HERMENÉUTICA Y POESÍA PARA DEFENDER LO BUENO, DONDE QUIERA SE ENCUENTRE
domingo, 14 de septiembre de 2025
El quicio de mi puerta
Estimados Liponautas
Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes un texto de nuestro amigo PacoMan, donde cronica su sentir. Autocontempla su pensar, el palpitar de su cerebro y corazón. Donde recuerda y proyecta el correr de sus esencias mientras el Sol barre las calles, las calles por donde fluye la vida, su vida.
La entrada la inicia un poema escrito a cuatro manos entre PacoMan y Bernabé Naharro, que se titula del mismo modo que la crónica sentimental de PacoMan: El quicio de mi puerta, un título polisemántico porque ofrece muchas posibilidades como las de que habla PacoMan en su ensayo y crónica sentimental. Para comenzar es el título de una canción de Marife de Triana, del año 1958. Canción que no sabemos si conoce PacoMan, autor de la entrada de hoy.
Usualmente se dice que el quicio es la parte de la puerta donde van los pernios, que serán el eje donde rota la puerta. Estos pernios se insertarán en unos huecos que van a un costado de la jamba (los lados verticales del vano -hueco- de la puerta) llamados quiciales aunque mucha gente le llama quicios.
Quicio superior de madera, para una valla en una cabaña de piedra seca
La parte superior del vano de la puerta es el dintel y la de abajo el umbral. Si se está en el quicio de la puerta se estaría recostado o apoyado del lado fijo de la puerta.
Pero sentarse en un eje vertical es algo complicado por lo que PacoMan, usa la palabra Quicio como en Venezuela: El escalón o piso de entrada a una casa. O simplemente el umbral de la puerta.
MARIFÉ DE TRIANA - EN EL QUICIO DE MI PUERTA, CANTO PARA TI 1959.wmv
Ahora después de todas éstas galimatías podrán disfrutar de la solvente obra de PacoMan bajo el inexorable Sol , que barrena la vida, nuestras vidas...y las jambas que las sostienen hasta que desaparezcamos aplastados entre el dintel y el umbral...
Olas de calor barren las calles. Las deja limpias de frías ideas, templadas intenciones y congelados salarios. Vacías quedan, vacías están.
Cronos, el señor del tiempo, añora lo que nunca pasó, aquello que desde el umbral de cualquier insospechada puerta no se decidió, no se atrevió a entrar, a dar un simple paso adelante.
Sentado, en el quicio de una de esas puertas, concretamente la mía, suspiro por una leve corriente de aire que alivie tanta calor y desilusión. Pretendo contemplar, distraídamente como el vuelo del halcón milenario, el caótico devenir de aquellos caminos que nadie quiso andar por miedo a lo que encontraría o por saber perfectamente lo que allí hallaría. Pero no lo consigo por más que lo intento.
Siento que a mi lado, en el quicio de mi puerta, ya no estoy solo.
La que existe mientras no ocurre y al acaecer desaparece, se ha sentado a mi vera, en el quicio de mi puerta: ella, la Probabilidad. Ahora ya, nuestra puerta. Me habla o me contempla, quizás ambas cosas a la vez, posiblemente ninguna. Por más veces que mire su cara, nunca es la misma, cambia, rota, evoluciona, se degrada como nuestras democracias liberales. Es la reina de la incertidumbre, marquesa del riesgo, cortesana del desastre y cuidadora del cisne negro de Taleb. Medusa, esa es mi conclusión, es como el mito de Medusa. Lo deduzco cuando ya he deshojado media vida observándola, media vida que cabe entre dos ráfagas de aire en este estío que sufro con hastío.
Resisto, pese a que mi cuerpo desea convertirse en piedra, ahí, en el quicio de mi puerta, junto a ella, la Probabilidad. Vuelvo a mirar a esos caminos no hoyados, razón por lo que sólo se puede volver la vista delante, por la senda que se divide. Ahora y gracias a quien me acompaña, constato lo que el ciego Borges sabía sobre ellos, jamás andados que se desdoblan, se duplican y alcanzan la infinitud. Un río de caminos con su posibilidad reluciente en cada bifurcación.
Heme aquí, en el quicio de mi puerta, viendo sin ver, sintiendo sin ser, viviendo sin anhelos que la insoportable levedad del ser me alcanza, me embarga y me desahucia. Fluyan mis lágrimas digo en voz alta y ella me contesta: que se perderán en la lluvia.
Me siento solo, estoy solo. Probabilidad se fue con Cronos y yo estoy, o mejor dicho, soy el quicio de mi puerta. Ella me venció: me convertí en piedra que cree recordar que no siempre lo fue, que no siempre estuvo en la entrada de mi puerta, siendo su quicio.
El Sol sigue barriendo las calles.
by PacoMan Les Franqueses del Vallés, 4 de agosto de 2025.
¿Y quién es Bernie Ohls? Soy un librero hard-boiled. Duro para poder seguir vivo y dulce para merecer estarlo en esta jungla de asfaltoque es el mundo del libro, donde unos pocos tienen el dinero y el poder con el que procuran marcar las directrices del mercado. ¿Demasiado cruda la carne que te sirvo? No pienso disculparme. Creo que ya es hora de que se saquen del jarrón veneciano los tópicos y se arrojen a la calle, que alguien diga en voz alta verdades como puños y afronte la realidad del mundo del libro con otras palabras.
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