viernes, 7 de diciembre de 2012

Marilynne Robinson: "No tengo concepción alguna de los protagonistas hasta que aparecen en mi mente como una voz."



Marilynne Robinson



"No tengo concepción alguna de los protagonistas hasta que aparecen en mi mente como una voz."   
Las voces del éxito de la escritora Marilynne Robinson



  • Marilynne Robinson es una de las mejores autoras norteamericanas contemporáneas
  • En 'En casa', su tercera novela, confirma un estilo donde la voz de sus personajes es clave
  • En esta entrevista trata de descifrar parte de su hallazgo literario



CRISTINA ESGUERRA.  


24 ABR 2012




¿De dónde salen las voces de los personajes de una escritora que por cada una de las tres novelas que ha escrito ha recibido importantes premios? Y no cualquier premio, sino el Hemingway Foundation/Pen, Pulitzer y National Book y el Orange, respectivamente. "No los invento para que encajen dentro de la trama de ficción. Esta emerge de ellos. Son el centro de todo”, desvela Marilynne Robinson. Y la escritora   estadounidense amplía su secreto: "No tengo concepción alguna de los protagonistas hasta que aparecen en mi mente como una voz. Cuando siento que la conozco sé qué estilo de vida lleva y ha llevado, su presencia física se hace más nítida, y así sucesivamente".



Son las palabras que envía por correo electrónico la autora de Housekeeping, Gilead y En casa, que acaba de editar Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, la misma editorial que la dio a conocer en España hace dos años con su novela anterior.


Robinson, nacida en Idaho en 1943, sigue dando claves sobre las voces en sus creaciones literarias. Allí radica parte de su éxito y reconoce que las voces que más interés le despiertan son aquellas que le plantean preguntas, las que cuestionan su modo de pensar. El reverendo Boughton, Jack y Glory, los protagonistas de En casa que le eran ya viejos conocidos. Boughton es el amigo y confidente del pastor John Ames quien en Gilead, Pulitzer en 2005, escribe sus memorias para su hijo de siete años. Pero la voz del reverendo se rehusaba a callarse y conformarse con el papel secundario que había ejercido en la historia de su amigo.





Pero En casa  no es la continuación de Gilead. Al concluir esta última las figuras continuaban merodeando en la cabeza de Robinson. Tan fuerte fue su presencia en su mente que se dijo algo así como "¿por qué no escribirlos?". Sintió que eran personajes muy completos que no habían quedado desarrollados del todo en la historia de Ames.


La relación entre Jack, considerado por todos la oveja negra de la familia, y su padre le exigían protagonismo. Como suele ocurrir en las novelas de Robinson, a través de las conversaciones que se entablan entre los protagonistas y de las constantes reflexiones de la voz que narra, en En casa, se va desenredanto la historia. No hay grandes momentos de acción, de suspenso. Hay conversaciones entre un padre y su hija menor, gestos y expresiones en los que este le revela que el dolor más grande de su vida es que, explica la autora, “su adorado hijo (Jack) es irrevocablemente solitario y autodestructivo, y siempre esta en desacuerdo con él. Boughton asume esto como un fracaso en su labor de padre”.


La tensión de la novela viene de lo que aún no se ha dicho. El lector es testigo de las conversaciones entre Jack y su hermana. Llevan 20 años sin verse y ahora de adultos, sentados en la pequeña mesa de la cocina o arreglando el huerto del jardín, entre cordialidades tan exageradas que en ocasiones parecen teatrales, intentan conocerse y entablar una relación. Poco a poco los hermanos van revelándose aspectos de su vida. Fracasos... alegrías... y traen a colación recuerdos de la infancia que no siempre cumplen el propósito de acercarlos.




“Traté de pensar en Jack como una persona que disfruta con su propia inteligencia y su carisma, pero que al mismo tiempo desconfía de sí mismo por culpa de ellos. Estas características le pesan y se deja derrotar por su causa. Glory es una mujer inteligente cuya vida se ha ceñido a su alredor. Su padre se las había arreglado para que en su vejez ninguno de sus hijos tuviera que cuidar de él, pero la vida de Glory se ha hecho pedazos y ella ha regresado a casa en busca de refugio y consuelo.” Así describe Robinson a sus protagonistas. Y añade: "Lo que me interesaba de ellos era el hecho de que, por lo que yo sabía, no había ficción alguna en la relación entre hermanos ahora que eran adultos”.

Además de escribir novelas y ensayos, Marilynne Robinson dirige una taller de escritura en la Universidad de Iowa. “Lo primero que le digo a mis estudiantes es que confíen en su mente, que valoren sus obsesiones y que creen su propio testimonio, teniendo siempre en cuenta la diferencia entre el mundo como lo perciben y como lo ven representado. Les hago caer en cuenta de que no van a tener mejor enseñanza que la propia experiencia de que escriben bien. Esta suele ser conocida como el momento en que el autor o autora descubre su propia voz.”

La norteamericana no descubrió su voz de entrada. “De pequeña lo que quería era hacer poesía. Pero ni la escribía ni la escribo bien”, reconoce. Robinson estudió literatura anglosajona y durante sus años de academia se ocupó de la narrativa estadounidense del siglo XIX. En alguna ocasión ha dicho que la manera en la que los escritores norteamericanos utilizaban el lenguaje metafórico empezó por Emerson. Así es que cuando entró en el programa de doctorado, empezó a escribir este tipo de metáforas "solo para saber qué se sentía escribir en esa voz". De la recopilación de estas metáforas surge su primer libroHousekeeping, publicado en 1980.




Su disertación de doctorado giró en torno al Enrique VI de Shakespeare. Robinson admite que Shakespeare ha influenciado su lenguaje y su manera de pensar, tal y como ocurre con todos los que estudian la obra del inglés. “Sin embargo, rara vez hago alusión a él de manera consciente. Supongo que se debe a que la cadencia de las voces en mis novelas es muy estadounidense. El hecho es que estudiando sus obras de teatro aprendí mucho sobre la historia y sobre el peso que ésta ejerce en las relaciones de los hombres.”

Al igual que la cadencia de las voces de sus protagonistas, los escenarios de las novelas de Robinson son típicamente estadounidenses. Pero dejando las pequeñas especificidades de lado, Robinson se ocupa de problemas enraizados en la experiencia de todo hombre. “En todas partes hay padres e hijos, amor y alienación, amistad, iglesias, y estaciones del año”. Y seguramente muchos estarán de acuerdo con la autora en que la palabra casa “evoca la memoria y la reminiscencia, y también el sentimiento de que hay un lugar en el mundo al que perteneces por completo, incluso cuando la vida te ha llevado a otro sitio”.



En casa. Marilynne Robinson. Traducción de Monserrat Gurguí y Hernán Sabaté. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.


Tomado de El País

21/06/2024

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