Amigos de LiPo, tenemos el gusto de publicar hoy en nuestra página el acertado análisis que el escritor Alberto Hernandez hizo sobre el libro "Ser al Decir" de Alfredo Chacón, recientemente editado por Oscar Todtman.
Ambos autores son relevantes en nuestra literatura, por lo que se hace imperativa la lectura de este análisis y posteriormente del libro de Chacón.
En él se hace un recorrido por la obra de siete escritores notables de nuestro continente, Lezama Lima, Haroldo Campos, Octavio Paz, Ida Gramcko, Tomás Segovia, Rafael Cadenas y Alfredo Silva Estrada, desde una perspectiva que se ubica en un espacio anterior a la palabra y al que ésta define: el ser de cada creador.
Deseamos nuestra referencia sirva de impulso para que esta visión de estos escritores y de nuestra literatura complete la comprensión y el disfrute de su aporte vital.
Graciela Bonnet
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Alberto Hernández
1.-
En medio de esta profanación, que es mi engorrosa lectura de
“Ser al Decir”, de Alfredo Chacón, estudio publicado por Oscar Todtmann
Editores, Caracas, 2014, voy y vengo entre las páginas, ayudado por el silencio
de la madrugada. Pero también asediado por los signos. Sí. Navego entre
palabras, entre sonidos que me empujan a tratar de descifrarme entre tantas
ideas: “El pensamiento de la poesía en siete poetas latinoamericanos”. Una
aventura intelectual que revela la porfía investigadora del poeta Alfredo
Chacón.
Se trata de un libro de difícil lectura. Me cuento entre
quienes se sienten náufragos en medio de la densidad de un texto que filosofa y
obliga a tantear en las sombras. Mi ser se agobia y me cuesta decir. Pero el
riesgo, como todo riesgo, admite tropezar y ajustarse al vacío entre tantos
abismos. Y así la poesía, ese asunto que extravía, que hace perder el paso
hasta la caída. Los huesos rotos de algunas palabras. El Ser (el mío) hecho
añicos. Y la lengua partida y mucho no poder Decir.
En este tomo Alfredo Chacón deja correr parte de lo que es:
un Ser que Dice para llegar a los nombres que anuncia como estudio: José Lezama
Lima, Octavio Paz, Ida Gramcko, Tomás Segovia, Haroldo de Campos, Rafael
Cadenas y Alfredo Silva estrada.
2.-
Chacón se mueve entre dos aguas: al enunciar “el sentido
sustantivo de “ser” humano” como en el adjetivo de “ser “humano”. Promuevo una
idea con la intención de terminar mi entrada en los poetas antes mencionado.
Chacón trata el ser desde lo que califica. Ser no determina humano. Sólo Ser.
Pero cuando allana ese camino y alude “humano”, Dice. Completa el juego: Ser un
humano indica que piensa. Pensar apunta al hecho de que es humano. Adjetivo y
sustantivo se valen para precisar que existe una reflexión en el enunciado “Ser
humano”: enunciado adjetivo/sustantivo-sustantivo/adjetivo. De allí que
humano-ser, por otro lado, sería una nueva opción: humano igualado a ser. Ser y
humano, complementarios.
Y así Ser al Decir deviene pensamiento, relato, texto, voz,
narrativa, correlato, tentación, poema, poesía, ensayo, silencio. Un damero
ontológico. Ser algo, en este caso, alguien, es ser humano, por tanto, capaz de
hablar, de Decir, que podría ser distinto de hablar.
3.-
¿Qué pasa entonces con la poesía? ¿No es acaso Ser? ¿No es
acaso Decir y, en consecuencia, no es acaso humana? En su libro “La poesía como
pensamiento” (La rama dorada/ Huerga y Fierro Editores, Madrid/ Murcia, 2003),
Miguel Casado afirma que “La postura antidogmática se niega a establecer
jerarquía, tampoco quiere excluir con lo uno lo otro, pero poesía y filosofía
aparecen como dos caras distintas de la misma cosa –el derecho, el revés- y por
ello no pueden mostrarse simultáneamente”. ¿Cabe esta afirmación en el tema que
se está tocando? Sí y no. Por un lado, la poesía se revela lenguaje inventado,
creativo. El de la filosofía, reflexivo. Por el otro, hoy día los géneros han
vaciado sus bolsillos y tanto poesía como filosofía se dan la mano. Dejar de
decir que el nacimiento de la filosofía tuvo su asiento en iluminaciones
verbales, no es ningún yerro. No se excluyen, así Ser y Decir. De modo que el
Ser lo es cuando dice. Y Decir es mostrar Ser, en este caso, humano. Que no hay
otro.
¿Qué nos quiere decir Chacón cuando escribe “…las líneas
escritas por estos poetas en su pensamiento de la poesía, fuera de su poema
pero siempre desvividos por el anhelo de merecerla como su ley tácita, y de
mantenerse al tanto de sí mismos a la vez como sus súbditos y veladores”? La
madrugada, lo que queda de ella, me inclina a pensar en el silencio. Vertebro
la proposición del autor del libro que me escuece: la respuesta: hay un alguien
fuera del poema que no dice, que se somete a una norma diferente, no advertida,
a la que lo afana cuando es Ser para el poema. Un poeta es el “vigilante” de su
obra, pero también su servidor. La poesía, que no es poema (pensemos en Octavio
Paz), desdice de lo que no oculta. Entonces, un poco más adelante, Chacón lo
avisa: “Es decir, una lectura abocada a comprender sus proposiciones acerca del
advenimiento del poema y de su inscripción en la lengua, en la página, y en la
memoria…”. El poeta Dice, Escribe y crea Cultura. Esos tres elementos hacen el
Ser que existe al Decir.
Alfredo Silva Estrada |
4.-
Cuando Alfredo Chacón llega a la puerta de Lezama no deja de
tocar sus ensayos. Se trata de una poética nada fácil de entrarle. Se trata de
laberintos que el mismo poeta ha elaborado, construido, porque elabora una
teoría para que el lector pueda descifrar la salida. Digamos, Ser lector es
Decir pensamiento: para leer es preciso ir más allá de la simple ironía, del
mero regodeo: Lezama Lima es más exigente. Así lo añade nuestro autor: “…para
Lezama Lima es falso todo supuesto acercamiento a la poesía que junto con el
deseo no admita la imprescindible dificultad de una promesa, el requisito para
leer con provecho sus ensayos es mantener siempre vivo el contacto con la
riqueza fluyente que en ellos se depara. Quiere decir, entre otras cosas, no
abordarlos por los caminos vacíos de la lógica, los innobles del
sectarismo estético o los resecos de la
impostura magisterial; pero eso sí, sin que esto signifique que ante ellos se
deba prescindir del buen uso de la razón poética”.
Queda en el ambiente de estas páginas este verso (podado,
pero con “su pulpa semántica”) del poeta cubano: “la poesía”/ “es”/ “disolver
nuestro cuerpo para que llegue a ser forma”.
Luego de repasar varios textos de Octavio Paz, el segundo
poeta estudiado, Alfredo Chacón concluye junto con el mexicano que “Lo que
somos, se corresponde palmo a palmo con lo que es la poesía; y esta
correspondencia le confiere al poeta el honor y el deber de su tarea”. Entonces
cita a Paz para conferirle Decir al poeta estudiado: “La libertad del hombre se
funda y radica en no ser más que posibilidad.
Realizar esa posibilidad es ser, crearse a sí mismo. El poeta revela al hombre
creándolo. Entre nacer y morir hay nuestro existir, a lo largo del cual
entrevemos que nuestra condición original, si es un desamparo y un abandono,
también es la posibilidad de una conquista: la de nuestro propio ser”. Muerte e
inmortalidad, tema trabajado por Juan David García Bacca.
Un descanso para ver salir el sol. Apenas llueve. El cielo se abre en luz y agua. Mientras tanto, el libro de Chacón me mira desde su encendida portada. Y me llama: el tercer poeta que ha merecido la atención del escritor venezolano es la también venezolana Ida Gramcko. De ella, Chacón se expresa así: “La conciliación entre continuidad y cambio, y entre ciertos extremos de la experiencia personal que en otros casos serían disyuntivos, fue un rasgo preeminente de la existencia de Ida Gramcko”. Es decir, la nacida en Puerto Cabello luchó para no perder el ritmo de su vida en el tránsito de mudanzas y pérdidas. La poesía de esta mujer ahonda en lo humano, en lo dolorosamente humano, en su Ser, que es el Decir de su vida. De esta primera mirada de Chacón se desprende otra: “Desde que hubo símbolo, hubo dualidad”: éstas son las primeras palabras de ´Poética’. Ellas marcan a la vez el punto de partida y la meta de su reflexión, ya que si para Ida Gramcko el símbolo es inseparable de la dualidad es porque todo lo que existe no es más que “trasfondo escondido”. Persona y poesía se hacen una sola imagen, un solo instante, un solo Ser, un solo Decir. Uno sin el otro es imposible. El poeta elabora símbolos, se convierte en uno de ellos. Y a la vez, se dice ellos, hasta la “salvación” o hasta el naufragio.
Un descanso para ver salir el sol. Apenas llueve. El cielo se abre en luz y agua. Mientras tanto, el libro de Chacón me mira desde su encendida portada. Y me llama: el tercer poeta que ha merecido la atención del escritor venezolano es la también venezolana Ida Gramcko. De ella, Chacón se expresa así: “La conciliación entre continuidad y cambio, y entre ciertos extremos de la experiencia personal que en otros casos serían disyuntivos, fue un rasgo preeminente de la existencia de Ida Gramcko”. Es decir, la nacida en Puerto Cabello luchó para no perder el ritmo de su vida en el tránsito de mudanzas y pérdidas. La poesía de esta mujer ahonda en lo humano, en lo dolorosamente humano, en su Ser, que es el Decir de su vida. De esta primera mirada de Chacón se desprende otra: “Desde que hubo símbolo, hubo dualidad”: éstas son las primeras palabras de ´Poética’. Ellas marcan a la vez el punto de partida y la meta de su reflexión, ya que si para Ida Gramcko el símbolo es inseparable de la dualidad es porque todo lo que existe no es más que “trasfondo escondido”. Persona y poesía se hacen una sola imagen, un solo instante, un solo Ser, un solo Decir. Uno sin el otro es imposible. El poeta elabora símbolos, se convierte en uno de ellos. Y a la vez, se dice ellos, hasta la “salvación” o hasta el naufragio.
5.-
El poema se dice y se expande. Es también Ser al decirse. Es
humano. En esta inflexión Chacón se encuentra con Tomás Segovia. Se pasea por
su “Poética y Profética” para poder desanudar los símbolos en los que el poema
se ampara: “Al escoger el tema de la significación como su objetivo principal
en el debate teórico, Tomás Segovia opta por un modo de conocer decididamente
opuesto al de la regimentación doctrinaria, que con todas las ínfulas de un
racionalismo engreído evade los fueros del sujeto y propicia una imbricación
confusa de realidad y subjetividad”. La dualidad se vierte opaca: el poeta navega
por aguas poco seguras: es poeta y profeta. Dice y es Ser, pero se expone en
demasía. Esa apuesta también forma parte del Ser al Decir lo que no es y podría
ser.
La montaña que miro en horas tempranas del día se debate
entre el sol y una lanuda tradición de nubes que caen sobre el mar que no logro
ver pero sí imaginar detrás del muro natural del Henri Pittier. Me vuelvo al
libro de Alfredo Chacón y leo: “…las deliberaciones concretistas de Haroldo de
Campos no tienen un origen ni un destino puramente especulativos; no consisten
en reflexiones y asimilaciones exclusivamente teóricas o históricas. Es en el
terreno de la creación y la comunión poética misma donde se consolida el
impulso que a ellas les garantiza el derecho a la existencia y las somete a la prueba
de la contemplación y la lectura”. Se ha paseado el estudio por los trabajos de
traducción, ensayos y poéticas enlazadas a un ritmo en el que el Campos no deja
cabo suelto. Su trabajo es un todo en el Ser que Dice y desarrolla en una obra
densa sobre estética y poesía.
Rafael Cadenas aparece en estas páginas. Es el Cadenas Ser,
el Cadenas que Dice y construye ideas poéticas pero también ensayísticas. Es el
Cadenas redondo: poética y pensamiento auscultador de la realidad. De él,
Chacón perfila: “Así pues, para el poeta Rafael Cadenas lo primero es el
misterio de la vida en su dimensión más verídica aunque más inadvertida y
maltratada; más digna de compenetrada cercanía, pero más desatendida por el
sentimiento, el quehacer y el pensamiento. Para él es allí donde surge “el
problema que nos parece principal hoy”, es decir: ¿por qué toda personalidad,
aunque tenga éxito, cualquiera que sea éste, fracasa siempre en un plano más
profundo?” Se entiende sin más que la respuesta tiene que ser buscada en la
hechura misma de la realidad tal como hoy en día ella nos hace y nos deshace
mientras nosotros del mismo modo le correspondemos”.
Cadenas, por lo anterior, ha desarrollado una poesía
aforística, cercana a la filosofía, a la mirada que lo hace real, a la mirada que
a veces lo borra. Cadenas es un buscador de realidad, dela realidad que lo
sumerge en unos versos desnudos, reveladores de pocas imágenes. La poesía de
Cadenas es puro pensamiento.
Para cerrar con candado seguro la casa de estas páginas,
Alfredo Chacón lo hace con otro poeta venezolano, Alfredo Silva Estrada.
La poesía de Silva Estrada era para muchos un discurso
extraño. Se trataba de una lectura cuya resonancia estaba en otros ámbitos. No
se trataba del paisaje diario de algunos autores de la tradición. No se trataba de la
ciudad. No se trataba del hombre común que advierte la presencia de la lluvia.La
poética de Silva Estrada va más allá: se centra también en el pensar profundo
para luego Decir y sentirse un Ser que se debate entre el silencio y la lejanía
de otros ambientes poéticos. Una poesía del vivir. Él mismo tituló uno de sus
trabajos “La palabra transmutada. La poesía como existencia”. Y desde allí, o
desde antes, desde el instante en que se supo poeta, comenzó a labrar palabras
con la intención de hincar hondo, en lo oscuro, en una suerte de vibración
metálica.
Chacón expresa de él: “De manera que el pensamiento poético
de Silva Estrada, al tener siempre como centro de atención a la poesía y al
poema, y dirigirse en todo momento al poeta como ser responsable ante el Ser,
surge y se sostiene sin desvío frente a las entidades esencialesque, en sus
términos y en los de la opción filosófica en que este pensamiento se inscribe,
vienen a ser la existencia y su consentimiento, el lenguaje, el Ser, y el
poeta”.
Es decir, Silva Estrada era un poeta dedicado a la vida en
poesía, en permanente observación del lenguaje, del Ser que lo arropaba
verbalmente.
Octavio Paz |
6.-
Una segunda parte de este tomo, que lleva el título del
libro, nos conduce por otros senderos. Habla del “sentir que somos”, de modo
que no se hace responsable de las carencias de los lectores que no tengan
imaginación, que no se mantengan a flote sobre las ideas, los que podrían
perder el aliento y parte del tiempo sumergidos, digo yo, en una caverna llena
de murciélagos.
Sentir ser, según Chacón, nos conduce a oír, luego a leer.
De modo que esta tríada confirma el esfuerzo del pensar para decir y luego
intelectualizar lo contenido en el Ser. Se es para mostrar. Y la mejor manera
de este existir es crear. Vivir creando, sentir creando. Voz, fonación,
audición: somos animales que oímos y hablamos. Los otros, los que miramos con
desdén, sólo oyen, balan, chillan, cantan, no escriben poesía, pero son objeto
de ella. Como la cosa, el objeto frío. El ser que siente podría constituirse en
servidor de esos “seres” o trastos inferiores. Esta reflexión, ajena a las de Chacón, me permite asirme de aquella
imagen que nuestro autor deja trazada: “la belleza que no piensa”.
Varias ideas saltan de un lado a otro. Poemas que bajan el
telón de esta obra de Alfredo Chacón. Obra que a mí, como lector dedicado a la
contemplación de las estrellas, hace resentir en su más blando interior. Este
libro, difícil y tramado, es también una manera de
liberarnos de ciertas pesadumbres. Un libro para pensarlo. Un libro que lo
piensa a uno como curioso. Un libro pensante.
Alfredo Chacón: Lenguaje y pensamiento en Ser al Decir
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Alberto Hernández
Nació
en Calabozo, estado Guárico, el 25 de octubre de 1952.
Poeta, narrador y periodista. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El
Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua.
Fundador de la revista literaria Umbra, es miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de
Carabobo y colaborador de publicaciones locales y extranjeras.
Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos
nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su
obra literaria.
Ha publicado los poemarios La mofa del musgo (1980), Amazonia (1981), Última instancia (1989), Párpado de insolación (1989), Ojos de afuera (1989), Bestias de superficie (1993), Nortes (1994) e Intentos y el exilio (1996). Además ha publicado el ensayo Nueva crítica de teatro venezolano (1981), el libro de cuentos Fragmentos de la misma memoria (1994) y el libro de crónicas Valles de Aragua, la comarca visible (1999). Recientemente ha publicado «Poética del desatino» y «El sollozo absurdo».
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Graciela Bonnet
Nació en Córdoba, Argentina, en 1958. Es
Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Ha
trabajado 25 años como correctora de pruebas y supervisora de ediciones
por contrato para todas las editoriales venezolanas, entre ellas Monte
Avila, Planeta, Biblioteca Ayacucho, ediciones de la Casa de la Poesía,
Pomaire, Eclepsidra, Santillana, Editorial Pequeña Venecia, La Liebre
Libre. Experiencia de tres años como redactora free lance para una
editorial de libros de autoayuda. Escritora fantasma (sin firma) realizó
investigaciones para crear libros, novelas, tesis y monografías.Es
dibujante amateur.
En 1997 el grupo editorial Eclepsidra publicó su poemario "En Caso de
que Todo Falle." En 2013 editorial Lector Cómplice editó "Libretas
Doradas, Lápices de Carbón"
En el año 2000 participó del encuentro de Mujeres Poetas en Cereté,
Colombia.
Y su blog es: Graciela Bonnet Vertiente Recíproca
Actualizada el 15/12/2023
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