.  En ese pasaje se hallaba un rincón acogedor llamado “Jolly Bar”.  Un sitio para encuentros amistosos y citas amorosas con vista a la parada “La Elegante” por la calle Páez donde llegaban los buses del  transporte Michelena. Traeré a colación un funcionario policial de estampa humilde, me refiero a Guarenitas. 

Recordamos los medicamentos Azul de metileno, mercurio dulce, kantrex, la emulsión de scott, sal de uvas Picot acompañadas con Kola G, purgante efectivo,  pastillas commel para el dolor de cabeza, gotas Valeriana. Las ñapas en las bodegas como la “Yaracuyana” de Policarpo Pacheco, Av. Martín Tovar cruce con Calle Comercio  donde se expendían las bebidas de las boconas botellas,   Green Spot, chicha A-1 y la sabrosita colita Grapette, las ordenadas cajetillas de cigarrillos Lido. Viceroy, Bandera Roja y Capitolio, al lado del cartelito “Yo vendí a contado. Yo vendí a crédito”. Jabón Heno de Pavía, las pastillas de menta, canela y tuti fruti .en cajitas de chicles Adams. El sabroso  y exquisito café con leche Klim y bizcocho butaque. El mundo de las aguas de colonias; Yardley, Old Spice, Vetiver pañuelos perfumados, y las infaltables Jean Marine Farina (Roger Galett) o la 4711. Los “picoteos”  caseros de la Pastora, San Blas o San José.

Los cantantes y músicos como el serenatero mayor Julio Centeno,Eleazar Agudo, Margot Valencia, Eddy Castro, Kike Aponte y su afamado Trío Evocación, el arpista Marcos Colmenares, los morochos Salazar de la Pastora. 




En el sector El Viñedo se ubicaba el carrito de  perros calientes de Víctor a 0,50 Bs, las pizzerías Oh.. que Bueno, atendida por Antonio,  La Napoles hechas a la leña, , El Cubanito con una novedad para la época merengadas servidas a sus propios carros, El Tap- Room. Hostería El Rey. Las fiestas bailables con los Billos Caracas Boys, los Melódicos, Orquesta Universidad, Porfi Jimenez en los elegantes salones del Hotel Capri (Frente a la Cámara de Comercio), La Casa los Andes y el Circulo Militar con entradas a 20 Bs. Las fiestas de las cumpleañeras en el Country Club con la bebida más promocionada del momento el “Ron Cacique”. Las “Pavitas” de la Michelena, La Manguita, Nuestra Señora del Pilar y las popof de los institutos privados.  

Mi juguito en la Esquina Cruz Verde en la parroquia La Pastora. Las Pensiones El Carmen por los lados del Terminal de la 5 de julio, Barinas y José Gregorio Hernandez por la Candelaria muy cerca el restaurante Ítalo-Venezolano con un menú diario de espagueti a la Boloñesa y refresco por Bs. 1,50.  Los paseos en el deportivo carrito descapotado MG frente al volante el Sr Vizcarrondo, el Abogado Michelena solucionándole la libreta militar a los “pavos bolondronados”. Florencio asomado en la ventana de su casa en la calle Colombia por las cercanías al  Bar Brasil, la gorda Adela con afeitadas a Bs. 1,00 , corte “totuma”  o muñeco e' palo -léase cuadrado-.  

Las damas añoran a las tiendas por departamentos Sears, Selemar, Gina, Tropicana, la cuchita o la permanente Helene Curtís. La minifalda y el mechoncito “robacorazón”. Joyería Tina relojes Nivada, Tissot, Mulco, Relojería Camilo Rubes. Las fiestas de carnaval de la alcurnia local en Club Centro de Amigos, cotillones gratuitos para las comparsas, una botella de Jhonny Walker servida, Bs. 70. Pollos del Este a la broaster en la Urb. Michelena. Las empanadas operadas en el Bar Royal, frente a Torre Castillito, atendida por Juan el Eléctrico. Los frecuentes contertulios, jugadores de Domino en el Bar La Cruz del Sur en la Avenida Díaz Moreno. Dándole rienda suelta a la bohemia; recordamos las bien frías “Lisas” con sus respectivos pasapalos en el Bar “Don Pelayo” detrás del Teatro Municipal (Hoy Biblioteca Publica Manuel Feo La Cruz). 

El recoveco del mercado Principal donde se expedía vasos de toddy, avena y de trigo. “Asadura” el arrocero mayor por los lados de la Plaza  Bolívar y la plana mayor de los miembros del CIPEM– Club de invitados por ellos mismos-. El Ford Falcon exhibido en H. Motores.  Las areperas como El Mayantigo en el sector Las Acacias de la  Avenida Bolívar norte se llenaban de fluxes y trajes largos en horas de la madrugada sin temor a ser atracados. Los “arroceros” venidos del Club Campestre “Mi Rancho Tropical” en  San Diego y del terminal Turístico Dique Guataparo “aterrizaban” en  la Parrilla “La 24”, atendidos por el gordo Saul en la  calle 24 de Junio  donde nadie se metía con nadie. 

No existían las Avenidas Lara, Las Ferias o la Cedeño. Siguiendo la senda bohémica, también se rememora   el Chipi- Chipi en los Sauces, Las Cibeles, La Mascia, en la Parroquia San José. El hotel Madrid frente a la Plaza Bolívar, igual La Torre de Plata en la calle Colombia. La rockola en el Bar de Adela en la esquina de la Calle Arvelo en la Plaza Santa Rosa, Bar “ El Silencio” El portugués “ cabeza e' nepe” por la Avenida Urdaneta. “El Danubio Azul” del Señor Colombo calle Roscio. La Plaza de los Emigrantes para ensayar serenatas en Lomas del  Este, llegarse hasta Columba en el barrio La Adobera para abastecerse de bebidas que llegan al alma y seguir cabalgando sobre los lomos de los minotauros para reinventar la noche y romperle el silencio ...Quisiera ser la golondrina...y despertarte si aun estas dormida .... El Bar de Francisco en el rincón “aula abierta” colmada de estudiantes de la Facultad de Derecho de la U.C pasando los nervios de los exámenes o celebrando a punta de agarrar “El águila por el pico”. 




Los Winschester, olores a estrenos, calcetines cha-cha-cha, pantalones de kaki “Palo Grande” o los Ruxton, calzados Apache, Corfan, mocasín y los US Keds. Trajes Dovilla, Dorsay, o Tortolero en la Avenida Constitución, pantalones tubitos, acampanados; el Flux blanco “Fiesta Brava” con solapa atacona; “los bolondrones abrillantados”con Glostora o Brylcreen; las arepitas dulces anisadas y cafecito madrugador, multisapidas. Los trofeos en manos de los patinadores, pan y leche, acompañados de carcajadas húmedas , gaitas parrandas. El pesebre mecánico de los Salesianos en la Redoma de Guaparo. “El Pacheco” (el frío navideño) obligaba a desempolvar los puloveres, suéteres cuellos tortugas a lo Cesar Costa, Enrique Guzmán o Archie. Ahí esta la ciudad, la ciudad que dibujo su tiempo. Se vivía en paz con esa alegría contagiosa, con sus remembranzas azuladas


freddyordaz@yahoo.com



Valencia-Eleazar Agudo




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Freddy José Ordaz Vasquez

Barquisimeto, estado Lara.  04 de diciembre de 1950

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Artista plástico – Articulista de prensa.  Miembro de la Asociación de Escritores Carabobeños.

“Trabajar, investigar, ejercitarse en la literatura y la plástica, un enamorado de la poesía, atender los innumerables amigos y coleccionistas que asisten a su taller es la más fructífera experiencia en el avance profesional de este artista Barquisimetano que estuvo residenciado en la ciudad de Nueva York, y ahora en Venezuela, predicará aquel axioma del critico y poeta ingles,” citando al filosofo Alemán Conrad Fiedler: “En la creación de una obra de arte el hombre se entrega a una lucha con la naturaleza no por su existencia física, sino por su existencia espiritual”.

“En plena era de la informática, y un gran despliegue de designios tecnológicos.-dice- Hector Gustavo AlvaradoFreddy Ordaz con orgullo va dejando sus huellas en la naturaleza de su propia circunstancia, él sabe que es así, él conoce el camino de la reflexión y la auto crítica. El sentido artístico es una fuerza indescriptible que alcanza su emancipación más allá de la intimidad imaginaria”. -culmina HGA-.

Freddy Ordaz, artista plástico contemporáneo es un personaje polifacético que se discurre entre la docencia, la promoción cultural, el articulismo de opinión cultural y la conducción de programas radiales, inscribiendo su eje de trabajo en la investigación y la reflexión constante, para lograr su propuesta artística.

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jueves, 24 de marzo de 2016

Yuri Valecillo y la cacería de brujas en la escenografía de las ciudades





Estimados Amigos

Cuando hablamos de la cacería de brujas no nos referimos a la que se realizaba en la edad media, si nos a una mas cercana. Aquella realizada por el no gratamente recordado Joseph McCarthy. Recordemos que McCarthy aupó un proceso en contra de los simpatizantes del partido Comunista en los Estados Unidos de los años 50, utilizando los recursos del estado y violando la constitución estadounidense. Todo el proceso fue una consecuencia del miedo exacerbado generado por el inicio de la guerra fría que hizo una gran mella en la sociedad estadounidense. Durante esta cacería de brujas se instituyeron las listas negras basándose en delaciones y otros procesos irregulares que buscaban coartar la libertad de trabajo y de expresión de aquellas personas. 



Algunos productos culturales que reflejan el ambiente opresivo de esa época son: Las brujas de Salem (1953) una obra de teatro escrita por Arthur Miller durante el McCarthysmo y la película El testaferro (1976).



Este fenómeno de la historia estadounidense es sumamente vergonzoso y constantemente es invocado como una forma fascista de perseguir a los oponentes políticos de un gobierno. Por esta razón es común que la izquierda latinoamericana y  venezolana cite es suceso como la verdadera faz del gobierno estadounidense. Sin embargo estos procesos no han sido utilizados únicamente por los Estados Unidos. En Venezuela podemos recordar la infausta lista Tascón, donde recogían los nombres de aquellos que firmaron para activar el referéndum revocatorio en contra del presidente Hugo Chavez. Esta lista fue creada por solicitud del mismo presidente de la república  y se convirtió en una lista negra que permitía la represalia contra trabajadores públicos o en un impedimento para laborar en ese sector. Esta lista posteriormente se convirtió en la Lista Maisanta. Aunque  mucha gente no lo vea así esta lista no es mas que un ejemplo criollo de Mccarthismo. Es una gran mancha en un proceso que se autodenomina democrático y que discriminaba a los ciudadanos que se atrevieron a ejercer un derecho constitucional.

Carlos Yusti, en el texto que leerán a continuación nos dará su particular visión del trabajo del fotógrafo valenciano Yuri Valecillo, muy diestro en el manejo del obturador, que a pesar de no cabalgar escobas sufrió el señalamiento de los factores de poder. En particular podrán leer, al final del texto de Carlos Yusti, íntegramente la carta que el embajador Yoel Pérez Marcano, que por cierto fue el defensor del pueblo del estado Carabobo, envió a Edgardo Parra uno de los peores alcaldes que ha tenido Valencia y que fue defenestrado de las mieles del poder y encarcelado debido a la evidente corrupción administrativa.

Siempre hemos de recordar que la sinceridad, ese bien tan añorado, es perseguido siempre por los factores que buscan el poder siempre como fin y no como un medio para a mejora de a colectividad.

Casualmente hoy es el cumpleaños de Yuri Valecillo y desde aquí le cantamos Las mañanitas:



y cerramos esta entradilla con Billos Caracas Boys y su tema En mi Cumpleaños:




Deseamos disfruten de la entrada y recuerde que mañana es el día de Valencia, la de Venezuela.


Richard Montenegro



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En las escenografía de las ciudades




Carlos Yusti


Las ciudades son las escenografías ideales para esos fotógrafos que se pierden en la estética de lo cotidiano, que buscan en la calle ese grito silencioso de la vida que se echa a andar en el día a día. La ciudad como un gran tinglado teatral en la cual se escenifica a diario un drama, una comedia, un amorío de enredos, un sueño tejidos de mucho hilos y que escribe cartas, telegramas y mensajes en sus paredes. La ciudad con sus calles y sus personajes de siempre (el vendedor callejero, el borrachín, la señora de las loterías, etc.) formando ese cuadro de costumbre, esa imagen que para muchos pasa como un celaje, mientras cada cual se pierde en el vibrato de hiperactividad que a fin de cuentas son las ciudades.




Yuri Valecillo es un fotógrafo que recorre la calle intentando ver la poesía, a pesar de la aceleración de la ciudad, en su conjunto, y con este grupo de fotografías trata de capturar ese sentido plástico que exhiben las ciudades, como si de ropa tendida al sol se tratara. Yuri busca con estas fotos de puertas, ventanas y grafitis subrayar una particular poética.




El ciudadano de a pie, y que por la misma agitación de la ciudad se vuelve ciego y sordo, pasa en ocasiones sin la capacidad para captar la música, la escritura y el arte de la ciudad. Estas fotos van a la pesquisa de esa belleza inusual que puede tener un grafiti, una puerta o una ventana carcomida por el tiempo.




Yuri Valecillo va siempre a contracorriente. Los admiradores y detractores de su trabajo fotográfico son muchos, pero sus enemigos se los gana a pulso y en buena lid. Como le ocurrió con un amigo mutuo que escribió una carta punzopenetrante contra Yuri a un alcalde, que meses después sería encarcelado por malversar los dineros públicos. Valgan aquí unas líneas textuales (con todos sus gazapos) para destacar la virulencia pasionaria que desata Yuri Valecillo:

Señor Alcalde, dirá usted que de lo que conoce de esta persona no lo condice a las mismas conclusiones a las que yo he llegado y estoy lamentando. La verdad de los hechos es que se trata de una persona muy inteligente e ingeniosa. (“La virtud sin probidad es un azote”, S. Bolívar) que utiliza esos atributos de la condición humana como artista de la simulación, experto de la lisonja, oficial del doblez, que apela a su sonrisa fácil, a sus historias bien elaboradas, a las anécdotas de hechos ajenos o no comprobados o que él épicamente se los atribuye, a sus refinamientos franceses y sus paseos por el mundo de la cultura y el poder que como tuvo sartreano debería aborrecer, con el fin de construir una aureola de personaje magnifico fácilmente aceptable en escenarios que, como el de usted y yo, esta dado para valorar la valentía, imitar la irreverencia, agraciar la rebeldía y disfrutar delos cuentos que hacen de nuestros sueños y utopías, algo mas importante que nuestras vidas ordinarias. Es un mitómano, ególatra, resentido por sus fracasos de artista, cuyo referente revolucionario no es la revolución popular y antiimperialista del Negro Chávez sino el mundo del existencialista de Jean Paul Sartre y, que no forma ni formará parte de nuestro partido porque ese personaje no esta hecho para el equipo, el respeto a las decisiones superiores y a las jerarquías, por lo que, en el momento menos esperado sacará a relucir todo su resentimiento pequeñoburgués para verterlo no contra la oligarquía valenciana ni la burguesía carabobeña, sino contra los revolucionarios, a quienes no les reconoce virtudes superiores a las que el mismo se atribuye sin fundamento.


Edgardo Parra

Todo lo que se diga a favor o contra de Yuri es verdad y es mentira. Detrás de todo artista se teje una mitología que de alguna manera se va anexando a su trabajo, subrayando lo que sus fotos, con cierta descarnada estética, van desnudando: la pequeñez humana, el desmoronamiento espiritual en todos sus estamentos y la insolidaridad galopante de globalidad.


Yuri Valecillo

Que el trabajo de Yuri Valecillo es sugerente y a contracorriente de alto impacto es innegable, incluso cuando sus fotos se deslizan sólo hacia lo estético. Su trabajo fotográfico puede no gustar, lo cierto es que el espectador de sus fotos afinará su mirada hacia nuestro entorno, hacia esa realidad nunca aburrida y con esa estética despiadada que no aboga por la tibia indiferencia ni la verborrea del poder político o religioso.


Tomado de Letralia





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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.


Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal

 Tomado de Letralia

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martes, 22 de marzo de 2016

Miguel Torrence detrás del telón



De izquierda a derecha: Guillermo Rodriguez, dos personas que nos falta identificar, Carlos Yusti en la cuarta posición, Miguel Torrence y Maritza la esposa de Torrence. Fotografía de Yuri Valecillo

Estimados Amigos

El pasado viernes 18 de marzo de 20016, a las 9 de la mañana falleció Miguel Torrence. Uno de ls piares fundamentales de a cultura en Valencia y en el estado Carabobo.

A modo de homenaje compartimos con ustedes esta breve semblanza de Miguel Torrence escrita por Carlos Yusti.

Buen Viaje Miguel

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Carlos YUSTI


De joven, o más bien en esos días en que era un vago con los bolsillos llenos de sueños desmantelados y la bravuconería barriobajera a flor de piel, merodeaba por la escuela de teatro Ramón Zapata, frente a la plaza Sucre. No iba por conocer la entraña argumental del teatro como arte y cosa, mucho menos para saborear la magia del drama o la comedia servida en calienta al público asistente. No, sólo iba por las actrices, por su vuelo vaporoso hacia otros personajes y los senos y los muslos, claro. Yo creo que Miguel Torrence (1949-2016) se metió en esto del teatro también por las actrices y ese mundo irreverente y bohemio que traspiraban los cómicos de la lengua en ese gran teatro que es la calle y la vida.


Plaza Sucre

Lo cierto es que Miguel fue tomándole el ritmo a esto del teatro y poco a poco se fue convirtiendo en un monstruo (en el peor y mejor sentido) de la actividad teatral en el país. En una entrevista que le hizo E. A. Moreno-Uribe, y la cual se puede lee por Internet, Miguel explica: “Estudié en la valenciana Escuela Ramón Zapata con el maestro Eduardo Moreno y debuté como actor hacia el 11 de octubre de 1960, en un espectáculo con los textos Petición de mano y El aniversario de Chejov. Me dediqué de lleno a la dramaturgia y la dirección y por eso ya contabilizo más de 300 montajes y unas 60 obras escritas”. Su visión del teatro no era para nada esquemática; le gustaba explorar las posibilidades de asombro creativo que el teatro podía brindar y por esa razón sus versiones teatrales de Brecht, Ibsen o Strinberg siempre ofrecían una vuelta de turca más de autores algo polvosos, pero que Torrence sabía ajustar a nuestro tiempo para explorar lo humano desde esa hoguera de las vanidades y la mala conciencia política. Sobre la obra el El proceso de Lucullus, de Bertold Brecht, convirtió, como él mismo lo ha dicho, la sala de teatro en un gran mercado libre, para recrear la obra desde un contexto latinoamericano y exprimir todas sus variaciones políticas.

Para Miguel, militante en rojo profundo, el teatro se convirtió en una trinchera, pero su genialidad vitalista y a contracorriente no le permitía el panfleto teatral y siempre buscaba lo novedoso en la puesta en escena. Lo conocí primero por su leyenda militante y luego por su mítica participación en la obra Experimento número 1, que ofreció una aire vanguardista a un teatro un tanto escolar.

Lo conocí en persona mucho después a través de mi amigo (y fotógrafo) Yuri Valecillo y no me resultó tan friki como su leyenda y me pareció más bien un señor miope que veía mucho mejor a través de los anteojos del teatro. Era un gran lector. Además elogiaba, sin lamesuelismo, mi librito sobre Pocaterra y yo por mi parte respetaba su quehacer teatral en volandas y con la creatividad pisándole los talones. Con Miguel hablábamos de sus nuevos proyectos, de los libros leídos, de Sartre, Strinberg, de las obras que escribía. Nuestra entrañabilidad con las actrices nunca fue tema en estas tertulias y no por pudor, sino por despiste romántico. En el fondo Miguel era un romántico pasado por el comunismo inteligente y no ese de consignas y dogmas. Esto sin duda marcó su estilo de vivir y de hacer teatro: siempre desechando las convenciones, siempre de enemigo del pueblo por subrayar, tanto en el existir como en el escenario, sus convicciones/pasiones.

Miguel Torrence. Fotografía de Yuri Valecillo


A pesar de su militancia otra, le gustaba mucho Strinberg  y Henrik Ibsen. Creo que también Samuel Beckett. Le atraía ese teatro en el que los personajes poco a poco van dejando a la intemperie el alma con sus soles negros. No era amable con ese teatro tan predecible y tan rajatabla.

Recuerdo que para el montaje la obra El pequeño Eyolf de Ibsen, concibió trasformar el escenario es una jaula  en la cual los personajes se moverían como pequeñas ratas feroces. El gran armatoste, de hierro y cabilla, era estrambótico  y un tanto aterrador. En su cabeza Torrence concebía la obra como un laboratorio que en vez de ratas tendría hombres y mujeres rabiosos encerrados en esa jaula de sus odios, miedos, prejuicios  y pequeñeces. Además le dio un papel al viejo Valecillo*. Como es lógico este Ibsen se vivificaba desde una perspectiva nada ortodoxa, pero la jaula era una metáfora que le quitaba frescura e impacto a la actuación, pero así y todo la obra tenía esa costura surrealista y tétrica que desconcertaba mucho a los espectadores.

Si algo distinguió el trabajo como director de Miguel Torrence fue esa pasión irreverente por hacer del teatro un espacio crítico lleno de lirismo cromático y de esa geometría iconoclasta que exploraba todos los riesgos escénicos como intentado descubrir, a través personajes desgarrados y volátiles, el alma del tiempo que le tocó en suerte. Su genio punzante y descreído atrajo a sus amigos y enemigos de rigor.


Samuel Beckett

Lo cierto es que su huella en el teatro nacional ha quedado, lo demás, incluso este texto, es sólo fraseo de principiante. La última vez que hablamos estaba preocupado por Sartre, por su teatro. Estaba en una relectura pasionaria. Le dije para desalentarlo: “Sartre más que un escritor, era una especie vedette turbia de pupitre. Además es un autor hoy sólo de libros de remate, pero Camus ese si…” Miguel me dijo un tanto teatral, extendiendo los brazos: “Soy un existencialista por costumbre, la nausea todavía me dura”.

Nunca le dije maestro. Aunque creo que no le hubiese gustado. De todos modos el título se lo ganó en buena lid. Sus enemigos están más tristes que sus amigos, ya no tienen donde hincar su tridente. Como ratas, de ese laboratorio de la pequeñez y la intriga al que pertenecen, ya no tendrán donde roer su falta de genio, su amargura de no tener talento. A veces el mundillo cultural es una nausea y mira que no soy existencialista.


Miguel era como yo: un autodidacta. Y como yo leía mucho. Sus padres le quemaron los libros para que no se enfermara, pero Miguel, ay, ya estaba enfermo de literatura. Enfermedad que vertió con gran acierto y competencia en el escenario y eso se le agradece. La oscuridad se cierra como un parpado. El público espera. Se abre el telón y la maquinaria del sueño y la imaginación se echa andar como una callada mariposa que vuela en la oscuridad.



*José Valecillo: Carpintero, esperantista, actor, guerrillero y lector de teatro. Padre del fotógrafo Yuri Valecillo.


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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.

Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal


 Tomado de Letralia