lunes, 5 de agosto de 2024

Eduardo Liendo: LEER EN VENEZUELA ES UN PODER PARA CONSTRUIR UN PAÍS DISTINTO

 


Estimados Liponautas 


Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes un texto del escritor venezolano Eduardo Liendo ,titulado LECTURA Y PODER.

Este texto fue publicado en  el ÓRGANO DE CULTURA UNIVERSITARIA, La Tuna de Oro número 42 correspondiente al lapso julio-diciembre del año 2005.


Disfruten del escrito.



Atentamente 


La Gerencia.


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LECTURA Y PODER


Eduardo Liendo



La actividad lectora siempre ha sido vinculada fundamentalmente al ocio, sobre todo cuando se alude a las lecturas literarias y en general de temas humanísticos. La visión de un hombre plácidamente instalado en una hamaca a la sombra de un árbol y abstraído con un libro en sus manos, podría ser una imagen ilustrativa de un lector de novelas, de poesía o de ensayos filosóficos.


El mismo hombre podría ser representado en similar actitud de ociosidad intelectual en el asiento de un tren o de un avión, en la escalinata que conduce al portal de un museo, en el banco de una plaza poco concurrida o en un vagón del metro en una hora de pocos usuarios. El hombre (o la mujer) tiene un aspecto informal con su ropa deportiva, gente clase media culta, individualista, singular y poseída de cierta vanidad entre otras razones por el hecho de pertenecer a una minoría lectora. Si nuestra curiosidad nos llevara a observar el título que lee tan ensimismado quizás aparecería el nombre de Justine del Cuarteto de Alejandría. Obra cumbre de Laurence Durrell, o tal vez el pequeño tomo acerca De la brevedad de la vida de Séneca, o los Poemas humanos de Cesar Vallejo. Todo indica que ese hombre (o mujer) cuyo nombre ignoramos, lee por placer, por puro goce intelectual, por ejercicio pasivo del ocio.

Esa imagen de la gratitud de la lectura, de su sentido lúdico y egocéntrico, es la más extendida y publicitada en las campañas de promoción de la lectura.

Leer es un placer es una de las consignas mas difundidas, lo cual, por lo demás, puede parcialmente ser cierto. Un lector experimentado, con sensibilidad para apreciar la estética del lenguaje, la calidad de las ideas y los logros de la imaginación, seguramente obtendrá no poco placer de sus lecturas. Un niño lector, también será gratificado por aquellos relatos que satisfagan su afán de aventuras, su curiosidad y la necesidad del juego de su inteligencia inquieta.


Pero no toda lectura provechosa resulta placentera. La lectura, en muchos casos, requiere de un esfuerzo sostenido que sería inadecuado calificar, incluso en el espacio específico de las grandes obras de creación literaria, como primordialmente placentero; obras clásicas como: la Divina Comedia, Don Quijote, Los hermanos Karamazov, La Guerra y la Paz, Mobí Dick, Ulises, El Fausto, el Popol Vuh.

Y muchas otras de universal reconocimiento exigen mucho de voluntad lectora del individuo que se acerca a ellas, así como disciplina y cierta capacidad para la comprensión de un texto complicado. En este sentido el placer que proporciona la lectura es inseparable del esfuerzo incluso en ciertos casos, de la fatiga que pueda ocasionar.

Muchas veces se conquista el libro invierto una tenacidad, aunque muy distinta, comparable a la de los excursionistas que deben superar las eventualidades y dificultades de un arduo viaje.

Puede ser a ratos placentero, pero exigente, incluso agobiante, aunque generalmente el esfuerzo tiene su recompensa.

Para que sirve leer La Divina Comedia o La Guerra y la Paz ya es otro asunto. Los más escépticos o los que atribuyen a la literatura una completa gratitud suelen decir que para nada. Leer al Quijote no tendría así ningún sentido utilitario. Fuera del juego intelectual, del gusto de leer sus páginas no serviría absolutamente para nada. Lo cual es juicio unilateral, aunque apuntalado por opiniones emitidas por intelectuales, incluso por autores de obras significativas. En este juicio se escamotea lo que en el libro se suministra de poder comunicacional en múltiples aspectos, (lingüístico, vivencial, social, histórico, simbólico, ficcional) y no solamente por placer. En este otro sentido Leer es un poder.

Sería imposible ignorar o subestimar la formidable revolución cultural que representó la invención de la escritura en la historia del hombre, hecho ocurrido en occidente aproximadamente 3.000 años a de C. Durante la civilización sumeria con la escritura cuneiforme. El hombre adquiere así un poder mayor que el dominio del fuego, recibido según la hermosa mitología griega de las manos de Prometeo. Con la escritura el hombre se hace dueño y custodio de su propia experiencia,atesora su propia historia, perfecciona y enriquece su lengua, descifra la realidad y da forma a sus sueños. La escritura hace al hombre verdaderamente humano, lo hace culto y memorioso.


Muchos siglos después de su invención un escritor, Jorge Luis Borges, expresaría la siguiente definición del libro: De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es sin dudad, el libro.Lo demás son extensiones de su cuerpo.

El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; El teléfono es extensión de la voz, luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa, el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.

En ese sentido, aún respetando la significación de las culturas orales,podríamos decir que en una sociedad de analfabetas, de nombres no lectores,hay un desfase histórico que la emparenta en muchos aspectos con la realidad ágrafa existente antes de la prodigiosa invención de la escritura en la antigua Mesopotamia. Un verdadero abismo cultural, una limitación esencial para la evolución de la condición humana. Cuando el hombre inventa la escritura adquiere un gran poder, "remonta la tradición oral y se posesiona de su propia experiencia, puede fijarla, recrearla y codificarla". De manera que, por muy sospechosa que pueda parecemos la palabra poder aplicada a un hecho generalmente de práctica solitaria como es la lectura, es pertinente considerarlo de este modo. Leer es un poder. Es una forma de posesionarnos de la realidad. Incluso de nuestras emociones y sueños, como lo expresa la mejor poesía.


Leer es un poder por cuanto existe una estrecha relación entre palabra y pensamiento y la manera más precisa y eficaz de ordenamiento de las palabras es la lengua escrita. Pensamos con palabras y no es una afirmación exagerada la que indica que el tamaño del mundo de una persona es el tamaño de su vocabulario.


Leer es un poder porque en la lengua escrita, acumulada por el hombre en los libros y otras diversas publicaciones, se concentra una parte fundamental de la memoria y la historia de la especie durante varios milenios haciendo posible que cada hombre lector sea heredero de la cultura universal que le resulte accesible.

Leer es un poder porque la imaginación creadora del hombre ha alcanzado muchas de sus más descollantes

expresiones en la invención literaria de grandes escritores y poetas, y esta extraordinaria recreación del mundo permite establecer una activa y enriquecedora comunicación intelectual y espiritual con el individuo lector.

Leer es un poder porque la lectura ha demostrado ser una formidable herramienta de autoformación, de investigación de la realidad, de apropiación de la experiencia en las disciplinas más diversas del conocimiento, atendiendo a los intereses de quien lee.

Leer es un poder Porque obtener información y sentido crítico suponen un hombre más consciente y, por consiguiente, más libre para ejercer su elección ante las múltiples y contradictorias opciones que la sociedad y su propia existencia ofrecen constantemente, como una toma de posición ante su circunstancia y lugar en el mundo.


Leer es un poder porque aquellas sociedades que han superado el analfabetismo casi en su totalidad y tienen una importante proporción de población lectora, han alcanzado niveles de desarrollo tecnológico y científico considerablemente superiores a las sociedades de amplio analfabetismo y limitados lectores, que conforman el llamado mundo subdesarrollado.


Leer es un poder es por tales razones conceptuales antes mencionadas, una consigna y una actividad de promoción de la lectura, con el propósito de hacer más conscientes a los sectores que motorizan la educación oficial y a los propios ciudadanos, del carácter prioritario y esencial que tiene el libro y la lectura en la evolución histórica del país. La superación de la crisis de la sociedad venezolana no podrá lograrse sin un sostenido esfuerzo cultural para hacer del ciudadano venezolano un activo lector.



Es importante que la fundación comisión de lectura -Fundalectura-,el Banco del Libro, el Ministerio De Educación, particularmente su comisión o para la orientación de la enseñanza y uso de la lengua materna, la Biblioteca Nacional y su red de bibliotecas públicas, las escuelas de Educación de las universidades, el CONAC, el CENAL, Monte Avila Editores, Fundación Kuai Mare, numerosas individuales, particularmente maestros, profesores, escritores, periodistas, artistas en general: emprendan una verdadera cruzada para transformarnos en una sociedad lectora. Leer es un poder sería una consigna aglutinante y afirmativa de una voluntad de ganar lectores para la causa de construir a una Venezuela distinta.



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