El escritor Amos Oz. / ULF ANDERSEN / GETTY IMAGES |
ENRIC GONZALEZ
2 JUL 2011
En la obra de Amos Oz, hombre de paz,
profético y polémico, se lee la historia de Israel. Sus relatos de los
años setenta reunidos en La Colina del Mal Consejo abordan los últimos meses del mandato británico. El gran escritor habla de su vida, su país y la literatura.
AMOS OZ (Jerusalén, 1939) es un gran escritor israelí y desde hace años se le propone para el Premio Nobel.
Marwan Barghouti (Ramala, 1959) es el más popular dirigente palestino
y cumple cinco cadenas perpetuas por asesinato. Hace tres meses, Oz
envió a Barghouti la traducción al árabe de su obra autobiográfica Una historia de amor y oscuridad (Siruela), con la siguiente dedicatoria: "Esta historia es nuestra historia.
Espero que la lea y nos comprenda mejor, como nosotros intentamos
comprenderles a ustedes. Con la esperanza de encontrarnos pronto en paz y
libertad, Amos Oz".
PREGUNTA. ¿Ha recibido alguna respuesta de Marwan Barghouti?
RESPUESTA. No. Ni siquiera estoy seguro de que Barghouti recibiera el
libro. Yo se lo entregué a un amigo que le visita de vez en cuando, y
mi amigo tuvo que entregar el libro a un carcelero. Ignoro qué hizo el
carcelero. La entrevista con Amos Oz se desarrolla en su apartamento de
Tel Aviv, un lugar de paso porque el escritor vive en el desierto del
Neguev, cerca del mar Muerto. La única lengua materna de Oz es el hebreo,
pero su inglés resulta extremadamente limpio y exacto, tal vez por
herencia genética: su padre hablaba unos 15 idiomas; su madre 12 o 13.
Parecía apropiado comenzar con la anécdota del libro dedicado, porque
refleja en cierta forma el papel de Amos Oz en Israel: además de ser un
gigante literario tiene algo de profeta y algo de polemista.
P. Esa dedicatoria provocó un enorme escándalo en gran parte de la sociedad israelí. ¿Lo esperaba?
R. Sí, por supuesto. Estoy acostumbrado a que me ataquen desde la
extrema derecha y desde la izquierda radical. Suelo verme en medio del
fuego cruzado, lo cual, creo, tiende a confirmar que voy por el buen
camino. Esperaba una auténtica explosión de rabia por la dedicatoria.
Muchos israelíes no le ven como un luchador por la libertad ni como
elMandela palestino, sino como un asesino de masas.
P. Le envió Una historia de amor y oscuridad, considerada de forma casi unánime su obra maestra, que cuenta
su infancia bajo elmandato británico, la guerra, el suicidio de
su madre. Es una obra narrada por un niño, usted, que idolatraba a la
derecha sionista y esperaba que el futuro Israel ocupara todo el
territorio palestino. ¿Qué habría pensado ese niño al leer la
dedicatoria?
R. Se habría enfurecido. El pequeño Amos era un tremendo chovinista.
Pero también sentía fascinación por comunicarse con los otros, con los
británicos, con los árabes. Quizá ese niño estaría enfadado y a la vez
interesado, a la espera de respuesta.
P. Su familia procedía de Rusia y Polonia y en los años
treinta se instaló en un barrio pobrísimo de Jerusalén, Karem Abraham.
Usted escribió con sarcasmo: "¿Tendrá este lugar algún día alguien que
lo añore?". En realidad, ha escrito casi siempre sobre Karem Abraham.
¿Lo añora?
R. Sí, claro. Añoro aquel Karem Abraham, un gigantesco campo de refugiados.
Todo el mundo mantenía una relación de amor frustrado con su país de
origen y todo el mundo quería iniciar aquí algo completamente nuevo. Por
supuesto, nadie consiguió iniciar nada completamente nuevo. El Karem
Abraham de hoy no me interesa [ahora es un barrio de religiosos
ultraortodoxos], como nome interesa Jerusalén, una ciudad de fanáticos.
P. ¿Cuál era el ambiente entonces?
R. Acababa de ocurrir el Holocausto. La incertidumbre era absoluta.
Mucha gente pensaba que cuando los británicos se fueran, los árabes nos
matarían a todos. Al mismo tiempo había grandes expectativas, de nivel
mesiánico: todo iba a cambiar si un día existía el Estado judío; todo
iba a ser más elevado, más noble.
Soldados israelíes en Jesusalén Este, en 1993. / LARRY TOWELL / MAGNUM |
P. Y usted, el niño ultranacionalista, ¿qué expectativas tenía?
R. Esperaba a que se fueran los británicos para que llegara la
guerra. Me parecía muy excitante. Imagínese: no ir a la escuela, pasar
los días entre tanques y cañones...
P. ¿Cuándo descubrió lo que es realmente la guerra? ¿En 1948,
cuando la vivió de niño? ¿En 1967 y 1973, cuando la vivió como soldado?
R. Entendí para siempre lo que era la guerra en 1948, cuando la Legión Árabe de Jordania cercó la zona judía de Jerusalén.
Fueron meses de hambre y sed, bajo constantes bombardeos. Entonces vi por primera vez un cadáver en la calle, y otro, y otro...
P. En España se publica ahora La Colina del Mal Consejo, un libro de relatos que usted escribió en 1974 y que aborda, desde la ficción, la misma época y los mismos acontecimientos que Una historia de amor y oscuridad (2003). ¿Pensaba entonces que algún día iba a ser capaz de relatar su infancia en primera persona?
R. Sólo pude escribir Una historia de amor y oscuridad hacia
los 60 años. Sólo entonces pude hacer las paces con mis padres. Durante
mucho tiempo sentí demasiada furia contra ellos. Pero llegó el momento
en que, por edad, podían haber sido mis hijos. Y logré contar mi
historia.
P. La Colina del Mal Consejo [así se llamaba el
lugar donde tenían su cuartel general los británicos] es ficción; aunque
el pequeño Uri que enlaza los tres relatos es casi idéntico al pequeño
Amos Klausner [el escritor cambió su apellido al romper con su padre] y
ambos hacen las mismas cosas, por alguna razón parecen personas
distintas.
R. Son niños con idéntica biografía que viven en el mismo barrio y hacen las mismas cosas, pero no son el mismo niño.
P. Escribió La Colina del Mal Consejo poco después de combatir en la guerra de 1973. ¿Influyó la guerra al pensar los relatos?
R. No, creo que no. Lo que ocurrió fue que al volver a mi vida como
civil percibí que el recuerdo de los años treinta y cuarenta se estaba
perdiendo. La mayoría de la población estaba formada por jóvenes e
inmigrantes recientes que no vivieron aquella época. Y sentí la
necesidad de hablar sobre esos años, de hablar sobre una Jerusalén que
ya no existía. Me dedico a eso, a contar historias.
P. El tercer relato del libro, 'Nostalgia', es profundamente triste.
R. El protagonista es un hombre que va a morir, justo en vísperas de
un momento histórico. Sabe que algo grande va a ocurrir y sabe que él no
lo verá. Era muy importante paramí describir la vida desde el punto de
vista de alguien que está a punto de perderla. Un hombre amable,
filosófico, un doctor rural. No es fácil escribir sobre un buen hombre.
Los grandes personajes literarios son perversos.
P. Don Quijote no es perverso.
R. De acuerdo, pero está loco. Corrijo mi afirmación: es muy difícil
escribir sobre hombres buenos y cuerdos de forma convincente, sin caer
en el sentimentalismo o la moralina.
P. El protagonista de 'Nostalgia' es un judío llegado de Viena que acaba de asistir a la destrucción de su mundo.
R. Es un europeo furioso con Europa que intentamantener un pequeño
enclave europeo enmedio de Jerusalén, en el corazón de Oriente Próximo.
Eso es lo tragicómico del personaje: que cuando Europa enloqueció, él
trató de preservar un pedacito de ella en un lugar tan imposible como
Jerusalén. Mis padres eran como él. Los judíos tuvieron la desgracia de
sentirse europeos cuando nadie más lo hacía. Ahora es común, los
europeos se sienten europeos. Hace 80 años eso no ocurría. Sólo eran
europeístas los judíos, y por esa razón se les acusaba de cosmopolitas y
antipatrióticos. Fue una triste historia de amor. Los europeos
expulsados violentamente de Europa en los años treinta tuvieronmás
suerte que los que se quedaron, porque a esos se les exterminó en los
cuarenta.
P. Sus padres hablaban ruso, polaco y yídish entre ellos. Con
usted, en cambio, sólo hablaban hebreo. ¿Cómo se siente uno cuando se
le considera uno de los creadores de un lenguaje, el hebreo moderno?
R. Ese honor corresponde a la generación anterior a la mía. Cuando yo
empecé a escribir, el hebreo moderno era ya un instrumento utilizable.
P. Utilizable, pero envarado: era un idioma religioso.
R. Admito tener la sensación de que puedo legislar sobre el idioma. Incluso a veces me permito inventar nuevas palabras, cierto.
P. Y ahora existe una generación de jóvenes escritores que...
R. Que va más allá, que construye una lengua aún más coloquial, más
ágil, más popular. La evolución del hebreo clásico al moderno es
rapidísima. Lo que en otras lenguas ha supuesto un proceso de varios
siglos, para el hebreo han sido unas pocas generaciones. La distancia
entre Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez, en términos hebreos,
es de 120 años.
P. Usted ha contribuido de forma fundamental a esa evolución
acelerada. Pero también ha vivido toda la historia de Israel, y esa
historia, llena de virajes imprevistos, se percibe en su propia
biografía: del niño derechista y belicista al adulto fundador de una
organización como Paz Ahora. ¿Se refleja eso en su literatura?
R. Por fuerza. Cuando nací, la comunidad judía en este país era de
apenas 400.000 personas. Ahora está cercana a los seis millones. Cuando
nací el hebreo era hablado por muy pocos. Ahora lo hablan todos los
israelíes. Cuando era un niño, el futuro era absolutamente incierto.
También ahora lo es, pero de forma distinta. El futuro, antes, era muy
amenazante. Cuando era un muchacho, nadie en el mundo reconocía el
derecho de los judíos a tener un Estado propio. Ahora ese derecho está
reconocido por una gran mayoría; con reservas, con críticas justas y con
las que yo en parte me identifico. Cuando era un niño flotaba un gran
interrogante sobre nuestra propia supervivencia. Sí, he vivido historia.
He luchado en dos guerras, en la de 1967 y la de 1973. Fueron
experiencias amargas para un hombre de paz como yo. He visto el primer
tratado de paz, con Egipto, algo que consideraba casi imposible. Pero no
escribo sobre la historia de Israel. Yo escribo siempre sobre familias.
Muy a menudo sobre mi propia familia. Si me pide que defina sobre qué
escribo en una sola palabra, diré "familias". Si me permite dos
palabras, diré "familias infelices".
P. Pero a través de esas familias vemos Israel.
R. Porque entendemos la historia a través de la literatura. Para
entender la Inglaterra isabelina no leemos documentos oficiales, sino a
Shakespeare. Para entender la Rusia del siglo XIX leemos a Tolstói o
Dostoievski o Chéjov.
P. Ya existe Israel. Es un país fuerte y reconocido. ¿Aún hace falta sionismo?
R. El término "sionismo" puede significar cosas muy diversas. Para mí
significa algo muy simple: que los judíos que se consideran parte de un
pueblo tienen un país propio. Ese es mi sionismo y no ha cambiado desde
que era un niño. Entonces era maximalista en cuanto al territorio,
creía que necesitábamos mucha tierra, y ahora ya no. Cuando era un niño
creía en la necesidad de derrotar al enemigo, ahora quiero hacer la paz
con él. Pero lo básico permanece igual.
P. El proyecto sionista está cumplido.
R. Sí, y precisamente por eso resulta decepcionante. Los países nacen
por la historia, por la geografía, por la política, por la demografía.
Este país, en cambio, nació de un sueño. Y cualquier cosa soñada está
condenada a decepcionar. Cualquier sueño se estropea cuando se hace
realidad.
P. Entonces, ¿por qué sigue usted proclamándose sionista?
R. Mientras exista alguien en el mundo que cuestione el derecho de
Israel a la existencia, hará falta sionismo. Cuando se nos acepte como
se acepta que los holandeses pueden vivir en Holanda y los noruegos en
Noruega, podremos hablar de otras cosas.
P. ¿Cree que es común en el mundo cuestionar la existencia de Israel?
R. Israel es como un hombre que camina por una cuerda floja a más de
cien metros de altura. Una multitud mira desde abajo, esperando en
secreto que el hombre caiga. La multitud que mira puede considerar el
espectáculo terrible, emocionante o magnífico, pero nadie cree que vaya a
durar mucho. Creo que el subconsciente delmundo, tanto amigos como
enemigos, nos contempla de esa forma.
P. Al menos usted estará convencido de que Israel durará.
R. No, no estoy convencido. La historia es caprichosa.Mucho depende
de que seamos inteligentes y realistas. Por fortuna para los judíos, por
primera vez en miles de años nuestro destino depende de nosotros.
Si los alemanes de Hitler querían matarnos, nos mataban; si los
españoles de los reyes Católicos querían expulsarnos, nos expulsaban.
Durante muchos siglos fuimos objetos, ahora somos sujetos: una gran
diferencia. Evidentemente, eso no significa que no podamos buscarnos la
ruina. Lo que significa es que, si eso ocurre, será nuestra
responsabilidad, no de otros.
P. ¿Se siente usted confortable en una sociedad como la israelí?
R. Me cuesta decir "nosotros" cuando hablo de los israelíes, pero por
alguna razón me siento confortable aquí. Me gusta Israel incluso cuando
no me gusta. Esto no es un país, es una colección de discusiones
feroces. Ocho millones de ciudadanos, ocho millones de primeros ministros,
ocho millones de profetas y mesías. Todo el mundo conoce las respuestas,
todos gritan, nadie escucha. Yo escucho a veces, es mi forma de ganarme
la vida. La gente de fuera tiende a pensar que los israelíes están
divididos por el futuro de los territorios ocupados, o por los
asentamientos en los territorios. No, los israelíes están divididos por
todo.
Tomado de El país
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