miércoles, 28 de febrero de 2018

ANDRÉS BELLO Y SU CALENDARIO MANUAL Y GUÍA UNIVERSAL DE FORASTEROS EN VENEZUELA PARA EL AÑO DE 1810





Crónicas del Olvido


**Alberto Hernández**

Andrés bello.


1.-

Siempre Andrés Bello. Hizo de todo: desde crear una gramática hasta escribir poesía. Y siempre fue el primero en casi todo. Aquí y en otros países. Pero es en Venezuela donde menos se le respeta. El genio de Andrés Bello fue una luz ambulante: en Venezuela, Inglaterra, Chile y dejó la impronta de un estudio de la lengua castellana que en la misma España es de uso frecuente. Lingüista, poeta, agrimensor de nuestra historia, abogado, redactor del códigos civiles, nuestro autor es un desconocido en el ambiente cultural donde ambulan mediocres, aturdidos por falsas conciencias y por las regalías del populismo.



Andrés Bello publicó el que se considera el primer libro impreso en nuestro país: “Calendario Manual y Guía Universal de Forasteros en Venezuela para el Año de 1810”. Se trata de un registro donde figuran el calendario de ese año, el cómputo eclesiástico, las épocas memorables, las fiestas movibles, una nota para inteligencia del almanaque, un resumen de la Historia de Venezuela, la división civil, los tribunales superiores y juzgados ordinarios de la Capital, la Audiencia Real y Chancillería de Caracas, los señores ministros, los subalternos del tribunal, los escribanos de Caracas, juzgados civiles y ordinarios, entre otros asuntos, todos ellos recogidos del índice al que apeló la editorial maracayera La liebre libre (2003)para darlos a conocer a los lectores.



2.-

En la nota de los editores (Harry Almela, Alberto Hernández y Rosana Hernández Pasquier), el comentario señala los tropiezos que tuvo el material para ser publicado, hasta que “La aparición definitiva de fragmentos del “Calendario” se lleva a cabo recién en julio (1810), cuando ya es más que evidente la pérdida de todo interés en un libro con estas características, además de que los datos acerca del estado civil, eclesiástico, judicial y militar de la Provincia de Caracas, han cambiado a partir del 19 de abril”.

Harry Almela

Más adelante, el texto dice:

“En Venezuela, al igual que muchos de los países que usan el español como lengua materna, el Día del Libro se conmemora el 23 de abril, fecha que tradicionalmente se ha considerado como la de la muerte de Miguel de Cervantes en 1616. Nuestro Día del Libro debería ser el 10 de julio, pues ese día de 1810, tal como lo anuncia la “Gazeta de Caracas” en su edición N° 101, el joven Andrés Bello –tenía sólo 29 años- puso finalmente a la disposición de sus lectores el libro que tantas vicisitudes había superado. Comienza así la aventura del libro impreso en Venezuela. Una historia que, a pesar de los deseos en contra, nunca habrá de terminar, para beneficio de los lectores y de nuestra cultura”.



3.-

Para la publicación de este libro de don Andrés Bello fue preciso usar tipos que se aproximaran a los de la época. Y fue editado por la Imprenta de Gallagher y Lamb.

Pedro Grases

Una cita de pie destaca que “En el estudio preliminar a la edición facsimilar del “Calendario Manual y Guía Universal de Forasteros en Venezuela para el año de 1810, Caracas, Banco Central de Venezuela, 1968”, se relatan las peripecias que sufrió el libro para su publicación, dadas a conocer por don Pedro Grases. Es decir, esa es la edición que siguió La liebre libre. “Una versión de este prolijo estudio se puede leer también en PEDRO GRASES (1989), “Escritos selectos”, Caracas, Biblioteca Ayacucho, N° 144, pp. 218-238”.



Que la pequeña pero laboriosa “Liebre Libre” se haya empeñado en este volumen, dice mucho de quien se encargó de revisar y traer esos materiales hasta la mesa de trabajo en la casa donde insistíamos, avenida 19 de Abril frente a la Maestranza Plaza de Toros “César Girón”, de Maracay: el hogar de Harry Almela, para quien Andrés Bello fue una fuente de creación.



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Descarga el “CALENDARIO MANUAL Y GUÍA UNIVERSAL DE FORASTEROS EN VENEZUELA PARA EL AÑO DE 1810” pulsando aquí

Alberto Hernández

Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua. 

Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y  extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.

Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999).  Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».


jueves, 22 de febrero de 2018

Una Ludoteca nueva en Venezuela




Niños inaugurando su LUDOTECA

Estimados Lectores

Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes la más reciente colaboración del escvritor venezolano Carlos Yusti. El suceso reseñado por la nota que Yusti nos obsequia es un gran triunfo en un país donde los líderes políticos acostumbran a sacrificar el bienestar colectivo en aras de uno más cercano: el bienestar propio.

Deseamos disfruten de la entrada.


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Notas desabrochadas : Juego y aguafiestas 


Carlos Yusti

En días pasado se inauguró en una escuela de mi comunidad una ludoteca. Mi esposa,  la socióloga Ana María Marín, y yo estuvimos bastante cerca de todo las fases superadas para darle viabilidad y junto a los directivos de la escuela, sus maestros y algunos representantes sorteamos un sin fin de trabas y cotidianos obstáculos. Por supuesto jamás nos rendimos ante la burocracia ministerial y mucho menos a esa enorme anomia del gobierno de turno que todo lo impregna como una peste.




Como es lógico un proyecto de semejante envergadura necesita un buen apoyo y en tal sentido la Asociación Civil TEPUI (https://tepui.ch/#about), radicada en Suiza, pero cuya presidenta ejecutiva Yelitza Bättig Louzé es venezolana (y en la que algunos de sus hermanos fueron estudiantes en la escuela), fue el soporte necesario para darle concreción a La ludoteca. Fue todo una series de reuniones y talleres que involucró, desde el primer momento, a los directivos, maestros, alumnos y representantes de la institución.

Ana María Marín y Maurelena Remiro Galindo 

Se inició en marzo del año 2017 con un primera reunión con los directivos de la escuela en la que se explicó que era TEPUI y cuales eran las propuesta sobre una ludoteca, la cual contemplara el préstamo del juguete a los niños. Esa reunión dirigida por Maurelena Remiro Galindo, representante en nuestro país de Tepui, contó con una dinámica singular a la cual asistieron las directoras de CDI Caroní, del preescolar Yocoima y de la Escuela Integral Bolivariana Yocoima,  en la misma se dieron los primeros lineamientos de la ludoteca que soñamos, los insumos de esta reunión fueron procesados y llevados a los maestros en una reunión donde se agregaron y se enriquecieron con las opiniones de los maestros, en mayo de ese mismo año se bajó a los niños en un primer taller que se realizó en el espacio de la ludoteca, los niños hicieron aportes relevantes, posteriormente se trabajó con los padres de diversas maneras, aula por aula y de forma grupal. Los padres fueron un elemento altamente motivante cuando aportaron, con mucha generosidad y compromiso, los recursos necesarios para acondicionar el espacio de la ludoteca.  Así se logró soldar, reparar el aire acondicionado, colocar los cables para la iluminación, reparar  los huecos en el piso porque los padres del tercero A donaron el cemento necesario, también los ganchos para el techo, anticorrosivo, electrodos, entre otros materiales; y por supuesto el andamio económico de Tepui que permitió moldear un espacio para que los niños se sintieran a gusto y por un momento se olvidaran de la realidad circundante que es siempre cruda y muchas veces carente de metáfora o belleza.

Los niños hicieron su carnet

En lo personal me interesa el juego no desde esta carpintería emotiva y de tesón a pesar del viento en contra, sino más bien desde ese componente ético y filosófico que se encuentra en las entrañas de cualquier juego.

Recuerdo con huecos estelares mi niñez, y algunas puntuales estrecheces, pero siempre veo a ese niño que fui al borde de la euforia jugando. Lo hacía sólo ya que mi otras tres hermanas tenían su propio mundo de juegos. En soledad jugaba con soldados de plástico y con un camión volteo, repleto de cubos de colores por el alucinaba. Luego recuerdo a otros niños del barrio con los cuales jugaba metras, volábamos samuras  y barriletes. De adolescente jugaba ping-pong, ajedrez, pelotica de goma, chapitas, boxeo.

Johan Huizinga

Sin duda me hice adulto con menos traumas gracias al juego. Es inevitable no traer a colación el libro Homo ludens de Johan Huizinga ha escrito: “El juego no es la vida corriente… o la vida propiamente dicha. Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera temporera de actividad que posee su tendencia propia”. El juego es como ese agujero de conejo por la que cae Alicia, ese inolvidable personaje de Lewis Carrol, hasta llegar a un universo y disparatado del sobrero loco. Además el juego permite socializar, buscar compinches y camaradas. Mientras se juega todo se mueve en esa esfera de la simulación. Se juega para tomarse la vida con la debida seriedad requerida, no obstante no hay nada más serio que el juego y por eso Huizinga acota: “La risa se encuentra en cierta oposición con la seriedad, pero en modo alguno hay que vincularla necesariamente al juego. Los niños, los jugadores de fútbol y los de ajedrez, juegan con la más profunda seriedad y no siente la menor inclinación a reír”.

La estética singular del juego estriba en la variedad de direcciones que tiene, en esa belleza fragmentaria algo así como un caleidoscopio donde impera la tensión, el equilibrio, el contraste y por eso Huizinga escribe: “El juego oprime y libera, el juego arrebata, electriza, hechiza. Está lleno de las dos cualidades más nobles que el hombre puede encontrar en las cosas y expresarlas: ritmo y armonía”.

La presidenta de TEPUI juega con las maestras

El juego aparte de poseer los signos evidentes de ser un catalizador cultural, estético y social goza de un componente ético que tiene su epicentro en las valores como la solidaridad, la honestidad, el respeto. Etc. Se juega conociendo las reglas, respetando su normativa para que el juego no pierda su belleza. De igual modo le da cabida al otro sin restricciones ni requisitos. En el juego no hay enemigos, sino contrincantes, competidores, etc. Al contrario de la guerra, en la cual la lucha es a muerte, en el juego se celebra la vida, el esfuerzo, la destreza.

Escena de «Byung-Chul Han en Seúl y Berlín», documental de I. Gresser que se estrenó el 9 de febrero en Barcelona - abc

En ocasiones la sociedad (o el Estado) busca barnizarlo con una capa política y sacar provecho sea propagandístico o de productividad de allí que el filosofo Byung-Chul Han escriba: “Para generar mayor productividad, el capitalismo de la emoción se apropia del juego, que propiamente debería ser lo otro del trabajo. Ludifica el mundo de la vida y del trabajo. El juego emocionaliza incluso dramatiza el trabajo, y así generar una mayor motivación(…)Un jugador con sus emociones muestra mayor iniciativa que un actor racional o un trabajador meramente funcional”.

El juego no se encuentra sujeto a imposiciones externas aunque muchos factores fuera de su esfera intenten ahormarlo a exigencias siempre oscuras y cercanas al ritual. La duración, si se quiera rápida, del juego puede ser la mejor contra dichos factores o como lo acota Byung-Chul Han: “Las cosas que requieren una maduración lenta no se dejan ludificar. La duración y la lentitud no son compatibles con la temporalidad del juego”.


Pedagogos y demás especialistas han escrito en cantidad sobre lo vital que es el juego para el desarrollo de los niños y las niñas. La gente que asume la vida con gran pompa, jactancia y cosa desencadenas guerras y tragedias espantosas, carecen de un espíritu lúdico que los encamine hacia la luz compleja del juego, para su normativa y sus reglas. Huizinga escribe: “El jugador que infringe las reglas  de  juego o se sustrae a ellas es un “aguafiestas (Spielverderber: estropeajuegos). El aguafiestas es cosa muy distinta que el jugador tramposo. Este hace como que juega y reconoce, por lo menos en apariencia, el círculo mágico del juego. Los compañeros de juego le perdonan antes su pecado que al aguafiestas, porque éste les deshace su mundo. Al sustraerse al juego revela la relatividad y fragilidad del  mundo lúdico en el que se había  encerrado con  otros  por  un  tiempo.  Arrebató  al  juego  la ilusión, la inlusio, literalmente: no entra en juego,…”

La presidenta de TEPUI y la directora de la escuela

Jugar amerita tener la imaginación en activo, la ilusión en su máxima efervescencia. De allí que jugar, o ayudar a crear una ludoteca, es una manera efectiva de que la imaginación alce vuelo y de amargarle el día a tanto aguafiestas, encumbrados en sus pequeñeces y abusos de poder.


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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.

Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal


 Tomado de Letralia

domingo, 18 de febrero de 2018

“CÓMO LEER LA POESÍA”: HANNI OSSOTT.



HANNI OSSOTT.. Foto: Vasco Szinetar


Crónicas del Olvido


**Alberto Hernández**



1.-

Soy de los que subraya los libros. Leo sobre líneas de grafito o de bolígrafo. Cuando hago eso me acerco a Ludovico Silva y lo miro mientras con su letra filosófica y menuda reconoce lo que le llama la atención y se queda con los ojos puestos en un vaso, en un jarrón, en la cara perdida de algún presocrático o en los pases ladeados de Michael Jackson. Y entonces traza una raya y se delata con un comentario al lado. 


Ludovico Silva

Digo esto porque tengo algunos libros de Ludo que llegaron a mí y los conservo con mucho afecto. Veo su letra hormigueando en las páginas: textos en latín o griego. 




Y me apresuro a jugar con esa manía, toda vez que tengo en mis manos a Hanni Ossot (siempre está cerca) con su libro “Cómo leer la poesía” (Ensayos sobre literatura y arte), editado por comala. com, Caracas 2002), porque igual que el autor de “Ópera Poética” he subrayado éste de Hanni con el regusto de sacarle todo lo que pueda a sus deslumbrantes ideas. A sus hallazgos verbales, a su sabiduría. El gozo en la lectura tiene en este libro espacio para enarbolar todos los adjetivos, pero sólo me valdré de la admiración para decir y hasta para contradecirme, que también es válido.

Yo creo que nadie sabe leer poesía. Ella nos lee. La poesía se “lee” desde la imposibilidad de creer que se lee poesía. Porque nadie sabe qué es la poesía. No se trata de un género, de una mujer desnuda, de un disparo en la sien, de unos pasos perdidos, de un libro de versos, de poemas. La poesía es, nada más. Está allí, como un cuadro que uno figura y reinventa. Como un viaje en avión entre las nubes.

Sin embargo, alguien podría preguntar ¿entonces, realmente, qué es la poesía si no sabemos qué es?

La poesía no es. Y es mejor que sea así, para que continúe el misterio y los Octavio Paz y demás teóricos, brillantes o no, sigan modulando la sintaxis o cargándole avisos y consignas a ese devaneo, a esa porfía por escribir más allá de lo posible.

2.-

Pero entonces me contradigo, porque Hanni Ossott nos conduce por unas páginas con la intención de hacernos ver “Cómo leer la poesía”. No dice cómo leer poesía, sino la poesía, lo que hace que el lector se encapriche con ese artículo y comience a formularse preguntas. ¿Por qué “la” poesía? Y ¿no por qué leer poesía? Podría parecer pérdida de tiempo, pero (siempre el pero ese) me detengo un poco y me digo: es que la poesía es una cosa y poesía otra cosa. ¿Será así?




Sí, la poesía es otra cosa. Es la poesía, la que se puede “leer” desde la incertidumbre, desde los temas que favorecen su aparición. ¿Qué le hace decir a un hombre “El otro que lleva mi nombre/ ha comenzado a desconocerme”. ¿Tenía Juarroz certeza de que la poesía lo tenía acorralado entre un “la” y un sustantivo? El espíritu de las palabras nos ahorra la explicación: la poesía es un secreto, como destacó María Fernanda Palacios en el prólogo del libro de Ossott. Y todo secreto esconde un misterio. Entonces, ¿cómo leerlo, cómo descifrarlo?

Nuestra autora vive ese misterio, vive un secreto como todo artista vive uno: saber que a “la” poesía no se le aporta nada definiéndola. Y poesía es una generalidad que podría sustanciarse con el borde de un objeto. O con las mareas.




3.-

Más allá de todo lo anterior y sus contradicciones, que podrían ser discutidas por otros autores, me quito el lazo y me voy al libro de Hanni Ossott. Ella, con una naturalidad que sorprende, nos enseña cómo abordar ese misterio, esa “herramienta” del alma que resume el alma misma. 

Varios son los puntos que desarrolla. Desde Poesía y muerte hasta Memoria de una poética, sus páginas desbordan ideas que nos acercan al evento de lectura: estar en poesía a través de su desentrañamiento: desde Rilke, su mentor, Ossott recurre a los temas más frecuentes en literatura, y para ello ensayó con esa sombra que persigue la conciencia humana: la muerte. 

“Una de las rocas sobre las que se asienta la poesía es el sentido de la muerte (…) Por ello en la poesía rara vez se habla de éxitos y sí de precariedad, de pobreza (…) Los poetas no celebran en modo alguno. La disolución, lo efímero les concierne”. 

Desde esta perspectiva, podríamos asimilar que la poesía es lo efímero, la disolución. Es decir, la poesía (la) es la que dice la muerte. El resumen de lo que se pronuncia desde lo más íntimo. Sólo para afirmar que poesía (sin la) es la presencia omniabarcante del término. 

¿Otra contradicción? Qué bueno. 

Y es tanta, que nuestra ensayista y poeta afirma de un tirón que “El arte no es necesariamente sano”. De modo que podríamos definir a la poesía como una patología, una enfermedad duradera. Y si el arte no es “necesariamente sano” es porque es necesariamente enfermo.

Palabra abismal, insondable, no cabe duda de que la poesía se revela contra ella misma y confirma que es una traducción de los sobresaltos o quietudes humanas. 

Me pongo en duda.


Foto tomada de La Parada Poética


4.-

¿Cómo leer un poema desde la muerte? Tema al fin de los creadores, la muerte es un vacío y allí se acomoda la poesía para construir una poética: es decir, su existencia como pretexto. La poesía es antes de la escritura. Ningún esfuerzo para reconocer que esto ya se había dicho antes. Nuestra autora más adelante dice:

“La literatura es cuerpo, carnalidad vuelta alma y espíritu”, antes que palabra. El espíritu anuncia el viaje, los sonidos que se convertirán en “poesía”, con razón Ossott invoca a Jung en este epígrafe: “La cuestión de lo que pueda ser el arte en sí mismo no puede ser respondida por el psicólogo…”.

Y luego, páginas más tarde: “Cuando Heidegger señalaba que “lo que dicen los poetas es instauración”, no está mostrando a la poesía como un medio capaz de arraigar al hombre a la tierra y de otorgarle un sentido a la existencia”. Es decir, la poesía es una necesidad. Por ese tamiz pasan Hölderlin, Nietszche, Rilke, Schon, quienes podrían ser ubicados en esa “Memoria de una poética” y los objetivos de estas afirmaciones:

“La luz de la conciencia organiza ese material psíquico en lenguaje”.

(***)

“Hay mucho material poético que perdemos en el vivir”

(***)

“Hay quienes opinan que se nace poeta. No estoy segura de se prejuicio. He tratado de enseñar poesía. Y he recibido contactos reveladores. Tampoco se nace para el amor, se es seducido. En la poesía hay rapto. No violación sino lenta seducción. La lentitud para el mirar y el contemplar. La lentitud para ofrendarse a la palabra del poeta. A sus bellezas. La lentitud para entregarse al eros de la poesía, que no es tiempo sino duración, un instante irreal que se prolonga en la carne y en el alma como una maravilla”

(***)

“La muerte nos relaciona con el sentir de la nada. Ella rebaja al ego, ella nos humaniza y hace de nosotros ser tierra. Creo que la muerte debe ser experimentada como fracaso”.




5.-

Finalmente, ¿cómo leer la poesía? 

Que nos lea ella. Que sea ella la lectora.

Que nos contradiga. Que nos confunda. Que nos oscurezca e ilumine.

Que nos subraye.

Que nos desaparezca.

*******

Para cerrar nos daremos el gusto de compartir con ustedes una entrevista que le realizó Rafael Arráiz Lucca a Hanni Ossot y que Letra Muerta tuvo la genial idea de compartir en Youtube. Nosotros seguimos la iniciativa y la compartimos con todos nuestros lectores en Ivoox. El archivo podrá escucharse online y descargarse en mp3 para escucharlo cuando mejor les parezca. Solo la redundancia de información permitirá que esta sobreviva, dada la costumbre de nuestros "líderes" de arrasar con nuestra memoria.



Pueden escucharla directamente en Youtube si gustan. Esperamos que con nuestro aporte este audio supere el millar de vistas. Aunque esta es una petición muy optimista. El audio original hasta la fecha de hoy 20 de Febrero de 2017 solo tiene 122 visualizaciones. Solo estar consciente de este número puede decirnos mucho de la vida cultural venezolana.




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Alberto Hernández

Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua. 

Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y  extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.

Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999).  Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».


Entrada actualizada el 20 /08/22

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