José Gallego, delante del muro del que tachó los nombres. / PEPE OLIVARES |
José Gallego destroza símbolos de la dictadura en Aspe (Alicante)
Quiso cumplir la ley de Memoria Histórica, pero le imputan un delito contra el patrimonio
Natalia Junquera
Madrid
2 SEP 2012
La policía le pilló in fraganti. Subido a una escalera que él mismo había llevado y con el bote de spray
todavía en la mano. José Gallego, de 72 años, bajó y trató de
explicarle al agente que no era un gamberro haciendo una pintada; que
estaba tachando las placas franquistas
que nadie había quitado de la iglesia de su pueblo, Aspe (Alicante).
“El policía me dijo que lo que estaba haciendo era ilegal y yo le dije
que ilegal era dejarlo como estaba porque la ley de Memoria Histórica
obliga a retirar todos los símbolos franquistas”, explica. José Gallego
está ahora imputado por un delito contra el patrimonio histórico y
cultural.
La de las placas de la iglesia no era su primera acción. Cuenta con
orgullo que también tachó la placa del general Moscardó de un colegio.
“Lo hice porque me cansé de esperar. En julio de 2009 le pedí a la
entonces alcaldesa, Nieves Martínez, del PP, que retirara los símbolos franquistas.
Me contestó diciendo que desconocía que en el municipio los hubiera. Yo
se los señalé y entonces dijo que los iba a quitar, pero pasó la
legislatura y no hizo nada. Después empezaron a gobernar juntos PSOE e
IU y tampoco hicieron nada. Hasta que me cansé”.
Ahora asegura que no se arrepiente, pero lo está pasando mal. Se
enfrenta a una pena de uno a tres años de cárcel y quizá tenga que pagar
los daños, ya que el juzgado de Novelda ha encargado un informe al
respecto a un perito. “Todo esto me ha alterado mucho. Tengo delicado el
corazón, no duermo. Voy por la calle y unos me gritan: ‘¡Ole tus
cojones!’ y otros ‘¡Rojo!’. El pueblo está revolucionado por esto. Yo no
soy ni un héroe ni un justiciero. Toda mi vida he sido un hombre
discreto, un tanto gris. Pero me alegro de haber hecho lo que he hecho.
Creo que he sentado un precedente. Me gustaría que otra gente en otros
sitios hiciera lo mismo. Yo lo que pretendía era poner al Ayuntamiento
entre la espada y la pared para que retirara de una vez los símbolos”.
José Gallego, mecánico jubilado, no tiene represaliados por el
franquismo en su familia, pero cuenta que durante la dictadura le
detuvieron varias veces por participar en manifestaciones contra el
régimen. Es afiliado al PSOE
desde 1974. “Me siento un poco traicionado. No entiendo que ahora el
alcalde socialista no aplique una ley que aprobó el Gobierno socialista.
Creo que le tienen miedo a la Iglesia. Yo respeté la cruz que rodeaba
las placas porque no quería herir ningún sentimiento religioso. Pero
esto, 36 años después de la muerte de Franco, no puede ser. Tú vas a
Alemania y no hay ningún símbolo de Hitler. España está llena. ¿Por qué
esa resistencia?”. Está muy preocupado por lo que le pueda pasar, pero
el peor escenario que contempla es que le hagan borrar sus pintadas.
“Eso sí que no lo voy a hacer. Antes prefiero ir a la cárcel”.
Tomado de El país
No deja uno de alegrarse de la existencia de pequeños gestos, que convierten en heroes a sus hacedores... para mayor ignominia de todos los que formamos parte de la inmesa masa pasiva y condescendiente ante el abuso reiterativo.
ResponderEliminarAbsolutamente denostable la situación descrita, que es real como la vida misma.
No hace ni unos días, en Málaga, tras 10 años se ha conseguido homenajear a los represaliados de la guerra civil de ambos bandos.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/12/26/andalucia/1356551220_248319.html
No por manida deja de ser cierto aquello de quien no recuerda su historia está condenado a repetirla.
by PacoMan
Gracias por tu visita y comentario PacoMan. Y disculpa la tardanza en corresponder tu gentileza.
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