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| Fotografía de Jose Antonio Rosales. |
En conmemoración del fallecimiento del poeta venezolano José Joaquín Burgos el 7 de agosto de 2017, se publica por primera vez la entrevista titulada: “La poesía es magia porque transforma la realidad a través de la palabra”. Esta conversación, sostenida con el periodista Rafael Simón Hurtado, ofrece una inmersión profunda en el universo creativo de un autor cuya obra abarca diversos géneros literarios —poesía, novela, cuento, crónica periodística y discurso— y se nutre de una visión profundamente arraigada en la experiencia humana, los arquetipos y la identidad cultural. A lo largo de la entrevista, Burgos despliega una reflexión lúcida y apasionada sobre el papel de la literatura, la trascendencia de la poesía y los temas recurrentes en su producción, como la muerte, el amor, la religión y los espacios vitales de Guanare y Valencia.
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Poeta José Joaquín Burgos: “La poesía es magia porque transforma la realidad a través de la palabra”
1.- Has escrito, a través de diferentes géneros literarios: novela, cuento, crónica periodística, discurso y poesía, siendo esta última un elemento que impregna toda tu producción. ¿Qué posibilidades te ofrece cada género? Por ejemplo, ¿qué consigues como recurso expresivo a través de la novela, el cuento o la poesía?
—“Cada género literario ofrece un espacio único para explorar la experiencia humana, y mi elección de uno u otro responde a las necesidades expresivas del momento y al alcance de la idea que deseo transmitir. La poesía, en mi concepción, es el género supremo, el que condensa la esencia del lenguaje como acto creador, como poiesis, el fuego de la creación que los griegos identificaron. Es un destilado de la experiencia, capaz de capturar en un verso la sabiduría universal, un instante de verdad que trasciende el tiempo y el espacio. Un poema puede ser un relámpago que ilumina la existencia, como cuando digo que un verso condensa toda una posición ante la vida.”
—“La novela, por su parte, me permite extender el aliento, construir mundos complejos donde los personajes, las tramas y los espacios dialogan para explorar ideas más amplias. Por ejemplo, en "Las murallas del Reino", opté por la novela porque necesitaba un espacio vasto para reflexionar sobre la comunicación, la lengua y el encuentro entre pueblos y mundos. La novela exige paciencia, una arquitectura narrativa que desarrolle personajes y conflictos a lo largo del tiempo, lo que la hace ideal para ideas que requieren profundidad y detalle.”
—“El cuento, en cambio, es un ejercicio de precisión. Es un instante narrativo, un fogonazo que debe impactar y resolverse en un espacio breve. En un cuento, busco capturar un momento de epifanía, una chispa de sentido que revele algo profundo sobre la vida, la muerte o la condición humana. Es un género que exige economía de palabras, pero que permite una intensidad emocional inmediata.”
—“La crónica periodística me ofrece un puente entre la realidad y la literatura. Es un género que me permite observar el mundo, documentarlo, pero también interpretarlo con una mirada poética. Es un ejercicio de traducción de la vida cotidiana en un relato que no solo informa, sino que también emociona y reflexiona.”
—“El discurso, finalmente, es un género funcional, pero no menos poético en mi caso. Es un vehículo para persuadir, para conectar con una audiencia a través de la palabra hablada, cargada de ritmo y emoción. Cada género, entonces, es un instrumento del lenguaje, y mi elección depende de lo que la idea demande: la condensación de un verso, la extensión de una novela, la inmediatez de un cuento o la observación de una crónica.”
2.- ¿Qué sientes cuando escribes novelas? ¿Cuáles son tus motivaciones? ¿Qué te lleva a decidir que una historia sea un cuento y no una novela, o viceversa?
—“Escribir una novela es como emprender un viaje largo, un peregrinaje por un territorio vasto y desconocido. Siento una mezcla de excitación y vértigo, porque la novela exige compromiso, una inmersión total en un universo que se construye con paciencia. Mi motivación principal es explorar la complejidad de la experiencia humana, tejer historias que no solo narren, sino que cuestionen, que dialoguen con los grandes temas: la comunicación, la identidad, el encuentro con el otro. Por ejemplo, en "Las murallas del Reino", mi impulso fue reflexionar sobre cómo la lengua nos conecta y nos separa, un tema que requería el espacio y la profundidad de una novela.”
—“La decisión de que una historia sea un cuento o una novela depende de su naturaleza intrínseca. Un cuento surge de una imagen, un instante, una chispa que no necesita más que unas pocas páginas para brillar. Es como un relámpago: intenso, breve, iluminador. El cuento nace de una imagen clara: un accidente, una confrontación con la muerte, un deseo de redención. No necesitaba más espacio, porque su verdad estaba en ese momento.”
—“En cambio, una novela surge cuando la idea demanda un desarrollo más extenso, cuando los personajes y sus mundos requieren tiempo para crecer, para revelarse. Es una cuestión de escala: un verso puede contener el universo, un cuento puede iluminar un instante, pero una novela construye un cosmos completo. Mi necesidad como escritor es dejar que la historia dicte su forma, y el género se convierte en el vehículo que mejor la contiene.”
3.-Los temas recurrentes en tu obra incluyen la ciudad de Guanare, el amor, el desamor, el espacio vital, la religión, la muerte, la familia, las amistades, la música, la bohemia, la soledad, la orfandad, el oficio de poeta y Valencia. ¿Por qué esa recurrencia? ¿Qué te interesa de estos temas?
—“Los temas que mencionas son los hilos que tejen mi existencia, los arquetipos que dan sentido a mi escritura. No los elijo conscientemente; ellos me eligen, emergen de mi experiencia vital y de mi necesidad de comprender el mundo. Guanare y Valencia, por ejemplo, son más que ciudades: son espacios del alma, escenarios donde mi vida se ha desplegado. Guanare es mi raíz, mi infancia, el lugar donde la Virgen de Coromoto y la arepa son símbolos de una identidad profunda. Valencia, en cambio, es el lugar donde me he reinventado, donde he encontrado otra forma de ser. Ambas ciudades son, en mi obra, arquetipos de la ciudad universal, del espacio donde el hombre habita, ama y sufre.”
—“El amor y el desamor son motores de la existencia. Escribo sobre ellos porque son fuerzas que nos definen, que nos elevan y nos hieren. La religión, especialmente en mi caso, la Virgen de Coromoto, es un arquetipo de lo sagrado, de la conexión con algo mayor, con la madre universal que trasciende el tiempo. La muerte, como tema, me angustia y me fascina; es el gran misterio, el límite que da sentido a la vida. La familia, las amistades, la música y la bohemia son las texturas de lo cotidiano, los momentos que dan calor y sentido a la existencia.”
—“La soledad y la orfandad, por su parte, son estados del alma que exploro porque son universales. Todos, en algún momento, nos sentimos solos, huérfanos de algo o alguien. Y el oficio de poeta es mi manera de navegar esos mares, de transformar la experiencia en palabras que busquen lo universal. Mi interés por estos temas radica en su capacidad de ser símbolos, arquetipos que conectan mi experiencia personal con la de todos los hombres, en cualquier tiempo y lugar.”
4.-¿Te preocupa la muerte, no solo como tema, sino como circunstancia?
—“La muerte me preocupa profundamente, no solo como un tema literario, sino como una realidad ineludible que define nuestra condición humana. Es el gran misterio, el “visitante inesperado” que todos aguardamos con temor y fascinación. En mi escritura, la muerte es un arquetipo que me permite explorar la fragilidad de la vida, la angustia de la finitud y la búsqueda de sentido. La incertidumbre que refleja mi propia pregunta: ¿qué es la muerte? ¿Qué significa?”
—“No tengo una respuesta categórica, pero escribir sobre la muerte me permite enfrentarla, dialogar con ella, intentar desentrañar su enigma. Es un tema que me angustia, pero también me impulsa a crear, a buscar en la palabra un refugio contra su sombra. La muerte, en mi obra, no es solo el fin, sino un espejo que refleja la vida, que nos obliga a preguntarnos qué hemos hecho con el tiempo que se nos ha dado.”
5.-¿Te preocupa la eternidad, en el sentido de la trascendencia como consecuencia o motivo de tu trabajo literario?
—“La eternidad no me preocupa, pero me atrae como un problema filosófico, como una pregunta que trasciende el tiempo. ¿Qué es la eternidad? ¿Es el pasado infinito o el futuro que imaginamos tras la muerte? Para mí, la eternidad es un concepto esquivo, un personaje fugitivo que no puedo atrapar. En mi escritura, busco lo eterno no como un fin, sino como un medio: la poesía, la novela, el cuento son intentos de apresar lo fugaz, de dejar una huella que dialogue con el futuro.”
—“La trascendencia, en mi caso, no es un objetivo consciente, sino una consecuencia de mi necesidad de escribir. Cada verso, cada historia, es un intento de capturar lo universal, de transformar lo efímero en algo que perdure. Sin embargo, no pienso en la eternidad como un destino, sino como un horizonte: un lugar hacia el que camino, sabiendo que nunca lo alcanzaré. La poesía, en particular, es mi manera de tocar lo eterno, de crear algo que, como dice Octavio Paz, es oración, letanía, epifanía, presencia.”
6.-En tu ensayo “La poesía como acto de magia”, te refieres a la poesía como una actividad trascendente del espíritu humano, un acto de magia y un embrión que comparte con la ciencia la búsqueda de la verdad humana. ¿A qué te refieres cuando atribuyes a la poesía cualidades mágicas?
—“La poesía es magia porque transforma la realidad a través de la palabra. Es un acto de creación pura, como el que un niño realiza al imaginar un duende en el movimiento de una hoja. En mi ensayo, hablo de la poesía como un acto de magia porque el poeta, como un mago, toma elementos simples —palabras, imágenes— y los convierte en algo nuevo, vivo, capaz de evocar mundos, emociones y verdades. Es un acto de complicidad entre el poeta y el lector: el poeta propone una imagen, un verso, y el lector la acepta, la recrea en su imaginación, completando el hechizo.”
—“Por ejemplo, en "Las murallas del Reino", un pintor transforma una hoja en un colibrí, un acto de magia que refleja el poder de la poesía para alterar la percepción de la realidad. Cuando Neruda envía a Franco a los infiernos en un poema, ese acto poético lo hace real en la imaginación del lector. La magia de la poesía radica en su capacidad de hacer visible lo invisible, de dar vida a lo que no existe, de convertir una palabra en un universo.”
7.-En el libro de poesía "Coromotanías", la religión tiene una presencia fundamental. ¿Cuáles son las raíces místicas de estos textos?
—“En "Coromotanías", la religión, y en particular la figura de la Virgen de Coromoto, es un arquetipo de lo sagrado, un símbolo de la conexión con lo divino que trasciende las formas históricas o culturales. Mis raíces místicas están ancladas en mi identidad guanareña, en esa mezcla de cristianismo y valores precolombinos que define nuestra espiritualidad. La Virgen de Coromoto no es solo una figura católica; es la Pachamama, la madre tierra, el útero universal que existía antes de la llegada de Colón. Para los guanareños, es la madre que perdona, que acoge, que da sentido a la vida.”
—“En los textos de "Coromotanías", la religión se manifiesta como una oración poética, como un diálogo con lo sagrado que no se limita a lo doctrinal. La arepa, por ejemplo, se convierte en una hostia, un objeto sagrado que une lo cotidiano con lo divino. Esta mística no es abstracta; es concreta, arraigada en la tierra, en la harina de maíz, en el budare, en la fe de mi pueblo. Escribir sobre la Virgen de Coromoto es, para mí, un acto de reconocimiento de esa herencia, de esa conexión con lo eterno que se expresa en lo simple, en lo cotidiano, en lo humano.”
8.-Hablas de arquetipos como una estructura fundamental en tu obra. ¿Cómo se relacionan con los temas recurrentes y con términos como “díctamo real” o “unicornio”?
—“Los arquetipos son la columna vertebral de mi escritura, las imágenes y símbolos universales que conectan mi experiencia personal con la colectiva. Son como el fuego, el agua, el amor o la muerte: elementos que trascienden lo individual y resuenan en todos los seres humanos. En mi obra, los temas recurrentes —Guanare, Valencia, la soledad, la muerte— son arquetipos porque representan verdades universales. Cuando escribo sobre un amanecer en la llanura o una cayena, busco que esa imagen trascienda lo particular y se convierta en un símbolo de lo efímero, de la belleza, del tiempo.”
—“El “díctamo real”, por ejemplo, es un arquetipo de la vida, de la juventud, de la magia. Es una hierba andina, una pócima que promete vitalidad, pero en mi poesía es más que eso: es el elixir de la existencia, la búsqueda de lo que nos mantiene vivos. El “unicornio”, por su parte, es un arquetipo de lo imposible, de la fantasía, de la pureza que perseguimos desde la infancia. Lo vi en sueños, en libros, en mi plaza de Guanare, y lo convertí en un símbolo de la aspiración humana, de la lucha por alcanzar lo inalcanzable. Estos términos no son solo palabras; son puertas hacia lo universal, hacia los grandes misterios que mi escritura intenta tocar.”
9.-En tu poesía, utilizas una métrica libre que se adecúa a tus estados de ánimo. ¿Cuáles son las técnicas que reconoces en tu escritura poética en cuanto a la métrica y el ritmo?
—“Mi poesía es un reflejo del ritmo vital, del latido del corazón que se sincroniza con el universo. No sigo una métrica estricta, porque creo que el ritmo de la poesía debe ser orgánico, ajustado al movimiento de la vida. Cada verso responde al estado de ánimo, al paisaje interno y externo que quiero expresar. Mis influencias, como los ritmos del llano venezolano o el octosílabo español, están presentes, pero las transformo en una métrica libre que se adapta al flujo de mi pensamiento.”
—“El ritmo, para mí, está ligado al lugar, a la geografía, al pueblo. El corazón de un hombre nacido en Valencia late con un ritmo distinto al de uno nacido en Mérida o en el Tíbet, y eso se refleja en el lenguaje. Mis versos buscan capturar ese ritmo, esa cadencia que es única para cada experiencia. Por ejemplo, el octosílabo, como decía Machado, es el verso de las grandes jornadas a caballo, y en mi poesía resuena el galope del llano, el olor a joropo, a tierra. Pero no me ato a reglas fijas; dejo que el verso respire, que se expanda o se contraiga según lo que la emoción demande. Es un acto de libertad, pero también de fidelidad al pulso de la vida.”
Entrevista al poeta José Joaquin Burgos
179 Visualizaciones desde el 2 oct de 2017 hasta el 16 de ago de 2025
Entrevista al poeta venezolano José Joaquin Burgos
El fallecimiento del poeta José Joaquín Burgos el 7 de agosto de 2017 nos deja huérfanos. Deja huérfanos a Luis Gonzalo y a Laura, -sus hijos-, y también deja huérfanos a sus amigos. Nos deja huérfanos de una presencia generosa, de una amistad amorosa, y de una palabra esencialmente pedagógica. El sentido lúcido y profundo de su palabra la hallábamos a diario en nuestros cordiales y frecuentes encuentros, en los que no dudaba en escuchar paternalmente las opiniones de su interlocutor, a quien transmitía con aliento, con gestos atentos y pacientes, su cariño.
Conmueve pensar en su sencillez y disponibilidad, en su acogida bondadosa, en su capacidad de escucha, en su interés por las noticias nuestras, y en su doble vocación de poeta y educador. De la primera tenemos el retrato del ejercicio diario de la escritura, cuando libreta y bolígrafo en mano, -fuese cual fuese el espacio compartido-, siempre pergeñaba un texto poético. De la segunda, la fotografía es la del ser humano abierto a atender cuando le hablábamos de alguna iniciativa de carácter intelectual en los pasillos de la Universidad de Carabobo, en donde fungió, en los años más recientes, de editorialista del semanario Tiempo Universitario.
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| De izquierda a derecha Pedro Téllez, Lenín Sánchez, Luis Alberto Angulo, José Joaquín Burgos. Fotografía Yuri Valecillo |
La entrevista compartida tuvo lugar en la casa del escritor Rafael Simón Hurtado, -en 2014-, quien conversó con el poeta, en amable registro recogido por la cámara de José Antonio Rosales.
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Fotografías de José Antonio Rosales: (Chirgua, 1968) Diplomado en fotografía. Fotoperiodista de la Universidad de Carabobo. Miembro del Círculo de Reporteros Gráficos. Premio Bienal Nacional de Fotografía
Rafael Simón Hurtado.
Escritor y periodista venezolano. Licenciado en comunicación social egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Maracaibo, Zulia). Ha obtenido el Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia (años 1990 y 1992), el Premio Nacional de Periodismo Científico (2008), el Premio de Periodismo “Jesús Moreno” (Universidad de Carabobo, 2009) y el Premio Nacional de Literatura “Rafael María Baralt" (2016). Ha publicado el libro de cuentos Todo el tiempo en la memoria y las crónicas literarias “Leyendas a pie de imagen, croquis para una ciudad”. Fue editor-director de la revista cultural Laberinto de Papel y de las publicaciones de divulgación científica Saberes Compartidos y A Ciencia Cierta, todas de la Universidad de Carabobo.
Ficha tomada de Letralia.
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