lunes, 14 de agosto de 2023

¿CUÁNDO DEJÉ DE LEER EL NACIONAL? PERIODISMO RECICLADO

UN TEXTO DE PEDRO TÉLLEZ

 




Un periódico me acompañó por decisión propia desde antes de mi adolescencia hasta los inicios de la adultez. Día a día estuvo en la construcción de mi identidad, compartí su lectura en intimidad y fue mi apoyo en la generatividad social. El idioma tiene la misma palabra para dos acepciones aparentemente opuestas: el registro día a día de las experiencias íntimas de alguien; y las noticias de los otros, el día a día nacional e internacional. ¿Nunca se cruzan? La colección de un periódico puede ofrecer el entorno social del más íntimo de los diarios: en uno la relación conmigo mismo y en el Diario o Periódico la relación con los otros y con la naturaleza. En verdad se entrecruzan: Recuerdo como si fuera hoy cuando al regresar de la escuela mi hermano Santiago me enseñó el gusto por leer en la columna Muro de Papel de Ignacio Burk, que eran un muro blanco pero una vez traspasado, como el del poema de Paz Castillo, nos espera la trascendencia. Significaba el paso de la forma a los contenidos, preparación de los contenidos más profundos del libro comentado y recomendado por Burk y Santiago Téllez: el primer libro que leí fue Las Palabras de Jean Paul Sartre, memorias de un niño, leídas por otro niño montado en una mata de mango. Adolescente seguía a Juan Nuño y sus polémicas hasta consigo mismo, y desee la columna luego saltaba yo a los autores comentados de Voltaire a Borges. En la adultez los recortes del pasado reciente de Jesús Sanoja Hernández, nos traían de la historia al hoy la revolución de octubre, la venezolana del 45 o la del 17. El presente: Como en una escena de costumbres del XIX mi padre leía en voz alta y para toda la familia la columna de Sanín: Así entraba en casa el periódico liberal de centro izquierda, crítico, con ironía y humor, sátiras al gobernante adeco de turno. Entre los columnistas fijos había unos que nos acompañaban como amigos, repartidos a lo largo de la semana, en el periódico preferido, en mi caso El Nacional. Como se hace en la provincia acompañaba al periódico de la capital uno local: en este caso el conservador El Carabobeño, hoy fenecido.


 Primera Plana Falsa, a pesar de que se trata de una broma, la sátira gráfica ha llegado lejos. En julio de 2013, el líder político Henrique Capriles Radonsky, entonces gobernador de Miranda, denunció que la presunta portada de 1992 que produjo El Chigüire Bipolar en 2011 fue reproducida en un texto escolar de historia de Venezuela. Imagen tomada de Tal Cual.


 El Nacional era un periódico pensado hasta en su formato para la clase media: para leer en la mesa con el desayuno, para los que disponen de tiempo y espacio propios. Por eso causaba gracia que José Carlos Denobrega, el primero de nuestros amigos en empezar a trabajar lo cargaba todo el día para leerlo de noche, y entonces ya serían las noticias de anteayer. Denobrega vendría a ser uno de nuestros mejores ensayistas.



 Mención aparte merece el Papel Literario fundado o refundado por Juan Liscano que aparecía los domingos, dispuesto bajo el chese longe en una cata de periodismo cultural junto a sus pares verbigracia del Universal, de Patricia Guzmán, Bajo Palabra del Diario de Caracas, que creo que el encartado lo dirigía Ruben Wisotzki, y suplemento cultural del Ultimas Noticias de tinta espesa, por José Luis Martínez, que manchaba las manos y clarificaba la mente. Y en todos los mejores sabores escritos de la tradición latinoamericana de ruptura. A todos los ahogo la tacañería de los propietarios pues la política, para-política, y la propaganda privada les generaba más dividendos, así desaparecieron de sus páginas (eran su corazón) las paginas literarias sin que nadie protestara, o protestaran en



 En las mismas páginas de El Nacional escribió Rosenblat sobre el Palangrismo y a él remito. El ensayo está recogido en uno de sus libros. Nunca pensó el filólogo que el mejor ejemplo de palangrismo sería con el tiempo el periódico donde publicaría por entregas sus buenas y malas palabras


Portada 11 de Abril de 2002

Además de su función de informar en forma veraz y oportuna los acontecimientos más relevantes, El Nacional fue pensado como un periódico para la formación y por ello entre sus ilustres directores estaban intelectuales de la talla de, MOS, Uslar, Ramón Jota Velázquez. El Concurso de cuentos legitimaba un género literario, y reconocía a sus hacedores, especialmente a las nuevas generaciones, a lo largo de la existencia del medio impreso, se cruza con la historia literaria. Llevarse el premio difundía la obra del autor y la edición con el cuento ganador era un regalo para el lector. Tal vez el mejor ejemplo de ese rol formativo, de construcción social del periódico.

Kotepa.


EL concurso de premios de El Nacional tiene dos momentos destacables entre sus cumbres, Uno fue la polémica con la iglesia por el que tal vez es el cuento con mayor repercusión en nuestras letras: La Mano Junto al Muro de Guillermo Meneses en los inicios del concurso. En su ocaso cuando lo Gano por tercera vez Reynaldo Pérez So con Viento Sur, La primera vez como víctima de una especie de plagio tras la transcripción de su testimonio, luego como negro, y finalmente como poeta consagrado que escribe un cuento. Entre la Mano Junto al Muro y Sur estaba la antología en proceso del cuento venezolano y como tal la publicaría en varias ocasiones


Esto antes de convertirse el venerable medio impreso en instrumento diario de la deformación de sus lectores. Un estudiante de periodismo bien podría estudiar todas y cada una de las formas de desinformación y manipulación a la opinión publica en la que incurrieron los editores de la última fase de este periódico, Como en las demencias luego de la lucidez vino el deterioro insidioso o gradual. Empezó para ser grafico por la traición de Zapata a su personaje Coromotico, y su posterior alianza con los burgueses lagartos, las beatas y los gorilas. La irónica mancheta empezó a demostrar la falta de ingenio de sus editores. Los mejores columnistas a medida de que fueron falleciendo eran reemplazados por palangristas (con ellos aprendí el termino) o escritores repetitivos en prensa como un Barrera Tyszka que nos aburría con su obsesión anti Chávez, que le valió por transpuesto algún premio internacional. Impregnado de odio no se hace literatura por cuotas. Los artículos semanales de Sanin, que no son su precedente, resistían su segunda lectura como libros, año a año, acompañando el quinquenio de CAP. Los de Tiska aunque breves nunca llegue a leer uno completo, Franzel Delgado no heredó la valentía de Kotepa. Sanoja vivió su hundimiento. Otros no escribieron más. O como conjunto desapareció el periodismo de fondo de los internacionalistas, y entrevistas ilustradas por el caricaturista venezolano Pancho antes de migrar al Magazine Literare. En su registro del día a día de la relación con los otros y la naturaleza se destacan las tragedias naturales y en lo social se promueve la anomia. El thanatos sobre el Eros. Como en la segunda ley de la termodinámica bajo el imperio de la entropía, la desorganización, la disipación de la energía. Se estimula el golpe de estado, la guerra entre venezolanos y la migración. El periódico había traicionado a sus lectores.


 Hice lo que ellos mismos me hicieron, sustituí un periódico por otro: El Nacional por Ultima Noticias de Díaz Rangel, y El Carabobeño por el Noti- Tarde bajo la dirección de Gustavo Risques. El Carabobeño había pasado a ser caraqueño con matrices de opiniones comunes y con líneas editoriales consensuadas por laboratorios clandestinos de la desinformación. Era como leer el Nacional y su des-intelectualización. Los propietarios primero sacrificarían la ética y luego el estilo. Convencer sofísticamente y no persuadir: Gorgias contra Sócrates, luego Goebbels y sus mil y una mentiras contra todos. Mis amigos se alejaron como lectores, o se sintieron abandonados por su periódico, le comenzaron a llamar El Nazi-onal. Cuando a esa generación de lectores les toco escribir (Denobrega, Luis Alberto Angulo, Richard Montenegro) publicarían en UN o en lectura Tangente del NotiTarde. Por mi parte luego de las vergonzosas primeras planas del día del golpe que los propietarios de los medios (burgueses lagartos) y los (as) beatas(os) vestidos(as) del opus dei y los rosendos gorilas ayudaron a preparar, no podía seguir “financiando” El Nacional. Lo seguí leyendo en las vitrinas de un kiosco amigo, que por lo gratis es una lectura parecida a la digital. Además no está de más una prensa de oposición. Es necesaria. Nunca dejó de leer a los mejores columnistas de la oposición. Pero una cosa es oposición y otra el oposicionismo, un trastorno de la personalidad.


El Nacional no ha sido objeto de censura o prohibición. Por la crisis económica e hiperinflación inducida, inducida por gente como los propietarios del nacional, el Nacional en papel dejo de ser un negocio, víctima de la guerra económica que sus mismos dueños alimentan. Y las ayuditas internacionales, dolarcitos, luego de la debacle electoral de la oposición deben haber mermado. El imperio confía en una invasión colombo-guyanesa brasileña, ya no le convence la guerra civil que incitaba la prensa y las televisoras privadas. El Nacional en su momento apoyó la insurgencia del 4F en forma explícita y participó en la gestión de los primeros años de Chávez hasta el punto que quien fuera su director Peña paso a secretario de la presidencia, constituyente y alcalde mayor, ahora prófugo de la justicia y protegido de la CIA en Miami. La infiltración era evidente. En cualquier otro país no tan democrático como este sería sacado de circulación. Dejo de circular en papel porque dejo de ser rentable.   


Yo dejé de leer El Nacional mucho antes porque para mí hay un límite. Los límites del mapa. El Nacional se desnacionalizó, haciendo caso omiso a su nombre fundacional, lo convirtió en un eufemismo. Titulaba en primera plana las opiniones de la cancillería de Guyana, respuesta a declaraciones reivindicativas previas de nuestra cancillería sobre el territorio Esequibo; las declaraciones venezolanas eran publicadas al día siguiente. Invirtiendo el orden y en páginas internas y letra pequeña. Otras veces pasaba la línea editorial de la traición simple a una más compleja, con noticias y columnistas de ocasión, entrevistas a decrépitos generales jubilados de la cuarta república estimulaban una guerra con países vecinos y así expresaban su falso nacionalismo según el guion del pentágono y su comando sur. Igual trato que el presidente de Guyana recibía el presidente colombiano Uribe en sus ataques contra el jefe del gobierno venezolano, el Estado y la Nación. Esos titulares me producían malestar, dolor de cabeza, nausea.

Juan Nuño

Otra vez el Nacional (esta vez en digital) incurre en la desnacionalización por dos formas: destacando el punto nueve de la declaración de Lima donde se vulneran los límites con Guyana y luego minimizando la protesta del gobierno venezolano y las rectificaciones de algunas de las cancillerías involucradas


Aun así volví a leer El Nacional por un día, por curiosidad. Por el interés de saber que piensan afuera o que quieren que pensemos nosotros. Una especie de reciclaje del papel y que nos enseña la inutilidad de la Censura. Le llaman El Nazional. Papel reciclado. Otras veces noticias falsas sin verificación se colocaban en primera plana y se rectificaban luego en distinto tipo de letra y escondidos renglones si es que se permitía la réplica: una forma de cobardía. En editoriales se difamaba a líderes democráticos como Diosdado Cabello sin ningún tipo de pruebas, o se difama a la democracia misma, al sistema democrático venezolano que tanto nos costó construir día a día. Por eso entre líneas se irrespeta permanentemente a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro desde que era canciller; cuando no se injuria expresamente, indirectamente se transcriben difamaciones de voceros de países imperialistas: se trata más que un ataque al gobierno o a sus actores, es un ataque al Estado nación. El periódico El Nacional desnacionalizado me hacía daño psíquico. Se transformó en la prensa del anti-país. Dejé de leerlo por razones de salud. Y lo que motiva estas líneas: me provocaba tristeza por el gran periódico que llegó a ser. Ya hacía tiempo que sus palabras se las llevaba el viento. Que su soporte sea ahora la nube digital y no el noble papel, no me alegra pero me entra un fresquito. 



Tomado de la Embajada de Venezuela en Malasia



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Pedro Téllez (Valencia, Venezuela, 1966). Ensayista. Conferencista. Bibliófilo. Médico psiquiatra. Ha publicado los libros: Añadir comento (1977). Fichas y remates (1998), Tela de araña (1999), La última cena del ensayo (2005) y Un Naipe en el camino de El Dorado (2007). Ha sido redactor en la revista Poesía y colaborador de la revista Zona Tórrida, publicaciones de la Universidad de Carabobo. Colaborador en publicaciones periódicas tales como Predios, Arte de leer, Mañongo y Tiempo Universitario. 



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