Sonia Chocrón: Si te digo la verdad, José querido: me siento rehén del espanto
Una entrevista de José Pulido
Sonia Chocrón
“Cuando me desanimo me quedo como una palmera esperando a que pase el huracán”
José Pulido domingo 23 de agosto de 2020
Cuando digo “antes” no me refiero a los días en que la televisión mostraba la vida en blanco y negro. Ni cuando era posible deleitarse con la metamorfosis de las galletas María al ser tocadas por el café con leche. Tampoco aludo a los años en que el Centro Comercial Chacaíto era un paseo dominical en cualquier día de la semana y no quiero traer a colación la sabrosura juvenil de las películas Fiebre del sábado por la noche y Grease durante el tiempo en que fueron lo máximo.
Exactamente. El “antes” que pienso es el de los noventa para acá. Antes de que los teléfonos celulares se tornaran estilo de vida y Facebook, Twitter, Instagram y demás redes se volvieran un mapa mental y hasta espiritual. En ese breve tiempo pasado, el nombre de Sonia Chocrón era como escuchar un perfume, como oler una canción. Después se fueron incorporando fragmentos estéticos: unos ojos oscuros de negrura poética sefardí, una boca de bailadora de flamenco, unas manos de hechicera adivinando cartas.
(Tengo la certeza de que su voz es cristalina, pero quiebra silencios. Sé que Sonia ha heredado la tesitura porque su madre era soprano, de las sopranos mejores, aquellas que dejaron de cantar para convertirse en madres. La más alta jerarquía de comprensión, aparte de lavar, planchar y cocinar).
Antes Sonia era una sensación, una intuición. Y cuando llegó el tiempo de macerar su existencia en escritura, no hubo más antes ni después: todo se convirtió en ahora. Sonia Chocrón es el ahora que su voz ensalma y no hay manera de dejarlo para otro día ni de convertirlo en recuerdo: hay que sentirlo a cada rato. Ahora mismo. Como cuando necesitas el agua y tienes que abrir el chorro.
Currículo breve encontrado por ahí
Sonia Chocrón nació en Caracas en 1961. Es licenciada en Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello. En Venezuela ha recibido varios premios por su poesía. Ha sido guionista de cine y televisión. Viajó a México invitada por Gabriel García Márquez para fundar y formar parte del Escritorio Cinematográfico Gabriel García Márquez, donde escribió para varias series y argumentos para la televisión y el cine. Desde 1987 ha colaborado en diversas publicaciones culturales y literarias de periódicos de circulación nacional y en revistas culturales de circulación continental en las áreas de poesía, crítica y narrativa. Sus poemarios son Toledana (1992), Púrpura (1998), La buena hora (2002), Falsas apariencias (2004), La virgen del baño turco (2008), Mary Poppins y otros poemas al cine (2015). Su novela se titula Las mujeres de Houdini (2012).
Toledana
Aquel poemario Toledana, del año 1992, la mostró madura siendo una muchacha. Los lectores se interesaron a la vez por la judía de Toledo y por la de Caracas.
Leyendo su poemario Toledana, me detuve de pronto en este poema:
El rey camina entre púrpura y oro
como está de los reyes hacer
Lleva el ímpetu puesto en la mirada
como manada de bestias
que huye del redil
y su estampa semeja la natura
que madura en buena hora las cosechas
Mas su hermosura se oculta en lo aparente
su hermosura está en lo que él presiente:
Soy yo quien ha capullos reventando
y sobre mi pecho una pasión nueva
queriendo volar
Frené en seco, señoras y señores, porque ese poema es un sublime documento del amor. Un documento argumentado, sentido y redactado por la mujer, o sea por la propietaria de los sentimientos más finamente destilados.
Ese poema es un documento que podría transformarse en plaza, en parque, en catedral, en estatua. Hubo quienes negaron que haya ocurrido esa historia entre el rey Alfonso VIII y Raquel o Rahel, la judía de Toledo.
En aquel ámbito el rey era el mejor hombre, el más preparado: intelectual, sensible, y sano. Ella era la mejor mujer, bella y sabia, la que esgrimía el verdadero libre albedrío que es totalmente femenino. Se amaron como se ha estilado el amor en todos los tiempos: con sabor de tragedia. Todavía pueden leerse textos de esa época que acusan al rey de haber estado pecando siete años con quien no debía. Pobre rey. Acusado de felicidad.
A riesgo de parecer completamente retrasado y extraviado, entrevisté a Sonia Chocrón a partir de su primer poemario. Aquella Raquel, la fermosa, había renacido en los poemas de una poeta caraqueña y el pobre rey también.
No sé si es un abuso hablar del primer poemario de alguien. O una falta de tacto como aludir al primer amor. Sonia escribió después varias preciosidades que he sumado a mis lecturas de cada día. Pero no podía evitar iniciar este diálogo a partir de Toledana, porque ahí se gestó la poeta de hoy.
Confieso que he estado coleccionando poemas de Sonia Chocrón como si fueran barajitas de beisbol. Hay una belleza gestada con irreverencias y verdades muy propias en cada una de las cosas que ella escribe. Por ejemplo, tengo predilección por estos dos poemas de La buena hora. Creo que le ocurre a muchos porque los seleccionan cada vez que hablan de ese libro:
Monaca di moza
Aquellos que todavía no me aman
no han escuchado las retraídas notas
de las voces de la tarde
ni los gritos de la flama herida
que arde que arde
No conocen el fragor de la carne
de las niñas desobedientes
A Dios en su morada
Dios
si tú me codiciaras
como yo a ti
Si me preguntan por qué me fascinan tanto, respondo con la simpleza de quien no sabe mucho de estas cosas: me gustan porque encierran la dulce amenaza de una promesa y porque estallan en belleza.
La belleza es una diferencia que otros reconocen; a veces la belleza sólo está ahí para sanar la enfermedad que ha de venir. Si el alma muriera y se hicieran autopsias de alma, sería algo extremadamente difícil separar sus restos y los de la belleza.
La entrevista
Jamás dudaré que Raquel existió y mucho menos que amó. Porque tu poesía le dio vida. ¿Has sido Raquel para escribirla?
Lo fui inmediatamente después de escribirla: por eso siempre pensé que Toledana había convocado a Eros, a Psique y a Amor. (¡Rahel existió, lo supe luego!)
¿Cómo te has imaginado a esa Fermosa?
Me la había imaginado con dos eses, sexual y semita. Sin embargo, por estos días, un amigo escritor y periodista español me ha enviado una publicidad invitando a visitar Toledo y conocer la historia de las diez grandes mujeres de la ciudad y una es Raquel, la fermosa. Y en el folleto con ilustraciones que semejan la realidad de esos personajes históricos, Raquel es rubia y de ojos claros.
(Los judíos originales suponemos ser de piel oscura: venimos de África. Los rubios son el resultado del proselitismo de varios siglos. Sin embargo, yo misma vengo de un sefardí de ojos azules como el cielo. Y de toda esa familia Chocrón, sólo mi hermana mayor y yo tenemos ojos oscuros).
Así que ahora sólo sé que Raquel era amante, amadora, amorosa, cuerpo, éxtasis y belleza. Aunque ya no sepa de qué color.
Lo que vivió ¿sigue instalado como síndrome en la existencia de la mujer? ¿Es una injusticia que se repite para siempre?
No sabría decirte. Raquel fue víctima del intríngulis político, supongo. Logró subyugar a un rey, al punto de pasarse siete años seguidos encerrado con ella en el Palacio de Galiana. Sus parientes, además, pasaron a formar parte de la corte real del gobierno de Alfonso VIII. Así que una pasión de ese tamaño debe haber sido muy molesta para los nobles caballeros del reino, para la Iglesia, y para la propia esposa del rey.
¿Cómo has hecho para entrar en la época con tanta propiedad?
Pues no he hecho más que leer afuera y adentro. Sobre la lengua de entonces y sobre la lengua que heredé. Porque la historia de Raquel y el rey sólo apareció cuando ya llevaba la mitad del libro escrito. Y la usé entonces para darle unidad. El idioma es mi génesis. De allí vengo, allí nazco yo.
Tienes nostalgia del futuro… Y no es Jerusalén todavía… ¿significa que ya Caracas no tiene nada de lo que tenía?
Cuando escribí Toledana (que fue casi ya en una vida pasada), Caracas era aún mi lugar en el mundo. (Tanto así que dejé todo para volver desde México a mi Caracas). Sigo amando mi ciudad. Su verdor, el Ávila como un guardián que llega al cielo, mi casa, sus calles y su locura. Pero ahora la muerte que la ronda es una sombra mucho más densa que entonces. No sé cuánto tiempo más pueda convivir con ella.
Tú y la poesía ¿cómo es la relación entre las dos? ¿Quién guía, quién se somete?
Nos llevamos bien, ella y yo. No porque yo lo quiera, sino porque no tengo más remedio y la acepto, aunque a veces su yugo me quite el aire. Suelo hacerme la desentendida, huirle, negarla como Pedro a Jesús. (Me la paso diciendo que no soy poeta). A veces le gano, pero sólo momentáneamente. Montale lo explicó mejor que nadie:
“L’esser poeti non è un vanto.
E’ solo un vizio di natura.
Un peso che s’ingroppa con paura”
“Ser poeta no es ninguna virtud
Es sólo una tara innata
Un peso que se lleva con angustia”
(Este es un fragmento del poema “E’ solo un vizio di natura”, me lo regaló un amigo de Twitter, lo tradujimos a cuatro manos).
En definitiva ¿qué marca tu búsqueda en la poesía? ¿En qué etapa encuentras la máxima satisfacción?
Primero y siempre mi lengua. Y del lenguaje, que no falte nada, pero por Dios, que tampoco sobre (que no se llene el poema de palabras inútiles, oquedades, meros etcéteras). Y tercero, que toque (abismos, ideas, sentimientos, misterios, descubrimientos, dolor, plenitud, asombros, ojos, corazones, algo).
Cuando existe el otro, la mirada del otro, un lector: he ahí la máxima satisfacción. No antes.
¿Qué significa en ti, poeta, ser del país que hoy parece agonizar?
Es dolor y miedo. Si te digo la verdad, José querido: me siento rehén del espanto. Y me es muy difícil extenderme en esta respuesta porque equivale clavarme a mí misma los puñales que más me duelen. Peor aún, los puñales dejan tantos vacíos en el lugar donde alguna vez fueron herida. Aquí sigo, en el lugar donde están enterrados mis muertos.
No sé hasta cuándo. No sé si aquí o lejos. No sé debajo de cuál barro terminaré yo. (De esto hablo en mi próximo libro de poesía, Hermana pequeña, ya en imprenta.)
¿Qué es lo que más amas en la vida?
Lo que más amo en la vida es a los míos, mi familia. A mi hija. Reír (me fascina reír porque soy niña cada vez que lo hago. Y lo hago mucho). Viajar.
Tu poesía es un arte elevado, esencia del lenguaje, ¿hay ojos viendo eso?, ¿hay lectores sintiendo eso?
Ojalá. Ojalá todo: que sea un arte mi poesía. Y que alguien así lo perciba cuando la lea.
¿Qué haces cuando te desanimas?
¿Qué hago cuando me desanimo?: me desanimo. Y allí me quedo como una palmera, esperando en mi sitio a que pase el huracán. Resisto, no niego los vientos, ni los truenos. No los mimo, pero no reniego de ellos. Y pasan. Por fortuna siempre pasan. Pierdo algunas hojas, quedo despeinada, pero en mi lugar. Y ojo, sé bien que nada es definitivo: siempre puede volver un ciclón.
¿Has avanzado con lentitud o con prisa?, ¿con dolor o alegremente?
Todo, con prisa, lentamente, con dolor y alegrías. Avanzo con todo. Retrocedo a veces con todo. Y sigo. Vivo todo. Porque no sé hacerlo de otra forma. Es un problema sentir mucho, pero padezco de esa mala maña. Así que a veces puedo ser muy muy feliz. Y otras muy infeliz.
Pero si me preguntas por la escritura: soy pausada. Me tomo años en cada libro. Corrijo mucho, reescribo mucho. Nunca estoy segura. Pero no hay prisa, el tiempo suele ser muy buen consejero.
¿En dónde vives?, ¿cómo desarrollas tu poesía allí?
Vivo en Caracas, contra viento y marea. A pesar de que tengo doble nacionalidad y podría vivir en otras ciudades al otro lado del charco, en Europa. He batallado mucho para vivir aquí cuando por trabajo debía ausentarme y mudarme a otros países. Siempre regresaba a mi lugar (ese debe ser otro defecto de fábrica: no sé irme, sólo sé volver).
¿Qué es lo que nombras con más insistencia en tu poesía?
Amor y muerte. Eros y Tánatos.
Este tiempo ¿lo has visto bien?, ¿lo has podido atrapar con tus palabras?
Sí, eso creo, eso espero. Es precisamente el poemario que comentaba en una pregunta anterior. Hermana pequeña, ya en proceso de edición.
Creo que en él he condensado una hecatombe, varias huidas (hacia afuera y hacia adentro), pesadillas verdaderas, y el pasado que está en mis recuerdos y que no me dejo arrebatar. (Mi infancia, el hogar de mi niñez, el amor).
En medio de todo lo perdido, mi sensualidad sobrevive.
(Aquí se quedó en silencio Sonia Chocrón, y entonces, para afinar con su voz de soprano lo que estaba diciendo, dejó caer un poema de ese poemario que ha titulado Hermana pequeña)
No es la muerte de lo que hablo
a fin de cuentas
porque los muertos están acostados
Y quietos
Son las miles de bocas sin luz
Conmociones
Mudanzas
Destrozos
Ven conmigo, te digo
Déjate llevar
A otro abismo
Corramos al volcán
que yace debajo
de mi cama
Tomada de Letralia
José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
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