Andrés Couve, exministro de Ciencia y académico. Imagen tomada de Icaria.
Andrés Couve: “A medida que los científicos nos ponemos más viejos, nos preguntamos por el porqué de las cosas”
El biólogo, exministro de Ciencias y académico de la Universidad de Chile acaba de lanzar ‘La liebre y el compás’. Es su primer libro y aborda el valor de la ciencia en la sociedad
MARÍA VICTORIA AGOUBORDE
Santiago de Chile - NOV 03, 2024 - 23:30 EST
En su recién publicado libro La liebre y el compás (Paidós, Planeta), Andrés Couve (Santiago, 55 años), biólogo y doctor en biología molecular, académico de la Universidad de Chile y exministro de Ciencia de Sebastián Piñera (2010-2014, 2018-2022), se define como un “científico empapado por el desorden descomunal de la política”. Su paso por la política, con una pandemia de por medio, lo llevó a insistir sobre una pregunta que intentaba responder desde 2017 y que se transformó en el hilo conductor de su libro: “¿Cuál es el valor de la ciencia en la sociedad?”.
En una oficina con vistas al cerro San Cristóbal, en el muncipio de Providencia, en el sector oriente de Santiago, Couve explica a EL PAÍS que la ciencia es una disciplina que entrelaza dos aspectos: “Un componente es intuitivo y subjetivo, que es coraje y riesgo. El otro, que es objetivo, está relacionado con cuánto tú dominas la información y las máquinas. Es siempre una cuestión de intuición y técnica”.
Pregunta. ¿Los científicos se dan el tiempo y los espacios para preguntarse por el porqué de la ciencia?
Respuesta. Esos espacios no se dan demasiado durante el desarrollo de la carrera científica porque las exigencias y la competencia son muy altas. Lo que ocurre normalmente es que, con el paso del tiempo, uno se va haciendo otras preguntas. Entonces, no es inusual que, a medida que los científicos nos ponemos más viejos, nos empezamos a preguntar por el porqué de las cosas y el porqué de la disciplina.
P. En su libro usted define la pregunta del porqué de la ciencia como problemática ¿Por qué?
R. Es problemática porque la ciencia no intenta responder preguntas del porqué. La ciencia responde preguntas de cómo ocurren las cosas y la pregunta del porqué tiene relación con el sentido de las cosas y esa no es una pregunta científica. ¿Por qué el universo es como es? No lo sabemos, ni tampoco lo vamos a saber. Podemos saber cómo es el universo, cuántos años tiene, de qué está compuesto, pero no podemos saber por qué existe. Entonces, pasar de preguntas científicas a preguntas de sentido es un umbral donde uno atraviesa de una forma de pensar a otra. Y es algo muy valioso de hacer, no solamente desde la disciplina científica, sino desde muchas otras disciplinas.
P. Al traspasar ese umbral ¿Qué consecuencias le trajo a su vida profesional haberse planteado esta pregunta? ¿Cambió su forma de entender la práctica científica?
R. No es una pregunta tan fácil de responder, pero creo que atravesar ese umbral y entrar a reflexionar sobre el sentido, te invita a ver la vida desde los propósitos como el punto central y, desde los propósitos, se construye después el qué hacemos y cómo lo hacemos. Hoy día para mí es difícil hacer algo que no esté totalmente alineado a un propósito que me haga sentido.
P. Usted se define en el libro como un “científico empapado por el desorden descomunal de la política”: ¿Cómo lo cambió la política?
R. Lo que más aprendí es que la ciencia es una actividad como cualquier otra. Y hacemos ciencia en el marco de una sociedad mucho más caótica, que no tiene estos métodos objetivos, que tiene una diversidad enorme de opiniones, visiones, ideologías, convicciones y la ciencia opera en ese contexto. Es evidente que la política es caótica, la sociedad es caótica y es ahí donde está la ciencia, por lo tanto, tenemos que aprender desde la comunidad científica a vivir en ese escenario. Y eso implica un montón de aprendizajes, por ejemplo, que la evidencia científica es importante al momento de que una sociedad o una autoridad política toma decisiones, pero no es por lo único que se toma una decisión. La ciencia alimenta la decisión, pero la decisión se toma con muchos otros criterios, como urgencias y presupuestos.
P. En el libro también habla del peligro de caer en el utilitarismo de la ciencia.
R. Es un balance. Hay que producir y hay que utilizar. Y los mecanismos que se usan desde el Estado y desde el sector privado para producir y para utilizar son distintos. En Chile nos hemos dedicado mucho más a tener un sistema que produce y, mucho menos, a uno que utilice el conocimiento.
P. ¿Le cuesta a los científicos chilenos entrar en el sector privado?
R. En Chile hay una desconexión bastante grande entre el sector privado y la comunidad científica. Eso tiene que ver con objetivos, incentivos, plazos, lenguaje y no se ha producido un acercamiento muy virtuoso entre el conocimiento científico y cómo eso puede aplicarse en nuestra economía. Todos hemos visto la proyección de la economía chilena para los próximos diez años y si queremos saltar de crecer del 2% vamos a tener que hacer cosas radicalmente distintas y ese es un ámbito donde la ciencia y la tecnología pueden hacer un rol fundamental.
En el umbral y más allá (75 años de Julio Miranda)
POR Miguel Ángel Campos
Conocí definitivamente a Julio Miranda(27 de junio de 1945, La Habana, Cuba - 14 de septiembre de 1998, Mérida, Venezuela) cierta tarde en una plaza de Mérida acosada por el musgo, allí nos refugiamos de la llovizna armados de un vaso de café caliente de la panadería de enfrente. Antes, alguna vez lo vi en Maracaibo a mediados de los ochenta y lo encontré nuevamente en el hoy liquidado restaurante El Paladar en ocasión de los premios de la primera Bienal Mariano Picón Salas (1991). Ambos habíamos sido premiados, él con su primer libro de relatos El guardián del museo (1993); Julio me recibió con uno de esos chistes que eran casi solo para sí. Entonces mis viajes a Mérida se hicieron más frecuentes y por lo común acordábamos vernos fuera de la diligencia del día. Su conversación se hacía solaz, le daba un tinte diferente a las imágenes de una ciudad capaz de agobiarme al tercer día, pero a la que ya nunca dejé de ir. Él, con su particular necesidad de ciudad –podría decirse–, le hacía contrapeso. Así su presencia merideña, testimonio de conciliación, era como un alivio para quienes como yo sufren con algunas monotonías de la naturaleza.
La ciudad elegida o electora no parecía el mejor lugar para alguien de vida tan poco reposada, pero refugio y exilio fueron como dos necesidades donde lo andino podía encajar sin mayor complicación; después de todo un cubano taciturno como él tenía la potestad de serlo cuando quisiera, pues su cubanidad no era por cierto un atributo que se nutriera de lo pintoresco. Su voz pausada y más vehemente de lo aparente era ajena a toda infatuación (pienso en el esfuerzo de los maracuchos por identificarse cuando hablan fuera de su casa). Por lo demás, el hombre que escribía abundantemente resultaba más bien parco en la conversación, no se quedaba mucho tiempo en una tertulia y usaba su humor como entrada o salida, de pronto Julio ya no estaba, se lo podía encontrar entonces en su casa frente a la máquina. Andaba por las calles como quien anda por el mundo armado de una dosis de cosmopolitismo, antídoto eficaz contra aquellas, esa posibilidad de quedarse mucho tiempo viendo el paisaje hacerse pueblerino. Solía tratarme con cierto aire paternal y eso me encantaba, pero en una ocasión fue al grano y como solicitando misericordia: lo había invitado a un seminario de traducción y me llamó para decirme que se iba a Buenos Aires a un evento reactivado a última hora, la razón era de peso: nunca había ido a aquella ciudad y siempre quiso conocerla. Era más que un estilo, la franqueza como gestión; por lo demás, el evento de Maracaibo resultó casi un fiasco y respiré aliviado de saber a Julio paseando por la calle Corrientes.
Su disciplina era la compensación de un desamparo desde el cual parecía retar la vida imprevista, pero él no ignoraba ni el desamparo ni la magnitud de las tareas. Se defendía con el encierro y volviendo permanentemente a un plan de trabajo capaz de hacer de la soledad una rutina próspera, evitaba así la dispersión y los riesgos naturales en quien también eligió vivir de la literatura y para ella, así como no estar siempre un paso más allá. En alguna dedicatoria se refiere a sí mismo como la “fábrica de papel manchado JEM”; era una manera de ironizar sobre un oficio cuya esperanza era también abismo, y justamente por eso lo defendía como la acción más sagrada —su honestidad no podía ser juzgada sino desde la solemnidad. Cuando Julio olfateaba algo raro en un concurso o, por ejemplo, tenía que vérselas con situaciones incómodas en la comisión de alguna gestión editorial era fácil saber el desenlace: renunciaba sin mayor algazara; en tales trances para él no cabía el diálogo. Era una manera de expresar su opinión sobre la literatura, o de encarecerla, y estaba hablando desde otros intereses, comprometiendo así convicciones ancladas en un lugar elegido para una vida nada provisional. Un estilo humano ante todo, y eso supone sólo esa clase de valoraciones que hacen del individuo alguien más allá de una personalidad. La honestidad vendría a ser así una posibilidad para mostrar las elecciones más trascendentes. Seguramente tenía pocos amigos pero la suya era una amistad a toda prueba, como en esos niños capaces de sacrificar sus mejores juguetes. Puedo dar testimonio del hombre afectuoso, lleno de un instinto para el intercambio, solícito y tierno frente a las circunstancias más sencillas, el protocolo se hacía pedazos en sus grandes maneras y en la entrega de quien sabe cuánto vale la pena atesorar emociones.
La ineficacia irresponsable lo hacía lamentarse sólo por un minuto, inmediatamente estaba armando nuevos planes y tal vez más de los que podía ejecutar en las condiciones del medio. Libros entregados a las editoriales, estudios solicitados, antologías actualizadas una y otra vez, todo era una acumulación de expectativas desplazadas por las del día, la morosidad de los indiferentes no lo detenía y se hacía su propio camino. El ritmo de nuestra actividad literaria era casi anacrónico para sus hábitos y su disciplina, el contraste resulta más agudo si se toma en cuenta el ejercicio irregular de nuestros escritores o que una regularidad como la suya hace ver como tales. A algunos le parecía como si Julio estuviera pendiente de todo, pero en realidad se limitaba a ejercer su disposición de cronista, de observador de un tiempo que se fuga sin esperar testigos, y si esto resultaba profesional, era sobre todo su método de ser consecuente. Reparar en los ritmos de aquellos tiempos nos permite tener hoy valoraciones y balances ejecutados en su momento, de otra manera hubiera sido imposible, en todo caso sus adelantos fijaron un rumbo. Proceso a la narrativa venezolana (1975) y Poesía, paisaje y política (1992), al menos, son dos conclusiones de largo alcance en relación a esa tarea de organizar el panorama de tendencias fuera del acuerdo académico. Por supuesto, esto supone a menudo la disidencia, le conquista malquerencias, también la novedad cuando subvierte el canon y por ello a menudo esos trabajos son leídos con recelo. Fijó juicios y anotó estilos, recensó y catalogó hasta la estadística una literatura siempre aquejada de insuficiente crítica.
Cuando a su vez le tocó organizar eventos para confrontar y difundir el trabajo intelectual, respondió como un excelente anfitrión, pendiente de los invitados y cuidadoso del desarrollo de la programación, hacía de la responsabilidad la verdadera vedette, procuraba enmendar seguramente las frivolidades y la escasa consideración hacia el esfuerzo creador, habitual en la burocracia cultural y en los creadores mismos. Por lo demás, alguna magia tocaba aquello donde se sumergía, seguro de respirar bajo el agua. Así, en una oportunidad le pedí un seminario de cine y literatura en la Universidad del Zulia. Como siempre, las carencias y el bulto escudado de directores y decanos nos puso en aprietos. Pocos inscritos y deudas por pagar, y la institución lucrándose del esfuerzo personal y pretendiendo saldar todo con la regalía del dudoso prestigio académico. A última hora fluyeron los participantes, hubo dinero suficiente para pagarle sus honorarios, pues al otro día se iba a Caracas. De ese seminario quedan la imagen del expositor inmutable, sostenida por la devoción ante un público tal vez interesado pero que no emparejaba, y tres casetes: estos darían un libro novedoso en la bibliografía venezolana.
Retengo otra imagen suya, aquella más permanente del que aparece viniendo desde el fondo pero mira por encima, hacia el paisaje de la distancia. Escandaliza la mezquindad de la gente de cine, o tal vez sea crasa ignorancia, pues nadie parece haber reparado en como Julio dedicó al menos siete libros a situar e interpretar el cine venezolano. No conozco ni un homenaje, ni una actividad discreta para enfatizar esta labor vindicadora de una actividad tan poco atendida por la investigación. Catalogó y ordenó el cine venezolano y se quedó esperando por las novedades, y si podemos entender que se encerrara para escribir con puntualidad inglesa, resulta difícil, en cambio, explicarse cómo hacía para ver miles y miles de pies de película, acción esta sujeta a un tiempo más objetivo y subordinado. Y sin embargo sólo conseguimos silencio, y en el mejor de los casos desconocimiento, por parte de quienes han visto su disciplina enaltecida y puesta en el debate por un cinéfilo que nos mostraba sus descubrimientos desde la perspectiva del intelectual ilustrado, así sus análisis desbordan los intereses del cine. Cuando en una oportunidad, recién fallecido Julio, le propuse a alguien vinculado con la promoción y administración de un fondo cinematográfico en Maracaibo, la edición de un libro inédito o una antología de sus trabajos, me confesó no saber quién era Julio Miranda. Casualmente, la última vez que nos vimos él andaba en diligencias de un festival de cine previsto para comienzos del año siguiente, ignoro si llegó a hacerse. Hablaba con fervor y preocupación sobre aquella tarea, los fondos de las instituciones responsables no terminaban de llegar y había adquirido compromisos personalmente con gente del exterior. Pero como contrapartida me refería casi con indiferencia, esa tarde en la plaza merideña, un incidente ocurrido en la Alianza Francesa la semana anterior: tuvo un desmayo brusco al cual no le dio mayor importancia. Cualquier cineasta venezolano culto no podría obviar, desde la apatía que convierte en hojas inertes aquellas provenientes de la “fábrica de papel”, los hallazgos desplegados en esos bocetos lineanos, digamos Cine y literatura: seis textos, seis films (1991), imprescindibles para la vida civil de un arte cuyas versiones se disuelven en la muchedumbre. Ya no digamos, sus investigaciones temáticas: El cine que nos ve (1989), Imagen documental de Caracas (1994). Otros, no el seguidor de una huella, pueden ignorar una línea escrita en la ternura de quien escapa durante horas hacia la conciencia absoluta. Con él era necesario evitar para siempre esa displicencia colándose desde la molicie que sumerge o que a muchos pierde hasta ahogarlos.
Resplandecen las palabras derramadas sobre el papel y secadas luego con mirada de gozo, lo que quede será tan sólo el vínculo con los atentos del día y también con aquellos aptos para esperar en los tiempos benévolos. Nació el 27 de junio de 1945, nos dejó en 1998, y estos veintidós años que ha faltado deben valuarse, como dicen los economistas, en precios actuales, pero a él no le faltó tiempo, adelantó tareas y nos dejó la sensación de haber compilado el futuro. La suya era la escritura de un sediento, pero esa sed era la condición natural de un humedal, árboles y plantas acuáticas eran solo el paisaje visible de un mundo subterráneo. La humedad propiciaba el diario renacer, la purificación no venía del fuego sino de esa fe que lo hacía siempre estar lleno de pudor, no tanto una manera de vivir como de ser.
Cuando el tiempo no huye, sino vuela como un F-18, vivir se atempera, los colores se disipan y todo sabe a lo mismo.
Portada del fanzine Neutrón donde fue publicado este texto.
Ya lo he contado en este blog, escribí cuatro artículos sobre El Planeta de los Simios para el número especial del fanzine Neutrón, que dirige nuestro entrañable Txemita Picapiedra.
Txema Gil
Tres de ellos se publicaron en el fanzine y en 2016 se incluyeron en la edición que Quarentena Ediciones hizo de los dos volúmenes monográficos del fanzine Neutrón. En este blog se han publicado dos de esos artículos:
El 16 de julio: Una canción para cuando el hombre se haya ido (maravilloso título que le puso el camarada Richard Montenegro. Yo la había titulado: Las bandas sonoras del Planeta de los Simios).
Luego, quedan dos más sin publicar en el blog. Y eso se debe a una esperada reedición de Tras las Huellas del Planeta de los Simios de Quarentena Ediciones. Cuestión que el inexorable paso del tiempo aleja a lugares inexplorados. Asumido lo anterior, hoy me levanté, con una nostalgia que me atenaza el alma (sin duda mi sempiterna depresión tiene mucho que decir al respecto). Sólo se me ha ocurrido salvar el día, dando a la luz este artículo.
Resta en el recoveco del disco duro otro artículo. Le dejaré disfrutando del sueño de los justos… al menos hasta que me pese tanto el corazón, que lo liberé para descomprimir mis penas.
by PacoMan
Planet of the Apes (1968) Trailer #1 | Movieclips Classic Trailers
AQUARIUS de La quinta dimensión (Subtitulos en español) es una fusión de dos temas musicales compuestos en 1967 para el musical Hair, que fue lanzada como sencillo en marzo de1969
1968 es un año convulso (bueno como casi todos los años) con varios conflictos abiertos en la sociedad norteamericana. En aquel año; ¿qué paso en el mundo?
La famosa fotografía "Earthrise" fue tomada en 1968 por el astronauta William Anders durante la misión Apolo 8. Imagen: picture-alliance/NASA/Cover Images
Se lanzaron las misiones Apolo 5 y 8, aún quedaba un año para la llegada del hombre a la Luna. Kubrick al calor de ese histórico acontecimiento estrena su odisea, eso si, evitando entrar en los debates de la sociedad americana que más tarde abordaré.
La plaza de Tlatelolco, en Ciudad de México, el 2 de octubre de 1968, escenario de Masacre de Tlatelolco.
Para no desentonar, se producen varias matanzas en México y China, golpes de estado en Panamá y Bolivia. Al otro lado del telón de acero, las cosas quieren cambiar; tuvo lugar la esperanzadora Primavera de Praga, también su fracaso y represión consiguiente.
Fue un año convulso para los católicos, el papa Pablo VIcondena el uso de anticonceptivos y en su visita a Bogotá, parte de la propia iglesia, protesta esta condena y su alejamiento de los problemas de los más pobres.
Sin embargo, para los americanos lo importante es que la guerra de Vietnam sigue costando un torrente de sangre propia y asiática. En 1968 asesinan a Robert Kennedy y a Martin Luther King. También soplan aires de libertad en EE.UU., el movimiento hippie está a punto de llegar a su momento álgido; el macroconcierto de Woodstock en Agosto de 1969.
El planeta de los simios, toma claro partido en el debate fundamental de la época; el probable holocausto atómico como resultado de la guerra fría. Esta cuestión, razón de ser de la película, es evidente y bien conocida por todos. No creo que pueda aportar nada nuevo a esta cuestión, por lo que no la analizaré en este artículo.
Esta película tomó partido en otros tres debates de la sociedad americana: el creacionismo frente a la evolución, la integración racial y la liberación de la mujer.
Jefferson Airplane - White Rabbit, Live from Woodstock 1969 [HD] (Lyrics).
Las mujeres votan en los EE.UU. desde 1920 (en Venezuela votan para las presidenciales desde 1946) pero la igualdad entre sexos distaba mucho de ser una realidad, aunque ciertamente había progresado bastante. Sin embargo, aún quedaba (y queda) camino por recorrer: por ejemplo no será hasta 1973 que las mujeres podrán incorporarse sin ningún tipo de restricciones a las fuerzas armadas norteamericanas y no será hasta el 2016 que podrán tomar parte en cualquier operación de combate real.
En El planeta de los Simios, los personajes femeninos son significativos… ¿todos?
No, todos no… la bella y primitiva Nova (Linda Harrison) cumple la clara misión que el cine, desde que es cine, reserva a las coprotagonistas femeninas; dejarse salvar por el protagonista.
Aquí es probable que Heston le agarrára el gusto a los rifles.
El segundo personaje femenino… tampoco es muy significativo. Hablo de la teniente Stewart (Dianne Stanley): no tiene ni una sólo línea de diálogo, nunca la vimos en pie, en su segundo y último plano aparece muerta y cuando Taylor la evoca, lo hace de una forma machista.
Thomas Dodge (Jeff Burton), George Taylor (Charlton Heston), Maryann Stewart (Dianne Stanley) y John Landon (Robert Gunner), ¿no lo encuentran parecido a Sean Connery?. La tripulación de la nave Liberty 1, también conocida como Icarus.
Todo eso es verdad, pero su merito es estar. Está: está ahí, en el espacio como miembro de una tripulación y está en las fuerzas armadas, como oficial, y no como cocinera o enfermera.
Recordemos que hasta ese momento EE.UU. no había lanzado ni una sola mujer al espacio… cosa que si había hecho sus enemigos de la guerra fría.
Ahora si, la tercera y fundamental… aunque estrictamente no es una mujer humana. La coprotagonista de la película es la psicóloga en animales; la chimpancé Zira (Kim Hunter). Zira es el personaje más clarividente de todo el film, detenta un alto puesto en la ciencia simiesca y ejerce autoridad con normalidad y soltura sobre otros simios macho. Además, Zira es la personificación de la ciencia y la más ferviente defensora de la teoría de la evolución frente al creacionismo, cuestión que abordaré más tarde.
Charlton Heston con una pancarta con una afirmación del esclavista de hecho y de derecho Thomas Jefferson .
Se considera que el movimiento por los derechos civiles norteamericano se inicia en 1955 y finaliza precisamente en 1968, con el asesinato de su más carismática figura: Martin Luther King.
El planeta de los Simios apostó por la igualación de los derechos civiles. El astronauta Dodge (Jeff Burton) es negro, y no presenta un comportamiento servil, es un igual, recibe el mismo trato que se dan sus compañeros entre si, es el científico de la nave y tiene un papel idénticamente secundario al tercer astronauta blanco superviviente: Landon (Robert Gunner).
Taylor se encuentra a Dodge disecado
Ya he comentado como la otra película emblemática de la ciencia ficción, estrenada ese año: 2001 una odisea en el espacio evita posicionarse en estos temas. Pero incluso un superéxito nueve años después, como La Guerra de las Galaxias nos presenta un universo dominado por los humanos, pero una humanidad blanca y caucásica. No hay mujeres en los ejércitos y la única mujer “independiente” es… una princesa… a la que, por cierto, los héroes tienen que rescatar. No es demérito de la cinta de George Lucas es mérito de El Planeta de los Simios, gracias al compromiso de Franklin Schaffner (director), Michael Wilson (guionista que rehace casi completamente el guió original de Rod Serling), la valentía de su productor Arthur P. Jacobs y del “mirar para otro lado” del primer ejecutivo de la 20th Century Fox: Richard D. Zanuck.
TRAILER DE CINE EN 35MM EL PLANETA DE LOS SIMIOS (1968) ESPAÑOL CASTELLANO SPANISH
En España este debate es inverosímil, gracias sobre todo a la postura no beligerante de la Iglesia católica y no tanto por el dominio de la ciencia. Pero en EE.UU. el enfrentamiento sigue vivo hoy día, de hecho, el creacionismo o alguna de sus variantes domina a la Evolución en la opinión pública americana actual. Pero donde el enfrentamiento es más lacerante es en las escuelas públicas de educación primaria norteamericana, sólo es necesario consultar los periódicos para seguir el parte de guerra. Imaginemos este escenario en 1968 y el efecto de una película como la que nos ocupa, cuyo mensaje central, cuya razón de ser, es puro evolucionismo:
Una vez auto-apartados los humanos, los simios evolucionan hasta alcanzar la cúspide evolutiva.
Pero no contentos con este mensaje, existe más señales claras de la posición pro-evolución. En el film se nombra explícitamente la teoría de la Evolución; Zira y Aurelio (Cornelio en el doblaje latinoamericano) hablan con soltura de mutaciones y del eslabón perdido. El juicio a Taylor sirve realmente para acusar de herejía a Zira y Aurelio (como le reconoce el doctor Zaius a Taylor). Michael Wilson, el guionista, que sufrió la caza de brujas de iniciada por McCarthy en sus propias carnes, hace del juicio uno de los momentos cumbres de la película: en una esquina los chimpancés científicos y en la otra los orangutanes religiosos. Frente a los argumentos razonados y contrastables de Zira y Aurelio, se nos muestra la sinrazón del fiscal, que alza su voz y sin ofrecer más que su fe en los escritos del Legislador (en un obvio remedo a la Biblia). En el momento álgido del debate los tres miembros del tribunal escenifican su inamovible posición tapándose los ojos, los oídos y la boca respectivamente, frente a los argumentos científicos. El consejo Simio, como un buen tribunal inquisitorial, condena al ostracismo profesional y social a los abogados defensores de la evolución acusándoles de herejía... algo que conocía de primera mano el guionista.
No es el sitio ni el lugar para glosar a este actor americano. En el imaginario colectivo, Charlton se nos ha quedado fijado con un rifle en lo alto inaugurando algún congreso de la Asociación del Rifle, de la cual fue presidente: el arquetipo de la ultraderecha americana.
Pero contrariamente a esa imagen, Charlton Heston tiene un pasado de activista progresista desarrollado precisamente en los años 60’s. Siendo como era, una de las más rutilantes estrellas de Hollywood (cuando serlo tenía su valor) dio su apoyo público y notorio a la lucha por la igualación de los derechos civiles. Centrándonos en el mundo del cine de la época, su presencia en el reparto convertía en viable las películas que seleccionaba. Pero en algunos casos, y debido a los elementos controvertidos de sus guiones, fue necesaria su intervención decidida para sacarlas adelante y en algunos incluso su propio dinero:
El señor de la guerra (The war Lord, 1965) de Franklin Schaffner. Charlton quedó tan impresionado con su trabajo, que lo recomendó para la dirección de la película que no ocupa.
Primer beso interespecies en el cine. El primer beso interracial, hablamos de un beso entre una persona blanca y otra negra, en la TV de Estados Unidos se dio en un programa, transmitido por la cadena NBC, llamado Movin ‘with Nancy, entre Sammy Davies junior y Nancy Sinatra el 11 de diciembre de 1967. Suele decirse que el primer beso de este tipo se dio en la serie de ciencia ficción: Viaje a las estrellas, en capitulo titulado «Los hijastros de Platón» que es el décimo episodio de la tercera temporada que fue televisado por primera vez el 22 noviembre de 1968.
2 La primera estadounidense en el espacio fue Sally Ride (+) en 1983. La primera mujer cosmonauta fue la soviética Valentina Tereshkova, que fue lanzada al espacio el 16 de Junio de 1963… 5 años antes que el estreno de la película que nos ocupa y 20 antes que la astronauta americana.
3 En el film no se identifican hembras de gorila ni de orangután… y sólo algunas hembras chimpancé.
4 Básicamente la lucha pacífica para conseguir que los negros disfrutasen en píe de igualdad con los blancos de los mismos derechos civiles.
5 Este gesto que ahora se nos ocurre banal, tuvo terribles consecuencias para los atletas: fueron expulsados de la Villa Olímpica, no pudieron volver a competir. La esposa de Tommie se divorció y la de John se suicidó… Peter Norman fue ninguneado en Australia, se le negó el derecho a ir a los siguientes Juegos Olímpicos.
6 En esta película la ciencia es tratada con veneración, lo que refuerza la posición de Dodge,
7 Según la última encuesta Gallup (Junio 2012): el 46% de los estadounidenses cree en el creacionismo, el 32% creía en la evolución teísta y el 15% creía en la evolución sin intervención divina.
8 Evidentemente en la película no se plantea así, dado que desvelaría la realidad que se nos muestra en uno de los más impactantes finales del cine. En la película se especula con que los simios evolucionan del humano.
9 ¿Quién será el responsable de traducir el original Cornelius por Aurelio?
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by PacoMan
En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.
Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.
Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.