martes, 12 de noviembre de 2024

Josefina Juliac, una venezolana que vivió en tres siglos y que no supo ver la tragedia venidera

 




La prolongada batalla de Josefina Juliac, una venezolana que vivió en tres siglos y que no supo ver la tragedia venidera


LAURA HELENA CASTILLO lcastillo@el-nacional.com

FOTOGRAFÍAS FELIPE DI LODOVICO felipedilodovico@hotmail.com/ ARCHIVO EL NACIONAL

14 de octubre de 2001


La venezolana que ha vivido en tres siglos


Nació a finales de 1800, vivió todo el siglo XX y disfruta el inicio de un nuevo milenio. No fue literata, sibarita o músico, pero vivió rodeada y admirada por muchos que sí lo fueron. Durante buena parte de su vida luchó a dentelladas, aupada por el animal político que la habita. Con 104 años de edad, desafía el paso del tiempo con un humor corrosivo y un temperamento resuelto, que refresca a diario con un religioso vaso de whisky.


Si hay una cualidad humana que no envejece, esa es la tozudez; más bien, se robustece con el tiempo. Cuando suman 104 los años de vida, es muy probable que sea precisamente el carácter recio lo que mantenga al corazón latiendo. El día del patronato de San José, un 19 de marzo de 1897, nació en Caracas Josefina Juliac, hija de José Manuel y Concha. Más de un siglo después, discute con todas las enfermeras que sus familiares insisten -inútilmente- en contratar para su cuido, con la misma determinación que la propulsó a batallar -en distintas fases de su existencia- contra el gomecismo, a favor de los derechos de la mujer o de las libertades de hacer y creer. Los bríos y ocurrencias de la Juliac centenaria confirman que la vejez es un privilegio de los vivos.


En los corredores de su plácido hogar -en ocasiones perturbado por uno de los perros que tiene muy mala conducta-, Josefina Juliac disfruta con sosiego del colofón de una vida más que agitada. Las primeras palabras de Juliac tienen un tono grumoso, que no es producto de la centena que acumula, sino un rasgo que la ha identificado siempre. “Yo te voy a traducir, porque a ella nunca se le ha entendido lo que dice”, advierte Cristóbal Palacios, uno de sus tres hijos varones. Juliac tienen la clarividencia fugaz de los niños y lo hace notar con breves declaraciones. De Caracas, ciudad que disfrutó enteramente, hay algo que dice gustarle mucho: “Yo misma”. Al parecer Juliac siempre ha estado clara acerca de sus gustos, y de ahí el encanto de morena altiva -es la negra Juliac para algunos allegados- con el que conquistó a los 40 años -aunque no era exactamente una mujer bella- a Inocente Palacios, un apuesto representante de la godarria criolla, 11 años menor que ella, a quien llamaban el Príncipe Azul. “Tienes que ponerte linda para la foto”, le pide Paulina Palacios, la nieta que vive junto a ella y con la comparte el lazo indestructible de los caracteres impetuosos. “Yo soy linda”, responde como un resorte de suave tirabuzón la abuela.



Sonrisas fingidas no son sonrisas”, dice Juliac cuando le piden alegrar la cara ante la cámara, porque ya está un poco cansada de fotos e interrogatorios. “¿A ellos les pagan por esto?”, le pregunta luego a su nieta, refiriéndose a las impertinencias de la periodista y el fotógrafo. “Le estoy contando a ella mi vida azarosa, de aventuras”, le sigue diciendo. Y en un intento por saber, en primera persona, sobre sus peripecias, Juliac responde: “Mis aventuras son absolutamente privadas”. “A ella nunca le ha gustado hablar de su vida pública”, advertiría después Paulina. Sofía Imber, una de las amigas más cercanas de Juliac, refuerza la observación de la nieta: Josefina se daba aparentemente con la gente, pero era muy reservada. Tenía una lengua viperina y un humor ácido. Nos entendíamos muy bien, compartíamos una forma misteriosa de amistad”.


PAULA Y JOSEFINA. LOS AÑOS DE LUCHA. 


“El 28 es muy tarde”, dice Juliac cuando se refiere al año en que comenzó su brega política y cultural. Ya tenía la cabeza y el corazón calientes antes de la Generación del 28 y de los sucesos que siempre se han señalado como el germen de muchos cambios. Ella formó parte de los antecedentes de los antecedentes. El profesor Jesús Sanoja Hernández corrobora con precisión las palabras de Juliac: “Josefina figura en una cuestión increíble de la historia venezolana. Entre 1920 y 1923, la relación entre Venezuela y México era muy tensa, hasta que en 1923 se rompieron las relaciones diplomáticas. Ella aparece firmando una carta de solidaridad hacia Salvador Guzmán, un diplomático mexicano que vivía en Caracas. Eso fue un acto de valentía muy grande, porque desde México denunciaban la represión de la dictadura gomecista y era una época de coacción de la libertad de expresión”.



El furioso animal político que roncaba dentro de Josefina Juliac la alentó en la lucha por las reivindicaciones femeninas, tanto en la dictadura gomecista -época en la que formó parte de la organización de la oposición- como en el inicio de la era democrática. “Peleaba por una verdadera República”, revela Juliac acerca del leit motiv. “A Josefina todos le temblaban. Tenía mal carácter y era muy sagaz”, recuerda Sofía Imber. Para 1936, cuando terminó la dictadura de Gómez y se inició el mandato de López Contreras, el retrato blanco y negro, en plano medio de Juliac -como una clásica pose de archivo policial- era el único de mujer alguna que ilustraba las temidas páginas del Libro rojo, 1936. El rótulo comunista en el régimen del general López Contreras. En esta publicación se jactan de poseer “la verdad de las actividades comunistas en Venezuela”, y para demostrarlo hace gala de haber descubierto un buen número de códigos secretos, seudónimos y costumbres de los venezolanos involucrados en la difusión de propaganda comunista. Ahí se lee una revelación: Josefina Juliac era conocida con el alias de Paula por sus compañeros del clan de agitadores. “Si estuve presa no fue por más de 10 días; pero creo que no”, dice. Varios datos coinciden en que nunca lo estuvo, aunque tenía excepcionales méritos para haberlo logrado con inmensa facilidad. “A mí no me perseguían, yo perseguía a los demás”, remata Juliac sus recuerdos de cuando era Paula.


Ahora, sentada en el hermoso salón de su casa, dice que “tal vez el de Medina” fue uno de los mejores gobiernos que ha tenido Venezuela. Juliac se refiere al presidente Isaías Medina Angarita (1941-1945), reconocido por dejar una impronta de desarrollo democrático durante su período gubernamental. Para 1944, un sólido grupo de mujeres negadas a confinar sus energías a los fogones o a las sesiones de bordados caseros, conformaba varias asociaciones activas públicamente. Ese año, Eumelia Hernández escribió en la revista Aquí está un lúcido artículo titulado “¿Por qué fuimos al mitin del cine Apolo?”, en el que declara lo siguiente: ” Imposible resulta exigir que mujeres politizadas, marcadamente democráticas, permaneciésemos en la sombra, comentando los acontecimientos políticos dentro del hogar o en las tertulias amistosas, mientras en la calle se libraba la contienda eleccionaria que haya despertado mayor pasión y más entusiasmo en la capital”. La convención femenina en aquel cine sería de película. Ese día hablaron ante mil personas Antonia Palacios de Frías, Josefina Juliac de Palacios, Luz Casado Lezama, Auramarina Colmenares, Isabel Jiménez Arráiz, Angela Doria y la autora del texto. El voto femenino estaba cada día más cercano, y el camino para lograrlo fue allanado por mujeres socializadas en los fervores de la contienda por las libertades, que tantos planazos habían recibido y seguirían recibiendo.



Al día con los titulares de la prensa, Josefina Juliac prefiere no aventurarse -a pesar de la insistencia- a opinar sobre el presidente Hugo Chávez. Ofrece hacerlo después, cuando él termine su mandato. Por los momentos sólo adelanta que “no es nada del otro mundo. Ninguno de los políticos de hoy es extraordinario”. A ella le sobra tiempo para hacer juicios correctamente.


WHISKY Y CHICHARRÓN: PÓCIMA PARA LA LONGEVIDAD


La segunda mitad de 1900 fue políticamente más correcta. Tras la calma de la conquista democrática, vinieron jornadas de menor efervescencia para la pareja Palacios Juliac, que hasta había vivido en el exilio. La transformación de los partidos políticos de izquierda llevó a muchos de sus militantes hacia las filas de Acción Democrática. “Inocente Palacios fue dirigente de AD hasta 1944, cuando fue expulsado después de algunos inconvenientes”, relata Sanoja Hernández y reseña que en la casa del matrimonio ubicada en Colinas de Bello monte, se reunía El Sindicato de la Inteligencia, en el que estaban agremiados Alejo Carpentier, Miguel Otero Silva, María Teresa Castillo, Carlos Eduardo Frías, Antonia Palacios, entre otros sindicalistas del buen vivir y mejor pensar. Juliac disfrutaba junto a su esposo de una vida holgada, amenizada por la mejor música -Palacios era chelista y fue fundador de la concha acústica del Club Táchira- y plena de viajes por el mundo: “Mi ciudad preferida es París, y el país, Venezuela. Me gustan tantas cosas de los venezolanos que no sé escoger una, pero la generosidad me gusta mucho. Casi se puede decir que todo el mundo es generoso. También la jocosidad”, explica Juliac.



Durante la dictadura de Pérez Jiménez yo estaba viviendo en París con mi esposo, Guillermo Meneses. Josefina e Inocente nos visitaban mucho. Entre la cantidad de cosas que yo hacía, siempre pensaba en el día en que se las iba a mostrar a Josefina. Le tenía la mejor librería, la mejor tienda de moda para que ella las conociera. A ella le gustaba muchísimo comprar prendas y ropa”, cuenta Imber. Aunque Juliac no llegó a usar bikini, siempre llevó los pantalones bien puestos. Imber continúa: “El sibarita era Inocente y ella gozaba con ese sibaritismo”. Amigos y familiares coinciden en el placer de Juliac hacia la buena mesa -no así por la cocina-. Hoy come chicharrón de cochino casi a diario y toma whisky puntualmente con el mayor de los deleites. Durante la sesión fotográfica, le preguntaron si ya quería tomarse el traguito de rigor. “No -respondió. Porque tengo que repartir ocho o nueve whiskys y se me acabaría el litro”, respondió en defensa de sus pasiones. Además de practicar yoga, la otra disciplina física que realizó rigurosamente fue “brincar, pelear e ir a mítines”. Juliac no profesa ninguna religión: “Admiro una cantidad de hechos en el mundo, pero mi religión soy yo misma”. Partiendo de los hábitos de Juliac, podría patentarse una fórmula de longevidad: whisky a diario, algo de chicharrón, esperar hasta la cuarentena para casarse, creer en sí misma y no padecer la culpa de ninguna religión.

Josefina Juliac se lamenta porque ya no le restan tantos amigos vivos. Hasta su dilecta cuñada, la poetisa Antonia Palacios, murió recientemente. Los amigos que le quedan pertenecen a otras generaciones, son 20 o 30 años menores que ella -es el caso de Imber, por ejemplo-. Sin embargo, un espíritu dispuesto a los cambios no sólo los sobrevive: los conquista. “Entre las dos hubo química y entendimiento. Ella era una mujer de avanzada”. Hay una respuesta que Juliac otorga automáticamente. Cuando le consultan sobre sus mejores amigos, ella responde en singular: “Sofía”. ¿Alguna otra? “Sofía”, repite sin asomo de duda. “María Teresa se va a poner brava”, le dice su hijo Cristóbal, en relación con la presidenta del Ateneo de Caracas, con quien trabajó Juliac al frente de la Federación Nacional de Ateneo. “Nosotras éramos amigas en las cosas pequeñas de la vida, que al final son las más importantes. Josefina no era una intelectual, pero tenía intuición, charming, una inteligencia natural que yo llamo gran pouvoir de Dieu. Era mi amiga de la vida, una de las pocas personas a la yo escuchaba”, dice Imber.


Dentro de las gavetas a medio cerrar de su memoria quedarán resguardados muchos lances asombrosos, olorosos a revuelta contra las tiranías y a triunfos de igualdad. También descansarán historias de viajes, cenas de gala, veladas musicales, exposiciones de arte, tertulias de intelectuales. En tres siglos caben demasiados recuerdos. El ímpetu de Juliac ha trascendido las lindes de la muerte. No es para menos





https://enlasdosorillas2.wordpress.com/tag/la-prolongada-batalla-de-josefina-juliac/




lunes, 11 de noviembre de 2024

GENTE ÍNGRIMA: LA SOLEDAD COMO ENCUENTRO

 

GENTE ÍNGRIMA: LA SOLEDAD COMO ENCUENTRO

POR ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

Don Elieche Manro y Dionisio Pinzón podrían ser los mismos. Uno, desvelado por sus gallos, y el otro, de la ruina a la riqueza hasta que la vuelta a la miseria lo obligó a darse un tiro en la cabeza. Los dos personajes, el primero habitante del poema que Adhely Rivero ha desplegado desde la cresta de unos gallos, y el otro, devanado por Juan Rulfo en una novela corta que luego se convirtió en película. Ambos, atados a los cuerpos calientes de sus gallos vivos, de sus gallos tibios, heridos, agónicos de muerte o eternizados en un palenque imaginario, porque a fin de cuenta los gallos son recursos verbales, literarios: son la justificación para que la soledad describa la ingrimitud de un paisaje, de un interior desarraigado del alma, tan distraída como cualquier despropósito altanero que albergue una pelea entre dos emplumados y varias puñaladas entre los apostadores.

La historia de esos personajes, reales o recreados en este poemario de Rivero, son los protagonistas de un relato que se hizo poema por la manera de trazar las palabras como versos, pero que contiene la experiencia de quien escribe desde la mirada de la infancia campesina, desde su adolescencia bordeada por el viaje hacia las grandes avenidas y desde la madurez en la ciudad universitaria.

El hombre viene del monte cargado de nombres y apellidos. Debatido entre el ir y venir de sus recuerdos. El hombre que es Adhely Rivero destaca desde ese instante en que nombra al primer personaje, desde el mismo instante en que más allá de su libro el lector puede alertar la memoria y traer a Dionisio Pinzón, el de El gallo de oro, que Rulfo inventó para congraciarse con la muerte y con la soledad de los vivos. Los muertos, tanto los gallos como los humanos, son un recuerdo desvaído, un páramo llanero donde el griterío de una gallera es un aviso, porque la Gente íngrima es la que ocupa el espacio de ese gran palenque donde la ambición y la desventura hacen su oficio.

Y así como el viaje torna quebradizo el ánimo de don Elieche, se confirmó la regla de que quedarse solo con un gallo revisa la vida de ambos. Una sola vida para toda la soledad. Y como con el personaje de El coronel no tiene quien le escriba, el de este libro de Rivero habla con su animal o lo anima a sobrevivir, a pelear con él mismo, a sacarlo del abismo de su silencio, a moverlo desde el ojo vaciado de un recuerdo en un palenque del pueblo.


2.-

Con el sello Editorial Letra Grande América. Colección Poesía, en Valencia, Venezuela, este volumen poético del autor nacido en Guadarrama, Arismendi, estado Barinas, es un recorrido por la memoria de la soledad, por la intemperie que consiste en estar solo con la mirada de un animal al acecho, el que espuelea y picotea costados y cabeza de su adversario, mientras él también recibe puñaladas en el cuello hasta caer muerto, el uno o el otro y también sus dueños.

“Soy un viejo íngrimo y la soledad no me la repara el tiempo, / cada día me ausenta”,

es también la muerte, el no estar después del tiempo “donde los esqueletos de los animales/ rechinan del calor en los lamederos”, dice el que habla en plena pampa, en plena sabana, la misma de Pedro Páramo o la muy cercana de Doña Bárbara, pero en el tiempo de hoy, el de los actantes que usan celular y viajan en autobuses con aire acondicionado.

Ese viejo “íngrimo y solo”, como suele decirse por aquellos andurriales, suscita en el poema la idea de que es también “el gallo inocente” de Vallejo, o el de Enrique Lihn, el satírico de Quevedo, el de las palabras de Octavio Paz o los gallos de Tablada en plena gallera. Tantos son los autores que han hecho poesía con los gallos que le han aportado a la soledad patente para resistir la muerte, el olvido o la ausencia, mientras su ejemplar tiembla en sus manos o en la tierra con los últimos estertores. O triunfante con un canto en la garganta y ciego de ambos ojos.

Y cuando se retira del oficio o cierren las galleras o por aquello de “Si prohíben las peleas de gallos, / sigo criando gallos de raza y los atiendo, / sólo para oírlos cantar”,

porque la soledad no deja de tener compañía.

 

3.-

“La eternidad es un silencio largo”, dice la voz y queda colgada del palenque donde alguien o algo perdió la vida, tanto humano como bestia, tanto paisaje como objeto.

“No quiero que te quedes detrás de la herencia/ aquí no crece el pensamiento”,

pareciera decir el personaje al joven que veía la pelea de los gallos y era aconsejado a irse a la ciudad.

Y entonces se oye la misma u otra voz, como una advertencia:

“La ciudad no necesita cuarteles, / si de allí vienes no entres a la ciudad, / todos los que portan armas son unos cobardes”.


El tema es una variación de la misma lucha a muerte en el palenque campesino. Ahora es la ciudad, la armada, la cuartelaría, donde los gallos usan uniformes, pero no son nada inocentes, como sí lo fue el gallo de César Vallejo. O el Gallo de la Pasión que anunció la muerte o la eternidad del crucificado.   

Y mientras todo esto se dice, esta confirmación:

“Aquí en el pueblo lo único grande es la soledad”.

4.-

Hay muchos poemas para celebrar este libro. El titulado “Vicente está loco” forma parte de otra consagración: la de la festividad, la de perseverancia en el juego con la vida mientras la muerte es sólo un atisbo juvenil.

He aquí estos poemas que hacen un libro para volver a todos los pasados mientras el presente nos abruma o nos alivia con la mirada bifronte de un fantasma y las espuelas invisibles de un emplumado cuya cabeza acaba de ser rociada con saliva y aguardiente.


Gente Íngrima by Dimitri Lipo


*******




Adhely Rivero nació en Arismendiestado Barinas,  Venezuela en 1954. Está residenciado en Valencia desde 1970. Licenciado en Educación mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Fue Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde dirigió la Revista Poesía y coordinó el Encuentro Internacional Poesía de Universidad de Carabobo. Ha obtenido varios premios por su trabajo poético, entre ellos el Premio de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación (dos años consecutivos) U. C. Premio ‘Miguel José Sanz’ de la Facultad de Derecho de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía de la Universidad de Carabobo. Premio de Poesía Universidad ‘Rómulo Gallegos’. Premio de Poesía ‘Cecilio Chío Zubillaga’ de Carora. Premio Único de Poesía 40 Aniversarios de la Reapertura de la Universidad de Carabobo. Ha publicado los libros: 15 Poemas (1984); En sol de sed (1990); Los poemas de Arismendi (1996); Tierras de Gadín (1999); Los Poemas del Viejo (2002); Antología Poética (2003); Medio Siglo, La Vida Entera (2005); Half a Century, The Entire Life, (2009): versión al Inglés de Sam Hamill y Esteban Moore. Poemas (Antología editada en Costa Rica) (2009): Compañera (2012). Poesíe Caré, Poemas queridos (2016), Versión al italiano de Emilio Coco, publicado en Colombia. Está representado en varias antologías nacionales y en la antología italiana La Flor de la Poesía Latinoamericana de hoy, tomo I, II, editada en Italia, 2016. Ha participado en diversos e importantes Festivales de poesía a nivel nacional e internacional, entre ellos, el Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2007 y 2016. Festival Internacional de Poesía Al-Mutanabi en Suiza. 2008. Festival Internacional de Poesía de Bogotá, Festival Internacional de Poesía del Mundo Latino, México. Festival Internacional de Poesía de los llanos Colombo-Venezolano en Yopal, Colombia. Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia, Feria Internacional del Libro de Caracas, Venezuela. Festival Internacional de Poesía de Venezuela. Festival Internacional de poesía de los llanos colombo-venezolano en Arauca, Colombia. Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo, Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Bienal Internacional de Literatura “Mariano Picón Salas”, Mérida, Venezuela. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, italiano, alemán, francés y árabe. La revista POESIA le rindió homenaje en su número 156.

 

 *******









Alberto Hernández

Nació en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952. Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua. 

Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y colaborador de publicaciones locales y  extranjeras. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria.

Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999).  Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».

Enlaces relacionados:

El poeta Adhely Rivero estará hoy, 28/06/2024, a las 11 AM en el programa radial "Mejor Vivir" de Arnaldo Rojas



Adhely Rivero: Cumplir 70 años... venirme a poner viejo ahora que me está gustando habitar bajo este cielo.




DAS SEELENFEL - CAMPO DEL ALMA. Un poemario bilingue Aleman-Español de Adhely Rivero




DAVID CORTÉS CABÁN: EL LIBRO DE CANOABO, DE ADHELY RIVERO proclama mediante la palabra bondadosa un sentido más lúcido y humano de la vida




UN HOMBRE SILBA CON LA BOCA SECA EN LA FRONTERA INVISIBLE DE ADHELY RIVERO



Disfruten el video del "Recital de Poesía" con los poetas Enrique Mujica, Carlos Ochoa y Adhely Rivero



"Recital de Poesía" con los poetas Enrique Mujica, Carlos Ochoa y Adhely Rivero el 7 de diciembre




La honda gratitud de Adhely Rivero hacia el entorno natural en su Mundo Poético



El poeta Adhely Rivero será homenajeado en la Filuc 2023



Los Poemas Queridos de Adhely Rivero



III Concurso literario de la Facultad de Derecho “Miguel José Sanz” en 1980



SEPARADOS EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO (3)


domingo, 10 de noviembre de 2024

Poesía digital: Cuando la lira se tañe en teclas en un ágora de silicio donde no puedes tocar al espectador

 



La poesía en tiempos de algoritmos: la nueva era de los poetas digitales


En plataformas como Instagram y TikTok, los poetas del siglo XXI encuentran un espacio único para compartir sus versos y conectar con un público inesperado, adaptando su arte a las dinámicas rápidas del mundo digital



Por

Celeste Sawczuk



25 Oct, 2024 08:20 a.m.

Actualizado: 26 Oct, 2024 07:03 a.m. EST



En un entorno donde la inmediatez prima, los poetas contemporáneos han aprendido a jugar con formatos breves y dinámicos, adaptando la cadencia de sus versos a la velocidad de las redes sociales, sin perder la profundidad - (Imagen Ilustrativa Infobae)



Cuando hablamos de poetas, seguramente la imagen que a uno se le viene a la cabeza es de una persona sentada en frente de una máquina de escribir o con una lapicera en mano, junto con muchos papeles con versos tachados, escribiendo sin cesar. Seguramente, es una persona grande. La imagen que el cerebro crea hasta tiene colores opacos y añejos. El primer contacto que muchos tienen de la poesía es en la escuela, y los poetas que se enseñan, la mayoría, vivieron y murieron en siglos pasados. ¿Pero, qué pasa con la poesía en el siglo XXI? ¿Todavía hay público que le guste la poesía?



En un mundo saturado por el contenido digital, donde el algoritmo decide qué se ve y cuándo, la poesía parece haber encontrado un espacio particular. En redes sociales como Instagram y TikTok, se ha gestado una nueva forma de compartir y consumir poesía, a menudo en formatos breves y visualmente atractivos, lo que contrasta con la idea clásica de la poesía como un arte solitario y reflexivo.


Estos poetas digitales encuentran un público que quizá no está acostumbrado a consumir poesía de la manera tradicional, pero que responde a su inmediatez y capacidad para conectar emocionalmente a través de fragmentos de texto, imágenes y vídeos cortos. Infobae entrevistó a poetas que han conquistado algoritmos con sus rimas y versos, desafiando los límites de las palabras escritas, llegaron a conmover a miles de usuarios.


Florencia Piaggi 


Florencia Dapiaggi, autora de “Ella es mi chica solar”, tallerista y poeta reconocida en internet bajo el usuario de @flordapiaggi, opinó que “la poesía, al trabajar con una condensación de los sentidos y al ser más breve que otros tipos de literatura, es increíblemente maleable para emplazarla en las redes sociales”.


Con sus versos breves y cargados de sentido, Florencia ha sabido aprovechar la maleabilidad de la poesía en redes sociales para construir una comunidad - (Florencia Piaggi vía @flordapiaggi)


Valentin Carrera


Otro poeta nativo de internet, conocido como Valentin Carrera o también @valencarrera_ y autor de “Cuando el mundo me habla de vos”, comentó que “la mayor parte de difusión de poesía contemporánea está en redes sociales. Los escritores emergentes no suelen ‘probar suerte’ en primera instancia con editoriales, como tal vez sucedía años atrás; sino que lo hacen compartiendo sus textos en esos mares algorítmicos con la esperanza de que llegue a las playas de algún nuevo lector”.



Leila Torres, talleristas, periodista y poeta conocida bajo el usuario de @leipoesia, contó que “las redes sociales permitieron la proliferación de distintos tipos de contenidos de manera masiva. La poesía también tiene un lugar ahí: hay muchos autores que comparten sus escritos y muchos lectores conectados”.


La poesía es un género que se consume muchísimo más porque hay espacios conquistados por los y las poetas, que nos permiten acercarnos a un público lector que por ahí en otra época nunca se hubiera acercado a la poesía, o no saben ni de qué se trata. Las redes permiten una cercanía y fluidez que es difícil de lograr en otros ámbitos”, expresó Sofía Sol Veronelli, escritora y poeta independiente que publica sus escritos sus redes bajo el usuario de @soldeinviernook; y además es autora de “Mi media naranja soy yo”.


Asimismo, Valentina Lobo, poeta y creadora de un taller conocido como @museoestrellas_, manifestó que en la actualidad se encuentran cada vez más poetas y gente interesada en lo mismo, desde las redes sociales hasta los eventos presenciales. “Puedo apreciar el interés genuino por este arte”, dijo Lobo.

Valentín desafía las expectativas del algoritmo, resistiendo la inmediatez con versos profundos, a la vez que se adapta al ritmo frenético de las plataformas para compartir su visión poética - (Valentin Carrera vía @valencarrera_ )


De igual forma, Diapiaggi comentaba que “para los jóvenes, hoy en día las redes sociales funcionan como una ventana para darnos a conocer en lo que amamos. Yo pude llegar a publicar en una editorial porque ya había construido una comunidad en las redes que probara que había gente que no solo quisiera leerme a mí, sino que estaban interesados en la poesía como género”.


Las comunidades que se generaron a partir del crecimiento de las redes sociales va más allá del género poesía. Desde hace años, la comunidad de bookfluencers - usuarios que recomiendan libros en diferentes plataformas - ha generado un alto impacto y atrajo a jóvenes a la lectura, como ha estado mostrando las últimas ediciones de la Feria Internacional del Libro con números récords en visitantes. “El hecho de que el arte pueda ser un movimiento popular, al alcance de quienes deseen encontrarlo, y no solo de algunos pocos, es sin dudas digno de un brindis”, opinó Carrera.


Sofía Sol Veronelli


Más allá de que las redes sociales a muchos poetas les ha servido como herramienta para crear su propia comunidad y darse a conocer, estar expuestos a que cualquier persona llegue a consumir su contenido tiene un lado b donde la retroalimentación puede llegar a ser negativa algunas veces. Veronelli comentó que a veces uno de los retos de publicar en internet sus poemas es dejar su intimidad al descubierto. “El desafío constante creo que es desnudarte demasiado. Cada vez que comparto lo que escribo me estoy exponiendo de cierta manera”. Lobo, de igual modo, confesó que “a la hora de compartir, está el desafío de mostrarme vulnerable y real ante el mundo”.


Por otro lado, el “hate” en este sector del algoritmo también existe. “Cuando empecé en 2019 ya había mucha violencia en las redes, pero sinceramente creo que si tuviera que empezar hoy lo dudaría mucho más. Estamos viviendo una época de mucha agresión verbal en las redes”, confesó la autora de “Ella es mi chica solar”.


A través de sus textos, Sofía se conecta con un público que quizá nunca antes se había acercado a la poesía, logrando que sus palabras florezcan en el vasto campo digital - (Sofía Sol Veronelli vía @soldeinviernook)


Además, otro desafío que los creadores de contenido en general enfrentan es los cambios de dinámicas de algoritmos. “Es la necesidad de adaptación a formatos breves y dinámicos que se ajusten a las expectativas que hoy tienen las redes sociales. La poesía, al menos en su estado más “puro”, necesita de un espacio y un tiempo determinado para desarrollarse, mientras que las plataformas tienden a premiar lo inmediato y lo visual. La constancia y el ritmo también es una presión que demandan las redes, lo que suele interferir con la espontaneidad que puede tener un proceso creativo”, admitió el autor de “Cuando el mundo me habla de vos”.


A su vez, Torres compartió la postura de los algoritmos y lo efímero: “las plataformas digitales permiten a artistas emergentes compartir su trabajo a nivel global sin depender de formatos tradicionales. Esto democratiza el acceso al arte y amplía las oportunidades para creadores diversos. Pero se puede tender a la banalización del arte por la forma que tenemos de estar en las plataformas: suele primar el scrolleo y una forma muy efímera de consumir. En esa abundancia de contenidos de poesía, detenerse a leer un poema y que te movilice, es difícil pero no imposible”.


Es por eso que muchos la poesía en redes sociales tiene múltiples formatos. Aunque la mayoría de los poetas que se entrevistaron publican y eligen el formato por “intuición”, Florencia compartió la fórmula que muchas veces utiliza: “Si es un poema más rítmico en la cadencia, suelo preferir recitarlo. Si es un poema que juega con el espacio, por ejemplo, me gusta poder mostrar eso a través de una foto”.


Por si fuera poco, las tendencias cambian demasiado rápido en el presente. Pero si le preguntas a un poeta qué espera del futuro de la poesía, hay varias respuestas. Algunos están esperanzados por la aceptación que hay en redes del género, como lo expresó la autora de “Mi media naranja soy yo”: “Lo que pienso es que la era digital viene a cambiar las reglas sobre lo que ya existía, y por supuesto que la poesía no quedará exenta. Me parece que es bueno. El poema es algo cotidiano y la necesidad del poema, también es cotidiana”. Hay otros que ven un futuro borroso como Flor: “Genuinamente no lo sé. Siempre me costó imaginarme el futuro. Son cosas de poeta, solo vemos el pasado y el presente.



Tomada de Infobae


Enlaces relacionados:

Los nuevos poetas digitales




sábado, 9 de noviembre de 2024

El armado de la paz de Jesus Puerta o como buscar la paloma de la opresión afuera cuando siempre la tuvimos adentro

 



Estimados Liponautas

La unificación territorial, económica, política y religiosa de lo que llamamos Venezuela se dio en el lapso (1728- 1804). Se toma  la fecha de inicio 1728 porque en esa año la Compañía Guipuzcoana unifica  económicamente el rosario de provincias de lo que sería Venezuela. En 1776 se crea la Real Intendencia del Ejercito y Hacienda. En 1777 se unen en lo gubernativo y militar las provincias de Caracas, Cumaná, Guayana, Maracaibo, Trinidad y Margarita (seis provincias) bajo la figura del gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela que desde ese momento será llamada de Caracas. Es común ver en los libros de textos colocar esta fecha como la de la creación de Capitanía General de Venezuela, cuando en realidad la capitanía general es parte de una estructura militar, es como si pretendiéramos llamar a Venezuela, Comandancia General de Venezuela porque el presidente de Venezuela también es comandante general de las fuerzas armadas. En 1786 se crea la Real Audiencia de Caracas y en 1793 se establece el Real Consulado. El proceso de unificación culmina en 1804 cuando se crea la Arquidiócesis de Caracas siendo sufragáneos de esta institución los obispados de Mérida y Maracaibo.

Es común ver en los textos izquierdistas latinoamericanos trasnochados a Estados Unidos como la encarnación suprema del mal. El texto que leerán a continuación continúa con esta gloriosa costumbre. Este texto fue publicado en el número 2 correspondiente al mes de noviembre de 2009 en el efímero “periódico” Estación Sur. Un nombre sumamente curioso porque todos los integrantes de la plantilla vivían al norte de la ciudad de Valencia. El editor de esta publicación era Carlos Rey. El comité de redacción estaba conformado por Jesús Puerta, Francisco Ardiles, Gustavo Fernández Colon (+), María Narea, Pedro Téllez, Laura Antillano, Rafael Victorino Muñoz y Orlando Zabaleta (+). El concepto gráfico y diseño estuvo a cargo de Orlando Zabaleta

Lo curioso de este texto es el hincapié que Puerta hace ante la presencia de bases estadounidenses en Colombia, cuando ya Venezuela estaba penetrada gracias a Chávez y su combo por ese cayo caribeño en forma de caimán llamado Cuba. No hablaremos de otros países abiertamente totalitarios y que nos tienen bajo su bota imperial actualmente. Este tipo de artículos que eran abiertamente laudatorios del régimen o abiertamente antiestadounidenses proliferaban en esos años adentro y fuera del país y se convirtieron en uno de los caminos de la quinta columna mediática que facilitó la ocupación de Venezuela por fuerzas antipatrióticas y antiderechos de cualquier tipo que fueron coadyuvantes del atornillamiento de la dictadura en Venezuela. Este país ahora solo es una hacienda donde los mandamases deciden que hacer con los recursos y donde todos los venezolanos de a pie son peones, en realidad siervos, que son pagados con fichas para cambiar por productos en la pulpería de los hacendados.

¿Estos artículos en Venezuela eran sinceros? ¿O eran sufragados por el gobierno? 

¿Esperanza, Ingenuidad o otra qué cosa llevo a los autores a plasmar tanta lambisconería?


¿Se podrá Armar la Paz ahora en Venezuela?


No lo sabemos...


Pero la Historia los Juzgará... a ellos y a nosotros...


*******

Armar la Paz


Las relaciones con Colombia no han sido sencillas ni placidas. Como con cualquier hermano.

No  olvidemos además, y para eso (entre otras cosas) sirve la historia,que La Corona española aplicó una división política territorial de sus virreinatos y dominios en este continente de acuerdo a lógicas comerciales y políticas que no tenían nada que ver con la construcción de una patria. 
De hecho lo que hoy es Venezuela fue entonces el vínculo entre cuatro provincias distintas y su unificación por la Capitanía Generalesa de la cual renunció Emparan en 1811, fue un hecho más bien tardío. Por lo demás,lo aborígenes,los autóctonos, nunca se apropiaron del territorio a la manera de un estado nacional, por la evidente razón de que eran en su mayoría grupos nómadas, salvo algunas comunidades sedentarias.

Para el momento de la emancipación del Imperio Español, surgieron,si, estados-naciones nuevas,que además eran repúblicas. Y lo que hoy son Colombia, Ecuador y Venezuela se presentaron integradas en una sola unidad estatal y nacional durante algunos años, lo que duró la guerra de emancipación en la mitad del continente.

Las cosas se complican infinitamente cuando consideramos algo fundamental: la presencia de una potencia económica, política y militar que durante toda su historia (de nuevo) ha demostrado que actúa en función de sus intereses de mayor expansión y afirmación de su poderío en todo el mundo, empezando por sus vecinos. Han sido docenas sus intervenciones directas e indirectas en la parte que llamamos América Latina.En esas acciones, los estadounidenses no se han guiado por valores como la amistad,los derechos humanos o la democracia.Al contrario, esos principios a los que dicen acogerse, les han servido demasiadas veces de pretexto cuando no de simples mentirosas justificaciones. No dudo que se lo lleguen a creer; pero la sola convicción de creerse los llamados o elegidos por algún Poder Supremo (hasta Dios mismo) para imponer esos "grandes valores", muestra un mesianismo narcisista inaceptable y... muy peligroso.
 
La búsqueda de la Paz parece ser una de las aspiraciones más constantes de la Humanidad. Incluso se ha convertido en Mercancía. Se vende Paz interior. Se le hace motivo recurrente de discursos simpáticos, de los que buscan siempre complacer al público (para Platón, la retórica era sola una de las artes de la adulancia). En realidad las condiciones de las distintas formas de Paz son muy diferentes. Para la paz interior, pudiera ser la coherencia entre lo dicho, lo pensado y lo actuado, lo cual implica una gran capacidad consciente de deliberar y lograr la justicia. En lo interpersonal y la vida ciudadana cotidiana, ya Artigas ha juzgado que "el respeto del derecho ajeno es la paz". Esto adquiere otras dimensiones cuando hablamos en un plano internacional.


Digamos que la Paz internacional requiere en primer lugar de seguridad. Y sabemos, por experiencia personal que la seguridad implica medidas muy concretas:previsiones, saber cómo contestar, aseguramientos, inversiones. En la vida cotidiana aseguramos las puertas, compramos seguros, traemos algún adminículo para enfrentar algo así nos preparamos psicologicamente.

En la experiencia de la historia universal la seguridad tiene que ver con aquel famoso adagio romano:"Si quieres la Paz, preparate para la guerra". Esa preparación actuaría como disuasor ante un agresor potencial. Y en el imperialismo tenemos a uno de ellos, a uno tradicional. El principal. Esas bases en Colombia, en tierras vecinas de un vecino que es hermano, pero no por eso menos problemático, constituyen una amenaza para nosotros. Necesitamos aseguranos la Paz. Necesitamos armar la Paz.

Jesús Puerta




*******



(La Guaira, 1956)

Estudios: Licenciado comunicación social. Maestría literatura latinoamericana. Doctor en ciencias sociales.


Actividad académica: Profesor de la Universidad de Carabobo, de la Escuela de Planificación Nacional. Fundador del Doctorado de Ciencias Sociales de la Universidad de Carabobo. Fundador de la revista Estudios Culturales. Ex director de la revista Faces de la UC. Ponente en eventos científicos.


Otras actividades profesionales: Columnista en varios medios. Ex asesor de la corporación de radiodifusión de Nicaragua. Reportero de notitarde y últimas noticias.


Libros: El último de los agrios, Círculo abierto, I love kpucha, Arena, Un bello crimen, El humorismo fantástico de julio Garmendia, Modernidad y cuento en Venezuela, Interpretar el horizonte, Cuando los pueblos interpretan. Además, ha contribuido con capítulos de varios libros y es compositor con más de 50 canciones.

Tomada de El Diente Roto.



Enlaces Relacionados:


La revolución de los libros.



viernes, 8 de noviembre de 2024

Las Solapas de Carlos Villaverde

 





El escritor de solapas


Carlos Yusti jueves 8 de julio de 2021


En uno de esos diálogos casuales con Carlos Villaverde (poeta, médico, siquiatra, editor del Fondo Editorial Predios y diletante portentoso), me contó su intención de reunir como libro sus textos escritos para las solapas y contraportadas de los libros que con esmero editó. Eran alrededor de cuatrocientos breves escritos que sintetizaban, de forma sintetizada/apresurada, el contenido del libro, y en ocasiones una semblanza de estrella fugaz del autor.

Mario Muchnik .Imagen tomada de El País.

Editar libros es una operación compleja, plena de minucias, contiendas y tropiezos de toda índole. Mario Muchnik, en su libro Oficio editor, relata un poco este engranaje y en un aparte de la obra detalla en categorías las características de algunos escritores, sus manías y perturbaciones de divismo trasnochado al momento de publicar. Así, tenemos a escritores que no admiten que se les toque una coma de su texto, aunque no se entienda bien lo que escriben. Están los que intentan imponer su propia idea de cubierta. También los autores extranjeros que, sin saber una palabra de español, pretenden corregir una traducción. Por supuesto, hay escritores convencidos de que el editor se enriquece a costa de ellos. Y así una lista larga de un pintoresco zoológico en el que los egos bordean lo maniático. A pesar de ello Muchnik acota: “Y, sin embargo, en este oficio de editar libros, lo peor no son los autores”.

Alejandro Otero en 1960


El poeta Villaverde como editor tuvo que lidiar muchas veces con los autores. Recuerdo un incidente del que fui testigo. Fuimos a casa de un poeta, del que no diré su nombre, pero sí de su gran solvencia como poeta y de su gran aplomo estilístico como escritor; Villaverde quería comunicarle en persona el retraso de la publicación de su libro. Así, comenzó a explicarle todos los intríngulis del retraso, pero subrayó que el libro tardaría todavía más debido a que los herederos del pintor Alejandro Otero le habían entregado un manuscrito, Papeles biográficos, para su publicación. Argumentó la importancia de editar aquel libro autobiográfico de quien aparte de gran pintor vivió durante algún tiempo, en su infancia, en Upata. Yo mientras tanto degustaba un Jack Daniel’s en el sosiego zen total. Por su parte, la cara del poeta se volvió un rictus de pocos amigos y se tornó rojo de ira y, sin levantar la voz, dijo: “Poeta, usted insinúa que Otero es mejor escritor que yo; usted piensa que la obra de Otero tiene más valor que la mía y por ese motivo publicará sus paparruchas biográficas antes que mis poemas. Si es así, gracias por la visita y los acompaño a la puerta, pero debo atender otros asuntos”. Apuré como pude el trago y salimos sin decir palabra. Ya en la calle el poeta gritó: “Adiós, ex editor, y sobre el libro haga lo que mejor le parezca”. Al cabo de algunos días el poeta llamó por teléfono a Villaverde para disculparse. Casi simultáneamente se editaron los Papeles biográficos de Otero y el libro del poeta.



Carlos Villaverde como editor tiene algo de extravagante y tampoco es ahorrativo en eso de las manías. En una ocasión eliminó algunos ensayos del primer libro que me publicó en Predios. Aducía que eran redundantes, endebles y además abultaban más de lo previsto el libro, y procedió a podarlo sin que le temblara el pulso. Ese montón de textos huérfanos e inconexos fueron de nuevo al quirófano de la reescritura y armé un delgado libro. Sin saber qué hacer con semejante Frankenstein lo envié a un concurso. El libro ganó el primer premio en metálico y publicación. Una cualidad que admiré de Villaverde como editor era que nunca tuvo simpatía por los subsidios y prebendas que otorgaba el gobierno; jamás comulgó con ese engranaje cultural, repleto de trampas y engreimiento burocrático, para su trabajo de edición.


El poeta Villaverde me aseguró que escribir las “solapas” tiene más truco que técnica en sí. Su procedimiento consistía en leer los manuscritos, hacía las correcciones preliminares y en ese intervalo iba tomando notas sobre las particularidades de la obra, y luego, cuando ya el libro estaba en la imprenta, retomaba las anotaciones y la solapa salía con fluidez.

Imagen tomada de Revista Santiago.

Roberto Calasso dice que el antepasado de la solapa es la epístola dedicatoria, que tuvo su despunte en el siglo XVI y en la que el autor (o el impresor) se dirigía al príncipe que había dado su protección a la obra. Calasso escribe: “La solapa es una forma literaria humilde y difícil, que espera todavía quien escriba su teoría y su historia. Para el editor suele ser la única ocasión de señalar explícitamente los motivos que lo han impulsado a escoger un libro determinado. Para el lector, es un texto que se lee con sospecha, temiendo ser víctima de una seducción fraudulenta. Sin embargo la solapa pertenece al libro, a su fisonomía, como el color y la imagen de la portada, como la tipografía con la que se lo ha impreso. Una cultura literaria se reconoce también por el aspecto de sus libros”.


Escribir con exactitud de brevedad no es sencillo y la solapa requiere cierto tacto y una grandilocuente delicadeza. Para escribir solapas lo primero es sortear los consabidos tópicos del elogio lambiscón; a continuación debe seducir y al mismo tiempo debe ser una invitación. Que la solapa no sea una publicidad que vende un producto con el elogio de virtudes engañosas. Villaverde, por su parte, intentó con sus solapas dejar el estilo rotundo de los críticos de página cultural e intentó que cada texto fuese creativo, ameno, buscando la complicidad del lector hacia el libro y su autor. Villaverde buscó escribir una breve misiva para el lector por aquello escrito por Calasso: “Observemos a un lector en la librería: toma un libro en sus manos, lo hojea y, durante algunos instantes, está del todo ausente del mundo. Escucha que alguien habla y que sólo él lo oye. Acumula fragmentos casuales de frases. Cierra el libro, mira la portada. Después, con frecuencia, se detiene en la solapa, de la que espera una ayuda. En ese momento está abriendo —sin saberlo— un sobre: esas pocas líneas externas al texto del libro son, en efecto, una carta: una carta a un desconocido”.


Pedro Téllez. Fotografía de Yuri Valecillo

Villaverde, en la solapa del libro Tela de araña, de Pedro Téllez, escribió: “…propone catorce abordajes, en forma de notas breves, de leer por gusto, de leer y apreciar de muchos modos, de ensayar la agudeza tras la entrelínea, en donde llega a recrear no pocas de las variables que comporta toda lectura…”. En la solapa del libro Textos de la prisa, de José Carlos De Nóbrega, ediciones del Gobierno de Carabobo, escribe: “En literatura el ensayo es una voluntad, siempre insatisfecha, de conocer. Es en esencia actividad del ingenio, en afán, por acceder a una experiencia. El escritor hace en el ensayo desde el ejercicio crítico como aguda manera de solidaridad hasta la precisión de lo oculto como forma más intensa de pasión”. Para el libro Taumaturgias del verbo, de Josefa Zambrano Espinosa, anota: “Zambrano escoge el ensayo para ratificar con agudeza la perfecta compatibilidad del juego y la indagación, adentrándonos en el pasadizo-espejo donde las palabras y los signos se intercambian, se potencian y desgastan, como la vida misma en su tráfico de días”.

Josefa Zambrano.

Las razones que inducen a un poeta a convertirse en editor pueden ser muchas. Pero me gustaría pensar que lo hace por descubrir esa metáfora traspapelada que tiene cada libro impreso, esa magia de carpintería y fragua que tiene la edición de un libro. Editar libros es un arte y un negocio, sólo que a veces a muchas editoriales (o editores) se les nota más el negocio. En los libros que editó Villaverde se notaba, claro, el arte y el esmero organizado. Para él fue un desasosiego y un aprendizaje; puede que las solapas sean su huella en la arena de la edición, su visión particular de alabanza y crítica. Quizá los libros de Predios eran el poema y las solapas eran esas desprendidas y apuradas notas al pie.


Para un escritor el universo cabe en un poema, en una novela o en un cuento; para el editor el universo debe entrar con apretado equilibrio y sensibilidad en una solapa.


Tomado de Letralia



*******

Carlos Villaverde, médico cirujano egresado de la Universidad de Carabobo, especialista en Salud Mental.

Magister en Gerencia de Servicios de Salud por la Universidad Católica Andrés Bello.

Doctor en Salud y Sociedad por la Universidad de Carabobo.

Profesor Universitario en la Escuela de Medicina de la Universidad de Carabobo.

Coordinador General del programa avanzado de Formación de Tanatopraxia PAFT del convenio académico entre ASOPROINFU y FUNDACELAC-U.C.


*******


Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.



Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordinó la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal. Actualmente es coeditor de la revista digital Cárcava