¿LIBRES O ESCLAVOS?, por Epicteto
“Pudiendo ocuparnos de una sola cosa y a una sola cosa vincularnos, preferimos cuidar de muchas y a muchas encadenarnos: al cuerpo, a la hacienda, al hermano, al amigo, al hijo, al criado. Y así, estando encadenados a muchas cosas, nos vemos abrumados y atosigados por ellas. Entonces, ¿qué? ¿Pues qué otra cosa sino saber qué es mío y qué no es mío, qué es de mi incumbencia y qué no me incumbe? Debo morir: ¿y ha de ser también llorando? Soy apresado: ¿y también gimiendo? Desterrado: y entonces, ¿quién me impide que lo sufra sonriendo, de buen humor y sereno? Estas cosas deberían estudiar los filosofantes, esto escribir todos los días, en esto ejercitarse. Esto es estar adiestrado en lo que uno debe adiestrarse: saber dominar un deseo, un temor, con libertad, sin caída.”
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Pudiendo ocuparnos de una sola cosa y a una sola cosa vincularnos, preferimos cuidar de muchas y a muchas encadenarnos: al cuerpo, a la hacienda, al hermano, al amigo, al hijo, al criado. Y así, estando encadenados a muchas cosas, nos vemos abrumados y atosigados por ellas.
Por eso, si está cerrada la navegación, nos ponemos inquietos y asomamos la jeta de continuo:
- “¿Qué viento sopla?”
- “Del Norte. ¿Qué más te da?”
- “¿Cuándo soplará el céfiro?”
- “Cuando a él le de la gana, querido, o a Eolo. Que Dios no te hizo a ti dispensador de los vientos, sino a Eolo”.
Entonces, ¿qué? Pues que debemos preparar lo mejor posible las cosas que dependen de nosotros y usar de las demás como son. ¿Y cómo son? Como Dios quiere.
- “¿Con que me van a degollar a mí solo?”
- “Pues ¿qué? ¿Te gustaría que todos fueran degollados para tú encontrar consuelo? ¿No quieres alargar el cuello como aquel Luterano a quien en Roma mandó decapitar Nerón? Alargó, en efecto, el cuello y recibió el golpe, y al golpe, que resultó flojo, se encogió un poco, pero luego volvió a alargarlo”.
¿Qué debe, entonces, tenerse a mano en tales trances? ¿Pues qué otra cosa sino saber qué es mío y qué no es mío, qué es de mi incumbencia y qué no me incumbe? Debo morir: ¿y ha de ser también llorando? Soy apresado: ¿y también gimiendo? Desterrado: y entonces, ¿quién me impide que lo sufra sonriendo, de buen humor y sereno?
- “Confiesa esos secretos.”
- “No lo haré” (esto sí depende de mí).
- “Te encadenaré.”
- “¿Qué dices, hombre? ¿A mí? A mi pierna encadenarás, que mi voluntad ni Zeus encadenarla puede.”
- “A presidio te mandaré.”
- “Al corpezuelo”.
- “Te decapitaré.”
- “Pues, ¿cuándo te dije que el mío era el único pescuezo invulnerable?”
Estas cosas deberían estudiar los filosofantes, esto escribir todos los días, en esto ejercitarse.
Tráseas solía decir: “Prefiero que maten hoy a que me destierren mañana.” ¿Qué le replicó entonces Rufo?
– “Si lo escoges por considerarlo más grave, ¡qué elección tan necia! Pero si porque te parece más leve, ¿quién te dio a elegir? ¿No prefieres estudiar para contentarte con lo que te den?”
Pues por eso mismo, ¿qué decía Agripino?: “Yo nunca seré un estorbo para mí mismo”. En esto le anuncian: “Te están juzgando en el Senado”.
- “En buena hora. Pero son ya las once, y a esta hora solía hacer gimnasia y tomarme un baño frío. Vamos al gimnasio”. Cuando lo había hecho, entra uno y le dice: “Estás condenado.”
- “¿A destierro –replica- o a muerte?”
- “A destierro.”
-“Y mis propiedades, ¿qué?”
- “No han sido confiscadas.”
- “Salgamos, pues, de Roma y almorcemos en Aricia.”
Esto es estar adiestrado en lo que uno debe adiestrarse: saber dominar un deseo, un temor, con libertad, sin caída.
¿Que debo morir? Si es la hora, ahora mismo muero. Si toca dentro de un ratito, ahora almuerzo, que es la hora de almorzar, ya moriré después. ¿De qué modo? Como corresponde a quien devuelve lo que ha recibido.
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EPICTETO. Pláticas, recopiladas por Arriano. Ediciones Alma Mater, Barcelona, 1958. [FD, 22/07/2006]
Archivado en: -CONCIENCIA VIGILANTE — November 26, 2010 @ 7:53 pm
Tomado de Filosofía digital.
Epícteto.
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