'Código de barras' ideado por el 'cazador de plagios' Klicker que indica un 94% de plagio (marcado en rojo y negro) en la tesis doctoral del exministro de Defensa alemán Guttenberg |
Estimados amigos
Hoy compartimos esta nota que denigra el panorama político alemán. Nosotros nos preguntamos si esto sucede en la impoluta Alemania, con todos sus controles que no sucederá en nuestra Venezuela, que para muchos de nuestros compatriotas es la capital mundial del compadrazgo político.
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María Torrens Tillack
viernes, 08/02/13
viernes, 08/02/13
- Son ciudadanos defensores de la ciencia, hartos de que se copien trabajos de doctorado.
- Su activismo antiplagio ya ha puesto en evidencia a dos ministros de Merkel.
Ni los presuntos casos de corrupción que sacuden a su socio español, ni los datos del paro que también aumentan en Alemania. El responsable de los últimos quebraderos de cabeza de Angela Merkel es un bloguero que se hace llamar Robert Schmidt.
Él fue quien dedicó un blog para investigar la tesis doctoral de la ministra de Educación, Annette Schavan, que ahora se ha quedado sin su título. La Universidad
de Düsseldorf ha comprobado la denuncia pública de Schmidt y ha tenido
que reconocer que pasaron por alto un plagio. De momento, la canciller
alemana defiende que Schavan siga en su puesto. Pero este asunto no es
precisamente lo ideal para afianzar su popularidad a poco más de medio
año para las elecciones generales.
En 2011, las investigaciones de ‘PlagDoc’ y su plataforma GuttenPlag ya acabaron con la prometedora carrera del ministro más popular del Gobierno de Angela Merkel, el exministro de Defensa Karl Theodor zu Guttenberg. El anónimo cazador de plagios
se hizo eco del plagio que había descubierto un abogado en el texto de
quien hasta entonces se consideraba el heredero natural de la canciller.
Con la colaboración de internautas anónimos, sacaron a la luz que el 94,4% de los pasajes estaban copiados de otros textos sin la pertinente cita. La Universidad de Bayreuth, que le había concedido el título de doctor, se lo acabó retirando.
“No me puedo imaginar que [Annette Schavan] siga siendo ministra [de
Educación] la semana que viene. Su credibilidad ha quedado destruida”,
opina el cazador de plagios Martin Klicker, seudónimo de uno de los fundadores del portal colaborativo VroniPlag.
Este ingeniero doctorado y treintañero prefiere mantener el anonimato
para evitar represalias. Ya participó en la iniciativa que destronó a
Guttenberg y la plataforma donde colabora ahora activamente, VroniPlag,
ha publicado 40 casos de supuestos plagios, 12 de ellos eran de
políticos. Aún así, asegura que le interesa “el lado científico, no solo el político”.
GuttenPlag, SchavanPlag, PlagiPedi, VroniPlag… existe todo un ejército en la Red alemana para combatir las copias de trabajos doctorales.
Un referente para esta particular comunidad de cazadores es el experto austríaco en la materia, Stefan Weber. Y él admira a la vez la labor de estos activistas que califica de “inmensamente importante”.
“Los responsables tendrían que haber desechado los trabajos de ambos ministros desde el principio”
Este profesor de teoría de medios no tiene ninguna duda sobre las
copias de ambos ministros cristianodemócratas, que también ha examinado.
“Los responsables tendrían que haber desechado los trabajos desde el
principio”, afirma. Dice que no le hizo falta leer las tesis de Schavan y
Guttenberg al completo: “Cuando encuentro muchos plagios en un trabajo,
ni siquiera tengo que leer el contenido de arriba abajo. En ese caso es
una simulación de un texto y como tal no tiene valor alguno para la
ciencia y la adquisición de conocimientos”.
Weber encontró hace diez años una motivación clara para el que desde 2007 se ha convertido en su otro trabajo: sufrió en sus propias carnes el plagio de su tesis doctoral.
Cuenta que a dos de sus tres “plagiadores” les retiraron el título.
Además, asegura que muchos estudiantes no saben citar correctamente.
Ahora suele llevar a cabo revisiones de tesis doctorales por encargo de
un bufete de abogados.
“La crítica a publicaciones científicas debe ser siempre posible y
discutida abiertamente”, opina Martin Klicker. “Me parece bueno poner al
descubierto el engaño, da igual si es un profesor universitario o un
político”.
Klicker asegura que fueron ellos quienes empezaron a investigar a
Schavan en diciembre de 2011, pero “por diversos motivos” decidieron no
publicarlo en su web, sabiendo que algún otro lo podría hacer.
"Los plagiadores de la era de la imprenta como Schavan se podían sentir seguros hasta hace poco"
Stefan Weber reconoce que es sorprendente que haya gente que en plena
era digital piense que no va a ser descubierta, pero “los plagiadores
de la era de la imprenta como la señora Schavan se podían sentir seguros
hasta hace pocos años”.
En Alemania se aceptan cada año unas 25.000 disertaciones doctorales, según Weber, que vive a caballo entre Austria y Alemania. “Si solo se ha plagiado un 1% de ellas, tenemos en Alemania miles de falsos académicos de las últimas tres décadas”, calcula, a la vez que critica la falta de cifras oficiales.
¿Pero con la era digital no deberían los propios profesores ser
capaces de detectar al menos indicios de plagio? “Como tarde desde 2005,
todo el mundo
tendría la posibilidad de experimentar con software antiplagios o
simplemente con el buscador de Google”, opina Weber, autor de un libro
titulado El Síndrome del Google-Copy-Paste (2008). “Muchos [profesores] no están abiertos a las nuevas posibilidades tecnológicas”, arguye.
Los cazadores de plagios buscan dignificar los títulos de doctor y destapar a los estafadores
De hecho, el profesor asegura que en el caso del exministro de Defensa “bastaba con googlear
las primeras palabras de la introducción para descubrir el plagio”. Fue
un plagio “mucho más torpe y descarado” que el de la actual ministra de
Educación descubierta ahora. Y la publicó en 2009, según el diario Die Zeit.
Así que la “era de la imprenta” a la que se refería Weber en el caso de
Schavan ya había evolucionado a una más digital tiempo atrás.
Algunas voces críticas en Alemania opinan que los cazadores de plagios
deberían preocuparse por asuntos más importantes en medio de la crisis
financiera, pero Klicker responde que la vida sigue y también existen
otras preocupaciones pegadas al día a día: “La educación y la ciencia
son muy importantes para nosotros. Los estafadores dañan tanto a la
ciencia como a la política [y] en ambos sectores necesitamos personas que trabajen con esmero y de forma honrada”.
Tomado de La información.
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